Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


viernes, 20 de mayo de 2016

Algo huele a podrido en el decreto del PP contra el Toro de la Vega



Hemos empezado llorando con cierta alegría muchos de quienes hemos llorado con tristeza cierta por Vulcano, por Platanito, por Elegido, por tantas otras víctimas de la barbarie en Tordesillas. Son los toros que fueron sometidos a un salvaje linchamiento público en esa localidad vallisoletana. En septiembre de 2015, Rompesuelas fue el último.


Contra la injusticia atroz de ese dolor llevamos años luchando. Los que hemos ido a Tordesillas año tras año a manifestar nuestra repulsa nos hemos jugado, literalmente, el pellejo ante la violencia desatada por los defensores de esa inmoral escabechina declarada Bien de Interés Turístico. Nos han pegado, nos han insultado, nos han amenazado, nos han multado. Hay que haber estado allí para hacerse una idea del grado de agresividad de esa gente. Una agresividad que, contra el toro, se volvía saña hasta la muerte.


Pues de ahí que muchos celebremos el anuncio por parte del Consejo de Gobierno de Castilla y León del decreto-ley por el que se prohíbe la muerte de las reses de lidia en presencia de público en los espectáculos taurinos populares y tradicionales. No porque sea suficiente, que no lo es. Lo celebramos porque lo consideramos un paso más hacia la abolición. Un paso de gigante, pues el Torneo del Toro de la Vega se ha convertido, a través de las campañas del Partido Animalista (PACMA), en símbolo mundial de una lucha mayor.



El nuevo decreto-ley no prohíbe el festejo del Toro de la Vega pero lo deja vacío de sentido, ya que está concebido para dar muerte al toro. No es por tanto una victoria, pero supone cambios que modifican del tal modo la esencia del Torneo que su adecuación a la ley va a resultar muy difícil a los lanceros y sus secuaces. Creemos que las limitaciones que impone el nuevo decreto-ley pueden suponer la muerte del festejo. No obstante, habrá que estar atentos a qué clase de modificaciones decidan los organizadores del Torneo, ya que no matar al toro en público no significa que no se siga acosándolo y torturándolo. Cualquiera de esas modificaciones supondrá, en cualquier caso, un intolerable maltrato. Y seguiremos yendo a Tordesillas a denunciarlo.


Así pues, nuestra alegría se vuelve prudencia. Por ese y otros varios motivos. Porque, si bien aplaudimos al PP por esta medida, nos cuesta creer, dada su posición en lo que a la tauromaquia respecta, que ese partido dé esta puntada sin hilo. El decreto-ley podría ser un lavado de cara que apoyarían muchos taurinos de los llamados de plaza, que en los últimos años han querido desmarcarse del Toro de la Vega, precisamente para defender las corridas de toros.


Han querido hacer creer que el Toro de la Vega es una salvajada mientras que las corridas son arte, aunque ninguna diferencia hay entre que el toro muera alanceado o atravesado por una espada, después de que las banderillas y la pica lo conviertan en un despojo dolorido y sanguinolento.


Prudencia también porque podría no ser más que un respuesta temerosa a lo que se avecinaba en la próxima edición, en septiembre de 2016. El llamamiento de ciertos grupos, dispuestos a ir a Tordesillas y a responder a los agresores de la misma manera, ha tenido una acogida masiva que convertía la fecha en un polvorín mayor de lo que ya era. El Gobierno de Castilla y León sería responsable de que allí pudiera suceder algo muy grave, aparte de lo que le pasa al toro.


Muchos llevamos unos cuantos años pensando que podría haber víctimas humanas a manos de los violentos y, por otro lado, soltar a un toro aterrorizado con el recorrido lleno de gente pudo haberlo provocado en 2015. Las autoridades autonómicas no podían quedarse de brazos cruzados. Y este decreto-ley puede hacer las veces de cortina de humo que confunda a la opinión pública.


Nos felicitaremos el día que no se celebre ningún festejo que suponga maltrato, del tipo que sea, a los animales. No felicitaremos el día que los animales no sean matados, ni ante el público ni en un mugriento cajón veterinario tras haber sido linchados pero dejados con un hilo de vida.


Pero lo cierto es que hoy también nos felicitamos porque el Ayuntamiento de Tordesillas ha anunciado que recurrirá la ley. Y eso significa que la medida les ha hecho daño, mucho daño. Y que el camino de la abolición no se recorre en un día pero, una vez emprendido, no admite pasos atrás. Y es el camino de nuestro tiempo. El camino de una sociedad más ética.


Ruth Toledano



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