Ayer me contaron esta historia
Nada hacía presagiar hace tan
solo hace cinco años, que Manuel, joven y prometedor arquitecto y su compañera,
María, asistenta social, terminarían durmiendo con sus dos hijos y la madre de
Manuel en la calle.
Afiladas agujas sin ojo, ni hilo
por el que llegar al ovillo y entender lo que les estaba ocurriendo, se clavaron
en las sienes de ambos cuando llegaron aquellos dos hombres que parecían
sacados de un escaparate del Corte Inglés.
Como tantos otros jóvenes
madrileños, sin dinero suficiente para adquirir una vivienda, vivían en un piso
de la oficina municipal de la vivienda de Madrid, piso de alquiler con opción a
compra, que cuatro años atrás lo veían como una opción próxima. La burbuja inmobiliaria especulativa que trajo
la reforma de la ley del suelo de Aznar, disparó los precios de la vivienda y
lo que era un bien de primera necesidad paso a ser un lujo al alcance de unos
pocos.
A pesar de todo, él con un buen sueldo en una empresa vinculada a la trama Gürtel.
Ella como asistenta social, gracias a la ley de la dependencia, aunque no ganaba mucho, su sueldo sumado al sueldo de él, les daba hasta la oportunidad de ir ahorrando, no mucho, porque tampoco les dio tiempo a más, pronto su mundo lo derribaron como castillo de naipes, porque no se hundió, fue un derribo provocado y programado por esa gran estafa a la que la mafia llamó “crisis”, y que sirvió para enriquecerse a un más los ricos a costa de la clase media y trabajadora .
A pesar de todo, él con un buen sueldo en una empresa vinculada a la trama Gürtel.
Ella como asistenta social, gracias a la ley de la dependencia, aunque no ganaba mucho, su sueldo sumado al sueldo de él, les daba hasta la oportunidad de ir ahorrando, no mucho, porque tampoco les dio tiempo a más, pronto su mundo lo derribaron como castillo de naipes, porque no se hundió, fue un derribo provocado y programado por esa gran estafa a la que la mafia llamó “crisis”, y que sirvió para enriquecerse a un más los ricos a costa de la clase media y trabajadora .
Él fue el primero en caer. Se
percató de lo que estaba haciendo su empresa, de la trama política empresarial,
y denunció algunas de esas prácticas corruptas, ante quien él consideraba
honrado. Fue despedido y esas prácticas corruptas las denunció entonces justicia,
que no le escuchó. Quienes robaron Y sobornaron siguen viviendo a cuerpo de rey
en las nuevas empresas creadas por la mafia o incluso fueron recolocados en las
instituciones. Buscó el apoyo de compañeros, los pocos que le hicieron también
fueron despedidos, y sin posibilidad de trabajar, la mafia tiene su red bien
tejida y nadie que saque su estercolero a la luz, puede plantease volver a
trabajar en este país tan “democrático”.
Después le tocó a ella, los
recortes en la ley de dependencia llevados a cabo por el Gobierno de Rajoy, se
quedaron sin trabajo miles y miles de trabajadores sociales de toda España.
Las noches de vigilia estudiando,
las renuncias para labrarse un futuro, para ellos y sus hijos, no habían
servido para nada. Cielos grises cubrían sus vidas , tan grises como la boina
de contaminación que cubre Madrid, que parecía como si se hubiese desprendido y
transformándose en una grasienta mancha de pringue y corrupción que ensucia y
envilece absolutamente a todas las instituciones del corrupto Reino de España,
afectando principalmente al partido en el gobierno.
Y entonces llegaron ellos, con
traje y corbata, aquellos dos jóvenes que parecían salir directamente del
escaparate del Corte Inglés. Ni María ni Manuel, les conocían. Era gente
elegante, vestidos con caros trajes a medida, dientes bien alineados y manos
suaves. Aroma a perfume caro y desodorante de veinticuatro horas excesivamente pulverizado,
como queriendo ocultar el hedor a buitre carroñero que desprendían. Les
comunicaron lo que ya sabían.
Llegaron en el peor de los
momentos, cuando la desgracia se cegó con ellos. Ambos terminaron el subsidio
de desempleo, a él le concedieron, la prestación de 426 euros, a ella se lo
denegaron porque superaban el mínimo exigido en unos pocos euros. La madre de
Manuel al quedarse viuda se había ido a vivir con ellos y con la exigua pensión
de viudedad, superaban el límite establecido por la ministra del desempleo y la
“movilidad exterior”.
Meses antes, María y Manuel
recibieron la carta de la oficina municipal de la vivienda. Su piso había sido
vendido a una empresa inmobiliaria, de la cual es participe un pariente próximo
a un alto dirigente del partido gobernante. Les dijeron que no iba a afectarles
nada la nueva situación. Que el ayuntamiento de Madrid había decidido " externalizar" los servicios
municipales con el fin de mejorar la gestión y ahorrar impuestos a los contribuyentes
madrileños. Una cruel falacia, además de ilegal, como después se supo.
