*
*
Si hoy presto oídos
escucho una música que viene de muy lejos,
del pasado también,
de cuanto ha muerto,
de horas y signos distintos de los de hoy,
y de otras vidas.
del pasado también,
de cuanto ha muerto,
de horas y signos distintos de los de hoy,
y de otras vidas.
Quizás la nuestra
-y nosotros mismos, no somos otra cosa que ella-
no sea más que música
porque todos fuimos alguna vez mejores,
o más felices y más dignos:
no obstante, toda música cesa…
…hasta en nuestro recuerdo…
toda música cesa…
-y nosotros mismos, no somos otra cosa que ella-
no sea más que música
porque todos fuimos alguna vez mejores,
o más felices y más dignos:
no obstante, toda música cesa…
…hasta en nuestro recuerdo…
toda música cesa…
Boabdil (último rey de Granada 1460-1527)
LLORANDO POR GRANADA
*
Dicen que es verdad,
que se oye hablar,
en las noches cuando hay luna,
en las murallas, alguien habla.
Nadie quiere ir,
en la oscuridad,
todos dicen que de noche
está la alhambra, embrujada,
por el moro de Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está
encantada por perder un día Granada,
y que lloraba.
Cuando el sol se va,
se le escucha hablar,
paseando su amargura
por la Alhambra,
recordando y llorando
por Granada.
Dicen que es verdad,
que nunca se fué,
condenado está a vivir
siempre en la alhambra,
y a llorarla.
Al atardecer,
cuentan que se ve
entre sombras la figura
de aquel moro, hechizada,
por perder un día Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está
encantada por perder
un día Granada,
y que lloraba.
Cuando el sol se va,
se le escucha hablar,
paseando su amargura
por la Alhambra,
recordando, y llorando
por Granada.
Y llorando por Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está
encantada por perder
un día Granada,
y que lloraba.
Cuando el sol se va,
se le escucha hablar,
paseando su amargura
por la Alhambra,
recordando, y llorando
por Granada.
Y llorando por Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está............
que se oye hablar,
en las noches cuando hay luna,
en las murallas, alguien habla.
Nadie quiere ir,
en la oscuridad,
todos dicen que de noche
está la alhambra, embrujada,
por el moro de Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está
encantada por perder un día Granada,
y que lloraba.
Cuando el sol se va,
se le escucha hablar,
paseando su amargura
por la Alhambra,
recordando y llorando
por Granada.
Dicen que es verdad,
que nunca se fué,
condenado está a vivir
siempre en la alhambra,
y a llorarla.
Al atardecer,
cuentan que se ve
entre sombras la figura
de aquel moro, hechizada,
por perder un día Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está
encantada por perder
un día Granada,
y que lloraba.
Cuando el sol se va,
se le escucha hablar,
paseando su amargura
por la Alhambra,
recordando, y llorando
por Granada.
Y llorando por Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está
encantada por perder
un día Granada,
y que lloraba.
Cuando el sol se va,
se le escucha hablar,
paseando su amargura
por la Alhambra,
recordando, y llorando
por Granada.
Y llorando por Granada.
Dicen que es verdad,
que su alma está............
Nadie bien nacido deja de emocionarse
cuando ve a alguien romperse. Hemos llegado hasta aquí no siendo
indiferentes al llanto de un niño y al dolor de nuestros congéneres. Y
cuando perdamos eso nos habremos perdido como especie. Pero la emoción
que embarga a quien sufre porque ha perdido algo que le era caro –sea un
yo-yo, un reino, una secretaría general o un escaño- no debiera
hacernos perder la perspectiva.
La emoción es esencial como entrada al
razonamiento, pero luego hay que enfriar el sentimiento, aunque sea para
regresar a él. La solidaridad con el que sufre no significa apoyar las
razones de ese sufrimiento. La pasión debe ir siempre, como nos recordó
Hirschman, acompañada del análisis de los intereses. A veces uno se
rompe porque se ha dado cuenta demasiado tarde de que le ha faltado
valor.
A Pedro Sánchez se le ha quebrado la voz
anunciando que deja su escaño de diputado. Es la penúltima quiebra de
quien lleva demasiado tiempo haciendo vieja política y chocando contra
la marcha de los tiempos. Digo la penúltima porque en el PSOE cuando
ejecutan ejecutan de verdad. Y la gestora, me temo, aún no ha dicho la
última palabra sobre Sánchez.
