Llevo varios días intentando alejarme todo lo que puedo de la actualidad deformativa,
pero incluso así no he podido evitar enterarme de lo que vivió el
pasado miércoles un tipo tan digno como Diego Cañamero en ese vertedero
mediático que es Espejo Público, el magazine matinal de Antena 3.
Supongo que el que unos sumisos
miserables sin conciencia traten con condescendencia, arrogancia
ignorante y una fingida superioridad moral a una persona que puede
darles ejemplo en prácticamente todas las facetas humanas que tienen
verdadera importancia en nuestra efímera vida, debe ser algo que repugne
al menos escrupuloso, aunque ya no lo tengo demasiado claro.
En cualquier caso lo mismo me da tres que ochenta. A mí sí me importa porque para mi desgracia yo sí siento aprensión cuando veo a estos personajes televisivos comportarse mucho peor que los cerdos. Y no tengo pensado ahorrarme el expresar mi asco por ellos cada vez que toquen a quien no lo merece.
En cualquier caso lo mismo me da tres que ochenta. A mí sí me importa porque para mi desgracia yo sí siento aprensión cuando veo a estos personajes televisivos comportarse mucho peor que los cerdos. Y no tengo pensado ahorrarme el expresar mi asco por ellos cada vez que toquen a quien no lo merece.
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Dicho esto, desde luego no me sorprende
que se cebaran con él, era más que previsible que lo hicieran. Como
tampoco me sorprendió que Ana Rosa Quintana intentara menospreciar a
Diego con ese comentario sobre el ‘pograma’ que comenté hace un mes y que ahora por lo visto se ha vuelto viral.
Y es que es imposible que me sorprenda
porque tiene toda la lógica. Porque si a algo tienen miedo los jefes de
todos estos bufones y soplagaitas que dicen ser periodistas o
‘tertulianos’, no es precisamente a los viejos y nuevos ‘moderados e
institucionalizados’ panolis, tan llevaderos, sino a los y las que son
como Diego Cañamero y no se dejan conducir al redil.
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Encerrona a Diego Cañamero "Vengo a defender los intereses de la mayoría...
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Así que vaya desde aquí mi mayor desprecio por toda esta hornada de trepas, pesebreros y lameculos mediáticos, y toda mi admiración por la integridad personificada. Por Diego Cañamero y toda esa gente que es como él.
Por Paco Bello
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