Tras la crisis del 2008 medios, analistas y economistas comenzaron a
realizar la distinción entre economía especulativa y real, distinción
que muchas no entendíamos.
A pesar de que la última crisis capitalista
se ha desarrollado en la esfera financiera, millones de personas en todo
el mundo se han quedado sin trabajo. ¿Por qué?
Economía real y Economía financiera
La economía real y financiera son interdependientes. Por economía real se
entiende la economía productiva, la que genera empleo, la que está
basada en la agricultura y la industria y que se basa en un tejido
productivo sólido. La economía financiera es la que se
desarrollo en los mercados financieros, los mercados de valores y las
grandes inversiones. En la economía financiera el dinero se mueve muy
rápido, es altamente especulativa y está poco regulada.
La crisis de 2008 tuvo su origen en la
esfera financiera. Con la caída de uno de los gigantes de la banca de
inversión, Lehman Brothers, los mercados e inversores entraron en
pánico, lo que provocó una crisis de liquidez. El flujo de efectivo (el
dinero circulante) se redujo, por lo que las personas de a pie
consiguieron menos créditos para sus pequeñas empresas y tuvieron que
cerrar. Se quedaron sin empleo y dejaron de pagar su hipoteca. Fueron
desahuciadas y las bolsas de pobreza aumentaron drásticamente. Las
diferencias de renta se hicieron abismales. De una manera muy
simplificada, esta fue una de las situaciones tipo que ocurrieron hace 8
años y que siguen ocurriendo a fecha de hoy.
En el sistema económico en el que vivimos hoy en día, existen a grandes rasgos, dos tipos de banca: la banca comercial o de depósitos, [1] la cual cuando trata con personas se llama banca minorista (préstamos para casas o automóviles, por ejemplo) y cuando trata con empresas se llama banca corporativa (ofrecen servicios específicos para que las empresas puedan desarrollar su actividad) y la banca de inversión,
cuya principal función es ayudar a las empresas a conseguir inversores.
Generalmente, aunque no siempre, la banca corporativa y de inversión
suelen ser ramas de un mismo banco. Por ejemplo, Barclays tiene bajo el
nombre de Barclays Bank SAU
los servicios de banca minorista, gestión de patrimonios y banca
corporativa. Barclays Bank PLC lleva la banca de inversión. Otros bancos
como Goldman Sachs operan solo como banca de inversión.
La complejidad del sistema financiero
Los bancos de inversión son gigantes
financieros que actúan lejos de la economía real. No gestionan clientes
minoristas, sino grandes inversores o inversores institucionales, los
denominados fondos de inversión.
Los fondos más importantes que existen son: los de pensiones (invierten los ahorros de jubilación de las personas), los fondos soberanos (manejan los activos públicos de los países, como en Noruega, por ejemplo), los fondos de inversión colectiva (gestionan el dinero de pequeños inversores), los fondos de cobertura o hedge funds (invierten en activos de alto riesgo y alto rendimiento) o los fondos de capital riesgo (similares a los hedge funds pero especializados en comprar empresas, reestructurarlas y venderlas a un precio superior). Los fondos titulizados son
los que se encargan de invertir en los productos de deuda titulizada.
Los bancos de inversión además de gestionar estos fondos para sus
clientes, realizan operaciones de autocartera, es decir compran y venden acciones con su propio dinero en estos fondos.
La imaginación de la banca
Desde los 80 y especialmente desde los
90, los bancos de inversión se han dedicado a la creación de nuevos
productos financieros, por ejemplo, los productos de deuda titulizada: productos financieros basados en deuda que serán cobrados en el futuro. Dentro de los productos de deuda titulizada está el bono de titulación de activos
(ABS en inglés), que agrupa muchos préstamos y lo transforma en un bono
compuesto. Estos productos tienen un alto riesgo, porque es posible que
los prestatarios finales no pueden devolverlos. Debido a este riesgo,
los ABS son difíciles de vender a otros inversores. La solución es
agrupar muchos ABS, de tal manera que el producto contenga tantos
préstamos en sí mismo que se reduzca el riesgo del impago, ya que es más
difícil que miles de prestatarios no puedan devolver sus préstamos a la
vez. Al reducir el riesgo se convierten en comercializables y vendibles
en el mercado financiero. Un ejemplo de esto son los títulos respaldados por hipotecas (RMBS en inglés) o en Estados Unidos, préstamos hipotecarios subprime
(la crísis de 2008 también ha sido denominada la crisis de las
subprime, ya que fueron este tipo de hipotecas las que hundieron los
mercados financieros).
A pesar de la ya suficiente complejidad, se ha dado un paso más: los ABS se pueden “estructurar” y convertir en obligaciones garantizadas de deuda
(CDO en inglés), es decir, se puede elegir un tipo de ABS como por
ejemplo los RMBS y convertirlo en un CDO (no es broma). El CDO es otro
bono compuesto que se puede a dividir según tramos de riesgo, los tramos
senior son tramos seguros, es decir que serán fácilmente cobrados y los
junior los más inseguros.
Aquí es donde aparecen las agencias de calificación o de rating,
que son las agencias que califican la deuda como segura o insegura,
algunos ejemplos de estas agencias son Standards & Poors, Moody’s o
Fitch. Empresas de capital multimillonario que han demostrado su sucio
papel a la hora de calificar tanto deudas como a deudores.
Los derivados financieros
Además de los productos de la estructuración de deuda, que disemina el riesgo y lo disimula pero no lo elimina, existen los derivados,
que se llaman así porque su valor “deriva” del valor de otras cosas y
no de su valor intrínseco. Las cosas en las que se basan los derivados
se denominan subyacentes, los cuales pueden ser desde materias primas
hasta acciones o índices bursátiles.
A partir de entonces, la imaginación fue el único límite al tipo de contratos derivados que se podían crear
Estos derivados pueden ser vendidos en mercados organizados (es decir, la bolsa), en cuyo caso se denominan forwards. El forward es un contrato a largo plazo entre dos partes para comprar o vender un activo a precio fijado y en una fecha determinada.
Otro derivado que existe son los contratos de futuros.
Un contrato de futuros es un contrato o acuerdo que obliga a las partes
contratantes a comprar o vender un número determinado de bienes o
valores (activo subyacente) en una fecha futura y determinada, y con un
precio establecido de antemano. Es importante tener en cuenta que “los
futuros consisten en acuerdos que obligan a las partes contratantes a
comprar o a vender un número determinado de bienes o valores en una
fecha futura determinada” (ODG, 2012). La diferencia con los contratos
de futuros es que los forward se contratan en operaciones over the counter
es decir fuera de mercados organizados. Los mercados no organizados son
los que se negocian directamente entre dos partes. Los mercados
organizados son las bolsas de valores. [2]
En la infografía se pueden comprar las
dimensiones alcanzadas por los derivados financieros. Para las cifras
más conservadoras hablamos que los derivados multiplican en 126 veces el
dinero en circulación. No obstante, conviene aclarar que nadie conoce
el tamaño de los derivados financieros a fecha de hoy, ya que el mercado
ha conseguido una complejidad tal que es imposible de calcular.
La desregulación permite la especulación en los mercados financieros
Generalmente la justificación de los
derivados es que permiten reducir riesgos, ya que puedes comprar o
vender a un precio fijo en el futuro, [3] sin embargo, los derivados también permiten especular. Esta especulación despegó especialmente en los años 80.
En 1982 dos organismos reguladores en
Estados Unidos- el SEC y el CFTC- acordaron que los contratos de
derivados no implicarían la entrega de la materia subyacente sino que se
podía resolver en dinero, lo que supuso que el mercado de derivados
pasara de cosas reales como las materias primas, a cosas abstractas como
los índices bursátiles. Tal y como afirma Ha-Joon Chang “a partir de
entonces, la imaginación fue el único límite al tipo de contratos
derivados que se podían crear”.
Hasta la década de los 80 los derivados
eran mercados marginales y hasta la década de los 90 los productos de
deuda titulizada eran escasos. Pero a partir de entonces han alcanzado
dimensiones bárbaras, debido en gran medida a la desregulación
financiera. Tal y como afirma Arribas Haro de la Agencia Estatal de
Administración Tributaria de España, “los mercados financieros en la
mayoría de los países están escasamente regulados, existiendo una
liberalización de las operaciones transnacionales, con ausencia de
controles de cambio o límites a las entradas y salidas de capital. Esta
libertad financiera ha permitido que el capital, cualquiera que sea su
origen, lícito o ilícito, se movilice desde cualquier lugar para ser
invertido en cualquier país, lo que ha generado un desarrollo
considerable de las bolsas de valores y de los mercados de capitales”.
Ha-Joon Chang afirma que:
“Empezando por Estados Unidos y el Reino
Unido en la década de 1980, un país tras otro han relajado, si no
directamente abolido, un aplico abanico de regulaciones financieras: la
regulación prudencial de los bancos comerciales (…), los tipos de
interés máximos que los prestamistas pueden cobrar; las restricciones a
los tipos de activos que pueden poseer las distintas firmas financieras
(…), las normativas sobre la agresividad de los préstamos, (…), y la
suavización, y a menudo abolición, de las restricciones de los
movimientos transfronterizos de capital (…)”. Todo ello ha hecho que por
un lado, se produzca una orientación al corto plazo, fomentando las
operaciones especulativas que dan altos rendimientos de manera rápida
pero son altamente inseguros, y una concentración del sistema financiero
global. El ejemplo más claro lo podemos ver en estos días: cómo las
élites a nivel mundial operan en paraísos financieros con empresas
fantasma, altamente especulativas. Es difícil que se ponga coto a esta
situación cuando los que regulan son los que defraudan y los que
defraudan son los que regulan, única y exclusivamente para sí mismos.
[1] El
tipo de banca existente es más amplia. Se puede dividir en función del
tipo de propiedad y del tipo de actividad. Para una clasificación más
detallada: http://www.economiasimple.net/tipos-de-bancos.html
[2] Los mercados no organizados son los que se negocian directamente entre dos partes. Los mercados organizados son las bolsas de valores.
[3] Si
el subyacente cuesta más, ganaré, si cuesta menos, perderé. Supongamos
que he realizado un contrato derivado de futuro sobre el petróleo: he
acordado que dentro de un año compraré 5000 barriles a 100 dólares. Si
dentro de un año el petróleo cuesta 90, perderé, porque mi contrato era
de 100. Si cuesta 120 ganaré, porque lo estoy comprando 20 dólares más
barato que el precio del mercado. Por eso se dice que reduce los
riesgos, porque sé de antemano a cuánto lo voy a comprar.
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