Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


martes, 14 de junio de 2016

En el debate todos han mostrado lo que son o dónde están, ahora nos toca decidir



No es culpa de Sánchez que alguien le crea socialista, ni de Mariano que los nostálgicos sin un duro o los que se creen clase media le regalen el voto. Tampoco es culpa de Albert Rivera seducir a ‘emprendedores’ y ‘libernadies’ pese a empeñarse en demostrar con mentiras y malas artes que no es más que un mercenario; una muleta del régimen sin más ideología que la de su bienestar personal.


 Ni es culpa de Pablo Iglesias que una buena parte de la sociedad no haya podido escapar a ochenta años de condicionamiento acultural. Los candidatos no engañan a nadie. Ni son tan hábiles, ni hacen ningún esfuerzo por serlo. Lo que pasa es que hay quien no da para más, o no quiere hacerlo.


Habría que estar muy próximo a la indigencia intelectual para no entender que Rajoy defiende los intereses de la mafiosa alta sociedad (de ese 0,01%). Tampoco lo oculta, porque ahí están sus políticas. Dentro de todo, hay que agradecerle que sea correcto en las formas y que no abuse de la difamación ni del cretinismo en el cara a cara. Si alguien que no pertenece a ese 0,01% vota a su partido, el imbécil no es Mariano.


Lo del votante de Ciudadanos es otra historia; una historia más triste si cabe. El partido de Rivera es como la mierda para las moscas. Es el ideal para los entrampados del BMW serie 3 y el adosado de urbanización colmena; para todos esos que creyeron que eran empresarios y/o emprendedores cuando en ciertos sectores todo se pagaba con billetes de 500. 


Para los fanáticos del cuento de la lechera y la ley de la selva desde la perspectiva del cervatillo que cree ser león. Para los que no desperdician la ocasión para soltar eso de feedback, business o community manager hasta cuando se dirigen al empleado de la gasolinera mientras repostan, o para los trepas que por sus tragaderas y falta de ética han sido ascendidos a un puesto intermedio y sueñan que van a heredar la empresa. En definitiva, para todos aquellos que sufrieron una fijación de la fase fálica.


Y luego está Sánchez y su PSOE. Carne de cañón. Un tonto útil con pose de prepotente. El chivo expiatorio que juega a lo que no sabe marcándose inútiles faroles. Un pésimo actor con una sonrisa hollywoodiense interpretando un guión infumable. Aunque tampoco se le puede pedir más. ¿Quién podría defender lo indefendible en un partido que lleva ‘socialista obrero’ en sus siglas pero que está obligado a ser sostén del régimen neoliberal? Es por esto que lo peor de todo son sus votantes: los unos por miserables pesebreros (el PSOE reparte migajas entre cientos de miles de familias), y los otros, los que encima no se llevan nada, por obtusos.


De Unidos Podemos no se puede decir otra cosa que el que saben que a muchos ya nos tienen comprometidos, y que por ello con su discurso de circunstancias intentan arañar algún otro voto de los indecisos. En cualquier caso: programa, programa, programa. Y desde luego, ningún cheque en blanco.


Lo de ayer fue el reflejo de lo que son y lo que pretenden las diferentes opciones que son solo dos. Tres partidos quieren apuntalar el estado de la desigualdad y los privilegios de clase, y el otro intentar hacer la cesta más digna posible con los mimbres existentes. El país, desgraciadamente, no está culturalmente para revoluciones. Y por ese motivo, si algún día tienen acceso a ellos (a esos mimbres), tampoco podrán tejer ninguna maravilla. Pero a muchos, de momento, nos basta con saber que alguien tiene la sana intención de intentarlo, que ya es mucho.


La suerte de estas elecciones está echada, pero dentro de dos o cuatro años sí nos jugaremos el cambio. Hasta entonces toca no bajar la guardia y seguir haciendo toda la pedagogía posible. Y especialmente no desesperarnos por lo que vemos. Fundamentalmente porque no sirve de nada.



  Por Paco Bello





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