Quien tenga ojos y oídos puede intuir que se preparan intensas
segundas entregas y remakes de las superproducciones clásicas que
triunfaron durante la crisis e hicieron a los ricos más ricos y al resto
más desiguales
En breve llegarán títulos impactantes como “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades 2: desahucio final”, “El Estado del Bienestar sigue sin ser sostenible: recorte brutal” o “La austeridad aún es el camino”
En breve llegarán títulos impactantes como “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades 2: desahucio final”, “El Estado del Bienestar sigue sin ser sostenible: recorte brutal” o “La austeridad aún es el camino”
La semana pasada conocimos unos cuantos hechos
relevantes que nos afectan directamente y tienen impacto indudable en
nuestra vidas. Supimos que la deuda pública española supera ya el cien
por cien de nuestro PIB y que nuestros acreedores en Bruselas nos tienen
preparados diez mil millones de euros en recortes, además de una más
que probable multa por no cumplir con el fetichismo del déficit. También
supimos que la banca española, ese modelo de buena gestión, cultura del
esfuerzo y emprendimiento, reconoce soportar cien mil millones de euros
en activos tóxicos y no pocos afirman que esconde otros cien mil más.
Como siempre que la banca española tiene problemas también ha vuelto a
primer plano el debate sobre la supuesta insostenibilidad de nuestro
sistema público de pensiones. Otra vez nos avisan de su inevitable
quiebra pese a que el gasto se mantiene en el 12% del PIB, dos puntos
por debajo de la media de la UE-15, y de acuerdo con las peores
previsiones, en 2050, cuando empezará a caer el numero de pensionistas,
llegará al 14% del PIB, un porcentaje similar al gasto actual alemán y
por debajo de Italia o Francia. Otra vez vuelven las catastróficas
proyecciones demográficas que hacen de coartada en todas las reformas.
Para que se cumpla la actual, repetida una y otra vez desde los medios,
la población española deberá reducirse durante las próximas décadas y
caer por debajo de los 41 millones; sólo así los pensionistas sumarán un
tercio de la población.
Estas inquietantes novedades se añaden a otras
evidencias ya conocidas, como que más de la mitad de los contratos de
trabajo firmados en España no supera la semana de duración, que el
gobierno Rajoy se ha gastado en cuatro años casi el sesenta por ciento
de la hucha de las pensiones o que cuatro de cada diez desempleados
carecen de cobertura alguna.
Quien tenga ojos y oídos
puede intuir que se preparan intensas segundas entregas y remakes de
las superproducciones clásicas que triunfaron durante la crisis e
hicieron a los ricos más ricos y al resto más desiguales. En breve
llegarán títulos impactantes como “Hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades 2: desahucio final”, “El Estado del Bienestar sigue sin
ser sostenible: recorte brutal” o “La austeridad aún es el camino”.
Ninguno de estos asuntos ha ocupado la centralidad de nuestro debate
público durante estos últimos días. Hemos estado muy ocupados
discutiendo sobre la libertad, la democracia y la marcha de la economía
en Venezuela, un mitin en el Parlament de la campaña electoral de
Otegui, la portabilidad de una bandera o por qué algunos juegan la copa
del Rey si son independentistas o republicanos. Para acabar de completar
la fantasía hasta hemos escuchado a Josep Borrell, otro fichaje
estrella de Pedro Sánchez, reclamar un aumento del gasto militar; menos
mal que aún queda alguien que se ocupa de las cosas que realmente
importan y nos preocupa a todos: nuestra indefensión ante una invasión
alienígena.
Las escasas referencias a estos graves
dilemas económicos que hemos podido escuchar en boca de los partidos que
aspiran a gobernarnos se limitan a despachar el asunto de las pensiones
invocando el Pacto de Toledo como si fuera María Auxiliadora, anunciar
subidas de impuestos para recaudar más, mientras te juran que a ti en
concreto te los van a bajar, o hacer como que llueve cuando hablan desde
Europa.
A la vista de las evidencias sólo cabe
extraer una conclusión: España es un invento y todos nosotros somos
personajes de ficción, por eso la realidad no importa y casi nadie le
hace caso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION