Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


miércoles, 25 de mayo de 2016

¿DE QUÉ VAN?

 
Yo creía, tonto de mí, que los partidos políticos estaban en nuestras vidas para hacerlas mejores, que los políticos se nos ofrecían cada cuatro años, en cada elección, para gestionar nuestro bienestar. Y no, nada más lejos de la realidad. Por desgracia, en la mayoría de los casos, unos y otros están para mejorar sus vidas o las de sus amigos y para gestionar su bienestar, a costa de lo que sea.
 
 
Acabamos de conocer por el INE que un 28% de los españoles, casi tres de cada diez, no llega a fin de mes, si no es dejando de comer carne o pescado como mandan la tradición o el sentido común y que, además, no pueden calentar su casa ni el agua de sus duchas ¿Y de qué creen que hablan los políticos en "precampaña", en esta sempiterna campaña en la que vivimos? ¿De la casi pobreza de esos casi trece millones de españoles o de "lo suyo"? Felicidades, habéis acertado, hablan únicamente de lo suyo. Mejor dicho, no hablan de lo suyo ni de lo poco que hacen por nosotros, hablan de lo de los oros.
 
 
Cuesta creer que el PSOE, por ejemplo, hable tan poco de Rajoy y sus fechorías, del Partido Popular y sus saqueos. Cuesta creerlo, pero es así. A Pedro Sánchez lo que le preocupa es que Podemos, junto a Izquierda Unida, representantes de la izquierda dolida y desencantada puedan superarle en votos, puedan llevarle por primera vez en democracia a ocupar el tercer puesto en las próximas elecciones. 
 
 
Lo que le preocupa al PSOE, a Pedro Sánchez, es dejar de ostentar el título de jefe de la oposición y, para ello, se esfuerza no en diagnosticar problemas y buscar soluciones, sino en meter el dedo en el ojo de sus rivales en la izquierda, en hacerse eco de cualquier bulo que se lance contra ella y, cómo no, en minimizar, cuando no en despreciar, cualquier logro de ésta en los ayuntamientos donde han alcanzado el gobierno.
 
 
No ve Pedro Sánchez el continuo saqueo a que ha sometido el PP a ciudades como Madrid. No lo ve y se empeña en impedir, con manguerazos de demagogia y falsedad, cualquier intento por parte de sus compañeros para reforzar desde el gobierno la gestión de las coaliciones progresistas que logró arrebatar por fin a la derecha los ayuntamientos de ciudades tan importantes o simbólicas como Madrid, Barcelona, Coruña, Zaragoza o Cádiz. No. Pedro Sánchez, ese maniquí con cara de curita joven y guapo, que recita lo que le escriben como recitaría un niño su papel en las absurdas, si no ridículas, fiestas escolares, prefiere ver esas capitales en manos de la derecha a permitir que otros demuestren que una gestión más honrada y más justa es posible.
 
 
Y qué decir de Albert Rivera, que viaja a Caracas y lo hace después de haberlo anunciado durante días, para crear la expectación y el morbo suficientes como para convertir su visita en un acto más de campaña y obteniendo a cambio de su presencia en la Asamblea Nacional la esperada recompensa de reforzar las dudas, negadas una y otra vez por la justicia española, sobre la financiación de Podemos, dejando en un segundo plano el evidente sufrimiento del pueblo venezolano.
 
 
Nada hacen ni dicen los partidos españoles, ninguno o casi ninguno, sobre la situación de países que, como Guinea Ecuatorial o el Sahara, tienen más cercanía en responsabilidad, espacio y el tiempo con nosotros que la patria de Simón Bolívar.
 
 
No. No hablan de lo que nos preocupa, no hablan de nuestros problemas. A cambio se tiran pellas de barro e insidias, como niños a la salida del colegio o como borrachos tras una noche de juerga, No se enfrentan a la realidad, porque no buscan nuestro bienestar y lo único que les interesa es nuestro voto, tratando de mostrar su lado más centrista, ignorando que el centro no existe en política, porque todos los partidos, incluida la tan llorada UCD -llorada con lágrimas de cocodrilo, claro- son de derechas o de izquierdas, como lo son los ciudadanos, los votantes, porque en asuntos de moral o de dinero sólo se puede ser eso: de izquierdas o de derechas. Y basta con hablar de impuestos o de los derechos de la mujer para comprobarlo.
 
 
Si Pedro Sánchez emplease la mitad del tiempo que ocupa en criticar a Podemos y a los "comunistas" en construir un proyecto claro para los españoles y en explicar claramente sus intenciones, si Albert Rivera, en lugar de insistir en relacionar a Podemos con Venezuela, explicase sin tapujos su relación con las empresas del IBEX y sus finanzas, probablemente todo estaría más claro.
 
 
Mientras tanto ¿de qué van?
 
 
 
 
 

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