Ellos, a pesar de sus carreras universitarias, no entendieron lo que quería decir, porque ellos eran votantes del PP y creían que eran gente honrada. Pronto supieron de primera mano, que lo que decían en la televisión, en la prensa, era solo una pequeña parte de la realidad, que es preciso suponer la honradez al PP, como el valor al soldado.
Ellos, a pesar de sus carreras universitarias, no entendieron lo que quería decir, porque ellos eran votantes del PP y creían que eran gente honrada. Pronto supieron de primera mano, que lo que decían en la televisión, en la prensa, era solo una pequeña parte de la realidad, que es preciso suponer la honradez al PP, como el valor al soldado.
Aquel mismo mes los cuatrocientos euros de
alquiler pasaron a setecientos. El matrimonio malvivía con los 426€ del
subsidio y los 300€ de viudedad de la madre de Manuel. Suegra y nuera, que no
se llevaban muy bien, pasaron a ser amigas y a estar dispuestas codo con codo a
defender sus derechos. La primera consecuencia
la pagaron los dos hijos de la joven pareja, que hubieron de dejarlos a comer
en los comedores sociales escolares.
Al menos comía una vez al día en condiciones. Pero llegó el verano y el insensible gobierno de la Comunidad de Madrid, cerró los comedores escolares para evitar la "obesidad" infantil en los niños desnutridos de los barrios pobres.
Al menos comía una vez al día en condiciones. Pero llegó el verano y el insensible gobierno de la Comunidad de Madrid, cerró los comedores escolares para evitar la "obesidad" infantil en los niños desnutridos de los barrios pobres.
A todas luces no podían hacer frente al nuevo
precio del alquiler, comenzaron a dejar recibos sin pagar de luz, agua o gas, y
terminaron por dejar de pagar el alquiler. Un mal día llegó la orden judicial
de desahucio, con el aviso previo de aquellos dos elegantes muchachos con hedor
a buitre carroñero.
No hicieron caso, no tenían donde
ir. Tres semanas después llegó la orden judicial acompañada de antidisturbios
que tiraron la puerta abajo después de detener a varios activistas. Sacaron primero a los niños, a los cuales los agarraron
de malos, después arrastraron a María y a su suegra. Manuel se enfrentó a los uniformados y lo
detuvieron, con la mala suerte que terminaba de entrar la Ley Mordaza en vigor.
La cual se la aplicaron sin considerar los atenuantes y que las pruebas
aportadas estaban claramente manipuladas.
Les embargaron los escasos ahorros que todavía tenían, después le retiraron el subsidio por no pasar revista en la oficina del paro, al estar en la cárcel. Al principio algunas personas les dieron casa y vivienda, pero de esos, otros también, algunos fueron desahuciados, otros no tenían ni para mantenerse ello.
Les embargaron los escasos ahorros que todavía tenían, después le retiraron el subsidio por no pasar revista en la oficina del paro, al estar en la cárcel. Al principio algunas personas les dieron casa y vivienda, pero de esos, otros también, algunos fueron desahuciados, otros no tenían ni para mantenerse ello.
Durante unos meses
estuvieron de casa en casa y más de una noche durmiendo en la calle, en
parques, debajo de puentes, obras y donde podían.
Con la llegada del nuevo
gobierno municipal, aunque no de manera inmediata, se les concedió una vivienda
social.
A la casa de la caridad, donde
comen, han llegado políticos de la mafia política que se presentan a las
elecciones, han llevado comida, bebida, regalos para los niños y han comenzado
a hablar del peligro que supone que ganen las izquierdas. Pero como dato
curioso, a pesar de realizarse las elecciones en España, pero no les han hablado
de España. Tampoco les han hablado de Panamá, de Suiza, de la mafia que vende
las viviendas municipales a los buitres, de aquellos que les han robado la
casa, que los han tirado a la calle, que los han encarcelado de manera
criminal.
Entonces la madre de Manuel, ha
alzado la mano, para pedir la palabra, de inmediato se la han dado, un visible crucifijo
lleva la mujer al cuello, y la mafia no esperaba las palabras de la mujer.
—Muchas gracias por la comida que
hoy nos han traído ustedes, y que nosotros agradecemos, pero se han olvidado de
lo principal…
—Diga usted señora —le ha animado
una joven del barrio de Salamanca.
—De traer chorizos, porque en España
lo que sobra son chorizos y para que no se corrompan en mi tierra se cuelgan al
humo. ¿Qué no importa a nosotros lo que pase en Venezuela? Cuando quienes nos
han robado y llevado a la miseria son españoles.
No nos hablen de Venezuela, háblennos de España
y de los chorizos que deberíamos comernos para acabar con ellos…en las urnas.
Ante el revuelo inesperado de
Casilda, la madre de Manuel, María se ha subido encima de la mesa.
—Ahora estos miserables
criminales y ladrones, a sus víctimas les hablan de Venezuela. Váyanse ustedes
a la puñetera mierda.
Así se escribe la historia de los
corruptos y de sus víctimas, los primeros empeñados en salvar a la banca y al
Ibex 35 en vez de las personas.
Sus víctimas con la ley mordaza o sin ella, a
lo que más miedo deben tener es a sentir miedo.
Ellos hablan de Venezuela,
nosotros de España.
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