Hace algunos años, no tantos, los presentadores de Telecinco, la cadena de la telebasura, se burlaban de Antena 3 llamándola “la cadena triste”.
Hoy, con el mercado de la publicidad televisiva repartido al 50%, las
dos cadenas mantienen un pacto de no agresión: forrémonos en armonía,
como partes privilegiadas que somos del duopolio en que han convertido
la televisión en España.
Le cuento todo esto porque escucho que en Antena 3 dicen que “Pablo Iglesias
está triste”. Como ellos antes, vamos. “Se trata de una estrategia”,
dice la presentadora en un alarde de periodismo, “para que el PSOE
facilite el Gobierno de Rajoy y puedan utilizarlo en su contra”. Iglesias está desaparecido, dicen, pero no tanto: “Desde su refugio en Twitter…”.
La tertulia política de agosto en la cadena que un día fue triste cuenta con dos cascabeles periodísticos: Francisco Marhuenda, director de La Razón, y Alfonso Rojo,
deshecho de diferentes cadenas. “Aquí hay un deseo de acabar con Pablo
Iglesias y volver a la normalidad”, apunta Marhuenda. “Después de los Echeniques y de Maroto el de la Moto, van a ir a menos”, aventura con sutileza su colega Rojo, el Rappel
de la información política. La mesa de la televisión de Planeta, la
cadena que un día careció de alegría, tiene nivel, para qué vamos a
engañarnos.
“Lo que pasa es que Echenique
es minusválido, y eso despierta mucha simpatía entre la gente”, dice
Marhuenda. “Por eso miramos mucho a los defraudadores de las grandes
empresas, a los ricos. A la gente esto le mola, pero, sin embargo,
Echenique nos da pena”. Rojo, que no puede ser menos brillante en su
análisis, echa el resto con un comentario simplemente tronchante:
“Echenique ha hecho pis en la piscina desde el trampolín”.
¿Se puede hacer una televisión más
patética, un periodismo más ruin? Es difícil, pero claro que se puede.
La presentadora de la cadena un día mustia abre la boca: “No es éste el
único dolor de cabeza de Podemos. Cito a ABC: “Cañamero utilizó su cargo de alcalde para beneficiar a su familia”. Y entonces Marhuenda cita a Juan Guerra, hermano de Alfonso: “La derecha lleva siglos robando, ahora nos toca a nosotros”. Y empalma con Manuela Carmena: “Si Ana Botella hubiese hecho las cosas que Carmena, cómo la hubiesen puesto…”.
“Lo que tenemos que preguntarnos
nosotros como periodistas…”, dice Rojo en el momento en que, a punto de
vomitar, apago la televisión. Una televisión no solo mohína y
cariacontecida, recuerde el rostro de Marhuenda, sino simplemente
despreciable. ¿La cadena triste de la que se burlaba Vasile?
No, la cadena sucia que se reparte con Telecinco el pastel televisivo,
que no quiere que nada cambie, que alimenta el peor periodismo y genera
la información más tendenciosa y rastrera. La cadena que da asco.
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