No pueden ser los agobiantes calores veraniegos los que han convertido a esta casta en la más incompetente y despreciable.
Al
principio se parecía más a la ceremonia del aburrimiento, algo así como
cuatro jugadores en una mesa echándose horas y horas al más aburrido de
los juegos de mesa, el denominado “tute cabrón”. Ahora no, ahora
sencillamente se cambian cromos y como no se ponen de acuerdo en el
valor de los cromos hacen como los niños pequeños. O lo mío, o no juego.
Los medios de comunicación tenemos una responsabilidad de primer orden. ¿Y
si mandásemos a toda la casta a la mierda y pusiéramos fechas, como
hacen ellos, para que los ciudadanos se enteraran de algo? Algo así
como, el próximo viernes daremos noticias si las hay, y si no es así lo
intentaremos el siguiente, y así sucesivamente, hasta que alguien deje
de berrear o de enfurruñarse, y diga algo interesante que nos saque del
pozo. O más exactamente, que les saque del pozo donde se han metido
ellos solitos.
¿Entonces qué ha pasado? Que la ciudadanía ha asumido con su voto unas responsabilidades que no puede ahora pasárselas al adversario y quedarse tan pancho
Ni los hermanos Marx conseguirían
escenas tan cómicas como las protagonizadas por el representante del
PP, con su sonrisa de caballo, o la locuacidad disparatada del de
Ciudadanos, Girauta, carne de profesor académico, que cuando
termina sus explicaciones, que casi nadie ha alcanzando a entender,
jamás osaría decirle: ¿Podría usted explicarme algo que no me ha quedado
claro? ¡Imagínense que lo vuelve a repetir todo!. La jeta de cínico del
portavoz del PP, facilita mucho su brevedad y se la agradecemos los
sufridos ciudadanos.
Negociación trucada
Parece
que se está discutiendo las consecuencias de Waterloo y en el fondo es
una negociación trucada que no sirve para nada. Mientras los demás no
muevan ficha es como si jugaran al parchís.
Ahora bien, hay momentos
épicos que ni siquiera el gran Groucho Marx habría superado. El
de un presidente del gobierno, aunque sea en funciones –todos los
presidente ejercen en funciones, ¿O no es así?- tiene el desparpajo de
negar a una periodista una afirmación que él mismo ha hecho.
Silencio, y no se le ocurra replicar, porque para Mariano Rajoy el
gremio periodístico es como el ganado; sirve para que se lo coman y lo
trata con el desprecio de quien no tiene otro fin que el de ser
devorado.
No
pueden ser los agobiantes calores veraniegos los que han convertido a
esta casta en la más incompetentes y despreciable, probablemente, en
toda la historia de la transición, lo que es mucho decir si repasamos
aquella fauna inolvidable. Y no puede ser porque ninguno de estos caballeros ha salido del aire acondicionado ni para hacer sus necesidades mínimas.
¿Entonces qué
ha pasado? Que la ciudadanía ha asumido con su voto unas
responsabilidades que no puede ahora pasárselas al adversario y quedarse
tan pancho. Si este país y este gobierno se van al carajo – cosa que no
vendría nada mal, puesto que más bajo de lo que hemos caído ya no se
encuentra fondo-, cada cual tendrá que asumir su papel. ¿Votó usted a
Rajoy? Pues, jódase. ¿Creía que el soldado Sánchez podía alcanzar las
cotas de genialidad de su antecesor Zapatero? Pues, habérselo pensado
antes.
Los cielos se conquistan peleando
Achicados los
de Podemos por sus propios errores, por el pirateo mediático que ha
sufrido y al que no ha sabido responder en tigre, sino en gato de
angora. Los cielos, ay, se conquistan peleando, no siendo buenos chicos;
ninguno de tus adversarios te perdona por el simple hecho de que
sonríes y haces de cómplice. Y sobre todo, porque es un partido tan
joven, tan joven, que no tiene aún experiencia de perder. Un partido que no sabe perder, tiene siempre un futuro incierto.
Ni los hermanos Marx conseguirían escenas tan cómicas como las protagonizadas por el representante del PP, con su sonrisa de caballo, o la locuacidad disparatada del de Ciudadanos, Girauta, carne de profesor académico
Ciudadanos será siempre un comodín de la baraja,
eso que los comentaristas denominan “partido bisagra”. Son los más
difíciles de mantener, porque la militancia es como una película de
romanos; están los protagonistas y luego un montón de extras a la espera
de un agujero para colarse y robar plano. Si todo partido es una
agrupación de gente con ambición política, de lo contrario sería una
ONG, los partidos bisagra es un club de gente voraz. (No se olviden de
aquel UPyD). Duran lo que las oportunidades de trepar, no admiten el
fracaso, ni la duda.
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