Hay ocho millones de votantes del PP que cuando echan el sobre del voto
en la urna esperan que el sobre les vuelva lleno. Pero las urnas no
absuelven, para eso están los confesionarios. No exculpan a los
corruptos, incriminan a quien les vota.
Sin confesarlo aún y sin
consultarlo con las bases porque lógicamente les da vergüenza hacerlo,
los socialistas van a abstenerse para que gobiernen la organización que
hoy tiene a muchos de sus miembros y amigos sentados en el banquillo de
los acusados por la Gürtel y de las tarjetas black. Son tal para cual,
un roto para un descosido.
La costurera Susana Díaz se
ha liado a coser, como prometió. Cosió a balazos a Pedro Sánchez y le ha
cosido la boca a la militancia para que no proteste mientras cose el
PSOE al PP. Ni siquiera van a fingir que exploran una alternativa. El
bipartidismo cose a toda prisa la costura que la crisis desgarró para
cerrarnos la camisa de fuerza de la que llevamos años intentando
escapar. Nos cosen de pies y manos y labios a Rajoy. Todo cosido y bien
cosido.
Nos están dando puntadas con
una soga que nos cuelga del cuello a un partido que llena las salas de
la Audiencia Nacional justo antes de ser reelegido, un partido acusado
de financiarse en B, de destruir pruebas judiciales, que fue expulsado
de la acusación de la Gürtel por sus maniobras para defender a los
acusados, que ha terminado acusado de ser beneficiario a título
lucrativo y que encima ahora tiene el descaro de pedir que se suspenda el juicio a la trama.
No era una trama contra el
PP, como dijo Rajoy, el PP es una trama contra los ciudadanos de este
país. Pero hay ocho millones de españoles que han aprendido de Mariano a
hacerse los distraídos, a poner cara de plasma cuando oyen hablar de la
corrupción de su partido.
Hay ocho millones de votantes del PP que
cuando echan el sobre del voto en la urna esperan que el sobre les
vuelva lleno.
Poco les importa que Rajoy
supiera de la Gürtel y de Bárcenas y no corriese a la justicia a
denunciarlo, que nos mintiera cuando lo negó públicamente y cuando dijo
que todas las cuentas del PP eran legales. A quién le importa lo que
hagan y lo que digan, sus votantes son así, así seguirán y nunca
cambiarán.
Rajoy lo sabe y tiene la
desfachatez de plantearse unas nuevas elecciones porque sabe que incluso
algunos arrepentidos regresan. Hasta ahora conocíamos los arrepentidos
de la mafia que se iban, aquí tenemos votantes que se arrepienten de
castigar la corrupción y vuelven. El problema de nuestro país no es que
haya cómplices, es que hay instigadores.
España es católica hasta en
su democracia. Los pecadores son tan numerosos como reincidentes porque
hay quienes perdonan con su voto lo que la justicia persigue. Las urnas
nos han absuelto, gritaba Camps envalentonado.
Pero las urnas no
absuelven, para eso están los confesionarios. No disuelven la
corrupción, al contrario la solidifican. Las urnas no blanquean, pero
pueden ennegrecer. No exculpan a los corruptos, incriminan a quien les
vota.
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