Tanto jijí y tanto jajá con el uso electoralista de
Venezuela, pero acabo de caerme del guindo: es todo cierto. Es incluso
peor: el chavismo tiene un plan para dominar España. Y va camino de
lograr sus objetivos. Yo estoy cagado, he empezado a hacer las maletas. Y
la mayoría de ustedes harán lo mismo cuando lean lo que voy a
contarles. Atentos.
Lo entendí todo este jueves, cuando el gobierno anunció que convocaba el
Consejo de Seguridad Nacional e incluía Venezuela entre los temas del
día. Al principio me lo tomé a broma, como la mayoría. Pero al rato
coincidí en el ascensor con un vecino nada sospechoso de simpatías
bolivarianas, y me dijo: "cómo se pasan, primero el numerito de Rivera, y
ahora el gobierno…".
Entonces lo entendí todo. Horror. Estamos
perdidos. El chavismo está cada vez más cerca de izar su bandera en
Colón, con Maduro desfilando por la Castellana (rebautizada como Avenida
de Bolívar).
Y no sé si aún estamos a tiempo de impedirlo.
Hasta ahora conocíamos solo una parte de su plan, la más
evidente: Hugo Chávez eligió a un grupito de jóvenes profesores
universitarios, los instruyó y les dio una millonada para que montasen
de la nada un partido con el que tomar el poder. Pero si solo fuera eso,
sería demasiado fácil.
Les pillaríamos en seguida, como así ha sido.
Eso es lo que querían: que les pillásemos, que creyésemos que habíamos
descubierto su plan. Típico de los malos, poner un señuelo para que
cantemos victoria y bajemos la guardia.
Como con eso
no bastaba, activaron la segunda parte del plan. Sabedores de que los
españoles no nos dejaríamos engañar por un partido filochavista, era
necesario vencer nuestra resistencia. Y para ello, metieron muchos más
millones para comprar voluntades: sobornaron a los estrategas
electorales de los principales partidos, a los directores de periódicos,
televisiones y radios, y a un montón de columnistas y tertulianos.
A
todos les dieron una instrucción clara: “hay que dar caña a Podemos con
el tema Venezuela, pero de forma desproporcionada, sobreactuada,
histérica. Sin descanso. En un crescendo imparable. Hasta que los
ciudadanos se harten. Hasta que los ciudadanos se mosqueen. Hasta que
vean raro tanto interés en hablar de Venezuela. Hasta que sospechen si
no será todo una maniobra para desgastar a Podemos. Hasta que simpaticen
con Podemos, por efecto rebote, ante lo evidente y grotesco de los
ataques.”
Yo imagino a Maduro como uno de esos villanos que en su lúgubre despacho acaricia un gatito mientras
ve en la pantalla a Rivera echando unas lagrimitas de cocodrilo en
Caracas. Casi puedo oír su risa siniestra cuando ve a los tertulianos
repetir las acusaciones contra Iglesias, los portavoces políticos
insistiendo en la consigna, las portadas de periódico monotemáticas,
Rajoy convocando el Consejo de Seguridad, y mi vecino en el ascensor
diciendo “cómo se pasan…”, y añadiendo, al despedirse: “hasta me entran
ganas de votar a Podemos”.
Así de brillante es el
plan del chavismo para dominar España: lograr que los españoles demos la
mayoría absoluta a Podemos por efecto rebote ante la desproporcionada
campaña de sus enemigos. Suena retorcido, lo sé, pero el mal, el Mal con
mayúsculas, siempre es retorcido, así disfruta más su victoria.
Imagino que se habrán gastado una millonada de petrodólares para lograr
que tantos participen en el plan: PP, PSOE, Ciudadanos, los grandes
medios, columnistas, tertulianos. A no ser que hayan confiado en la
necedad humana, y así encima les sale gratis. Podría ser. El mal nunca
descansa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION