Por Juan Manuel Olarieta.
Tras la agresión que
llevaron a cabo dos guardias civiles borrachos en el bar Kotxa contra
unos vecinos de Altsasu el 15 de octubre, la asociación fascista de
víctimas de terrorismo COVITE interpuso una querella no contra los
agresores sino contra los agredidos para darle la vuelta al asunto y que
los hechos no se juzgaran donde se cometieron sino en el feudo del
Estado fascista, Madrid, es decir, en la Audiencia Nacional (que es más
de lo mismo, o sea, un tribunal diseñado por el franquismo).
Dicho y
hecho; la Audiencia Nacional cumple con lo que de ella se espera: acepta
la querella, le da la vuelta a la tortilla y se declara competente
porque han reconvertido -por arte de magia- una pelea en una bar en un
crimen de terrorismo.
Para ello
la Audiencia Nacional ha tenido que calificar de yihadistas a los
vecinos de Altsasu: el año pasado los partidos parlamentarios aprobaron
uno de esos absurdos “pactos antiyihadistas” por el que le dieron un
cambiazo -otro más- al artículo 573 del Código Penal para considerar que
el terrorismo es todo, cualquier cosa, algo que ya sabíamos.
Tenemos
terrorismo de por vida. El ministro del Interior se felicita porque han
acabado con el terrorismo, pero no ha hecho más que empezar. Hasta las
peleas de bar y las discusiones entre borrachos irán a parar a la
Audiencia Nacional porque los convierten en crímenes terroristas: cuando
por medio está la policía o la guardia civil no afectan sólo a los
borrachos sino a toda la Policía y a toda la Guardia Civil. Posiblemente
también se trate de una agresión a todo el Ministerio del Interior, a
todo el Estado, al sistema, al capitalismo...
¿También se emborracha el Ministerio del Interior?, ¿bebe el Estado más de la cuenta?, ¿se pasa de copas la Audiencia Nacional?
Para
justificarse, la jueza de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela, da
muestras de cierto ingenio, inventando cosas que desconoce por completo,
como que la reivindicación de que la Guardia Civil salga de Euskadi es
una reivindicación de ETA. Pues si, es cierto, pero no sólo de ETA. Es
una reivindicación tradicional de todas las organizaciones progresistas,
dentro y fuera de Euskadi, pero ocurre que en su paranoia la jueza
Lamela no ve más que eso, ETA, por todas partes.
Es un
verdadero escándalo judicial que tratándose de un delito en el que la
Guardia Civil es una parte, la jueza ordene que sea la propia Guardia
Civil quien lo investigue, arrebatándoselo de las manos de la Guardia
Foral de Navarra. ¿La imparcialidad no le importa nada?
La jueza de
la Audiencia Nacional quiere que la Guardia Civil le informe sobre el
acoso de que son víctimas en Navarra, como si se tratara de un delito
sexual. ¿Qué entiende la jueza por acoso?, ¿qué entiende la Guardia
Civil por acoso?, ¿por qué no pregunta a los navarros si se sienten
acosados por la Guardia Civil? Una dilatada experiencia tabernaria me
dice que al darle la vuelta a la tortilla Su Ilustrísima ha perdido el
norte, porque en el mundo real suelen ser los borrachos los que se ponen
pesados y se dedican a acosar a los sobrios, y no al revés.
Está
ocurriendo lo mismo que cuando hace años la prensa dijo que el rey Juan
Carlos, hoy monarca supernumerario, había matado al oso Mitrofán después
de emborracharlo. No fue así: quien estaba borracho era el monarca.
Su
Ilustrísima ha perdido el norte porque no tiene en cuenta los hechos
sino lo que ocurrió después de los hechos, cuando los vecinos salieron a
la calle para protestar por la agresión de la que -no lo olvidemos-
habían sido víctimas. Habla de los lemas de las pancartas, de los gritos
de la gente en la calle...
Pero
Ilustrísima Jueza: lo que Usted está juzgando como delito es una pelea
en un bar no una manifestación, salvo que haya padecido un lapsus y crea
que también las manifestaciones, las pancartas y los gritos son delito
en esta país. ¿Es así?, ¿han dejado de ser derechos y también los ha
convertido Usted en crímenes?, ¿todo es ya delictivo?, ¿no se puede
mover ni un dedo?, ¿no se puede gritar en la calle libremente? Es bueno
que Usted lo aclare para recomendar a los vecinos de Altsasu que dejen
de salir a la calle y se queden en sus casas viendo la tele.
El
terrorismo es para toda la vida. Ni se acabado ni se va a acabar nunca
porque este Estado está absolutamente obcecado en fabricar terroristas.
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