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sábado, 2 de julio de 2016

¿Militares antimilitaristas?




Sabino Cuadra.- Lo dijo Julio Rodríguez, cabeza de lista de “Unidos Podemos” por Almería en estas elecciones y general exjefe del JEMAD, órgano máximo de Defensa del ejército español: “Soy tan pacifista y antimilitarista como el que más”. Lo dijo sin parpadear y hubo a quien sorprendió lo dicho. No es mi caso.


Atribuyen a Julio César la frase “Si vis pacem, para bellum” (“si quieres la paz, prepara la guerra”). Es decir, el objetivo es la paz, pero por eso hay que contar con un fuerte ejército que disuada al enemigo de iniciar cualquier tipo de hostilidad. Y si la inician, hay que destruirlo hasta sus raíces para que sirva de escarmiento. Julio César extendió los límites del imperio por toda Europa (Francia, Alemania, Britania, Hispania, Bélgica…) y también el Mediterráneo (Egipto…), pero no por ánimo de conquista, ¡qué va!, sino por garantizar la paz en las fronteras. Era la “pax romana”, la que permitió al Imperio alcanzar su máxima extensión y esplendor y a los romanos (los millones de esclavos sometidos no compartían la misma opinión), vivir en paz y divertirse en el circo.

 
Es difícil encontrar hoy a algún militar que afirme que lo suyo es la guerra, es decir, el bombardeo, el cañonazo… En la Academia Militar, al que afirma eso le suspenden y no pasa curso. En la de Zaragoza, la frase de Julio, el romano, figura en la entrada del edificio principal. Porque, en definitiva, nadie más que ellos ama la paz, ni odia la guerra. Mucho más aún el otro Julio, el de JEMAD, que tiene mucho cursillo y máster hecho y llegó a ser “capo di tutti capi” en el Ejército español. Ellos aman la paz, lo que pasa es que…


Desde que yo recuerdo, las razones que se han dado por las grandes potencias para justificar sus guerras de agresión y conquista no han tenido que ver con sus intereses económicos o imperiales, sino con la defensa del “mundo libre”, los “derechos humanos”, la “democracia”.. Por esas razones se creó la OTAN, se invadió Vietnam y se masacró a su pueblo, se ocuparon Grenada y Panamá, se hicieron las guerras del Golfo, Irak, Afganistán… Y por esas mismas razones se han apoyado golpes de estado y armado regímenes criminales como el de Franco, Pinochet, Videla, Israel, Arabia Saudí…


Durante los cuatro años del Gobierno del PP, el Ministerio de Defensa ha sido el único que ha visto crecer sus presupuestos y, además, de forma importante. Lo contrario a lo sucedido en Sanidad, Educación, Empleo… donde los recortes han sido brutales. Para que no se notara, a las partidas aprobadas cada año se sumaba luego, pasada media legislatura, un presupuesto extraordinario que hacía que los gastos en Defensa crecieran un promedio del 33% respecto a lo que figuraba en los Presupuestos Generales.


Según los trabajos del Centro Delás de Estudios por la Paz, basados en datos oficiales, la venta de armas españolas al extranjero se ha multiplicado por diez entre 2003 y 2013 (años de gobierno PSOE en su gran mayoría). Entre los países compradores figuran algunos (Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes…) que ocupan primeros puestos entre los regímenes violadores de los derechos humanos. Arabia Saudí, esa monarquía sátrapa y misógina tan amiga de la española, ha sido en 2015 el tercer país comprador de armas.


Pues bien, bajando de la nube de las grandes declaraciones mediático-electorales a las de la realidad terrenal, ¿qué es lo que opina Julio Rodríguez de todo lo anterior?: ¿recortaría a fondo los presupuestos militares a fin de reforzar los de gasto social?, ¿acabaría con el truco de incrementar las partidas de Defensa vía presupuestos extraordinarios y partidas disfrazadas?, ¿reduciría la hipertrofiada jerarquía y plantilla del Ejército e incrementaría las de Sanidad, Educación, Trabajo?, ¿suspendería de inmediato la venta de armas a Arabia Saudí, Egipto, Israel…?, ¿impulsaría la reconversión de la industria militar en industria civil?, ¿se suprimirán las subvenciones y exenciones de los que goza el militarismo? En definitiva, ¿qué clase de antimilitarismo es ése que anuncia?


Resulta curioso comprobar cómo entre las 50 medidas acordadas entre Podemos e IU como bases para un futuro gobierno de cambio y progreso no se dedica ninguna al capítulo de Defensa. Hay muchas, y detalladas, referidas al resto de Ministerios (Educación, Sanidad, Economía, Hacienda, Trabajo, Medio Ambiente…), pero ninguna de las cincuenta se dedica específicamente a tratar este tema. Pues bien, ¿con qué se va a rellenar este apartado si, a la vez, se está defendiendo la necesidad de impulsar un gobierno de “cambio” y “progreso” con el PSOE atlantista y militarista? ¡Misterio, misterio!


Hablar sobre la OTAN es también obligado. La conciencia antimilitarista expresada en el Estado en el tramposo referéndum de 1986 (40% en contra; 6,5% en blanco), en las masivas movilizaciones contra la Guerra del Golfo y la invasión de Irak, en la lucha insumisa contra el servicio militar, así como la evidencia de cuál ha sido el papel criminal de esta organización en la historia reciente (guerras e invasiones en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia…), han sido dejadas de lado por Podemos para anunciar ahora su respeto a los Acuerdos existentes sobre bases militares y el objetivo de buscar una “mayor autonomía estratégica” de España dentro de la OTAN.


Se plasma así, en definitiva, la realización de un pacto con las élites y casta militar (Julio Rodríguez, anunciado ministro de Defensa, sería pieza clave en todo ello), por encima de las necesidades de tipo social tan vivamente afirmadas.


La OTAN pone además sobre la mesa otro problema. En Euskal Herria, Catalunya y Canarias triunfó

el NO en el referéndum de 1986. Por esa democrática razón, la defensa consecuente del derecho a decidir debería llevar pareja la exigencia de materializar sin excusa, aplazamiento, ni trampa alguna todo lo derivado de ese OTAN ez!: desmantelamiento del Polígono de Tiro de Bardenas, maniobras militares, aportación presupuestaria vía cupo…


Termino por donde empecé. La presencia del exjefe de JEMAD como cabeza de lista de Unidos Podemos en Almería y la asunción y venta electoral de ese “militarismo antimilitarista” es un claro retroceso respecto a las luchas y conquistas que el movimiento pacifista y antimilitarista ha logrado en las últimas décadas. El recién elaborado borrador para una Constitución catalana habla de una Catalunya sin ejército. Más claro, agua: “si quieres la paz, prepara la paz!








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