Como un animal herido, el PSOE va teniendo
maneras de mafioso. Y no perdonan. Y encima dicen “no es nada
personal”. Quizá esa ha sido la razón de su voz cortada y rota.
El papel de Sánchez ha sido triste.
Cuando pudo atreverse no lo hizo y dejó que los barones le dictaran el
rumbo. Decidió echarse en brazos de Ciudadanos después de las elecciones
de diciembre y entró en el juego de descalificar a Podemos para que los
de Pablo Iglesias se abstuvieran. Ese discurso encontró eco en algunos
sectores de la formación morada, pero la hipótesis de Iglesias resultó
correcta: el PSOE nunca iba a permitir un gobierno con Podemos, y en
cuando eso cobrara la menor posibilidad, vendría un golpe de estado
interno que pondría las cosas en su sitio.
Lo que ha pasado ahora
hubiera pasado en enero o febrero. Sánchez se ha estado tentando la ropa
todo este tiempo.
Sánchez fue aupado en el Congreso
Extraordinario de 2014 por Susana Díaz y Felipe González para frenar a
Eduardo Madina, quien significaba una posibilidad de cambio tanto en lo
ideológico como en lo generacional. Sánchez, un burócrata del partido
sin mochila –salvo haber colaborado en la redacción de la reforma del
artículo 135 de la Constitución-, que siempre había trabajado para el
PSOE y que era, como todos los cachorros de Pepiño Blanco, obediente.
Hasta que se vio Secretario General y decidió tomar sus propias
decisiones. Y empezó a disparar contra el artículo 135 con el que había
colaborado y enfadó a Zapatero.
Y se postuló para candidato a la
Presidencia del Gobierno y enfadó a Susana Díaz. Y empezó a hablar con
Podemos por un por si acaso y enfadó a Felipe González. Y
ejecutó a Tomás Gómez y enfadó a la gerontocracia del Partido Socialista
de Madrid. Como los doce del patíbulo, se dio a sí mismo una misión
suicida que le podía merecer el indulto –ser Presidente del Gobierno- y
en una buena finta convocó a las bases para burlar a la baronesada. Pero
siempre le faltó coraje. Al final lo han ejecutado y no precisamente
como un mártir. En política, incluso los corredores de fondo tienen que
acertar con los tiempos y cuándo tienen que jugársela.
El epílogo no dejaba mucho espacio.
Votar contra su Comité Federal era cerrar la puerta a que nadie nunca
obedeciera las órdenes de los órganos. Mal asunto para quien quiere
dirigir un partido. Plegarse y abstenerse haciendo a Rajoy Presidente le
convertía a los ojos de cualquiera en un personaje trágico digno de un
cuento de Borges sobre traidores y héroes. Toda la jugada le empujaba,
en términos racionales, a la dimisión (aunque la desesperación dejaba
todos los escenarios abiertos).
La voz rota ha sido la constatación en
directo de que ha perdido la batalla y, me temo, la guerra.
Anuncia Sánchez que va a recorrer el
país de cara al próximo congreso del PSOE. Tiene detrás demasiada
mochila. Ese anuncio sirve para maquillar un poco el duro golpe que le
ha supuesto tener que marcharse, pero no vale para reconstruir el PSOE.
Ese partido se ha roto, y no puede ponerse en marcha con parches. Ni con
Borrell que trae el fardo de Abengoa y los consejos de administración,
ni con Madina que va a hacer Presidente a Rajoy absteniéndose, ni con
Sánchez, que ha hundido a su partido llevándole al peor resultado de su
historia y a una falsa lucha interna que solo ha servido para deprimir a
los militantes y votantes honrados de ese partido.
Al PSOE no le queda otra que romperse
porque la socialdemocracia ligada a la Internacional Socialista ha
cumplido su ciclo histórico. Tuvo su momento de gloria en los años
cincuenta y sesenta con el SPD alemán y el Partido Laborista inglés,
comenzó el declive con la quiebra de Bretton Woods en 1973, abrió las
puertas a los barbaros con el Tratado de Maastricht, firmó su defunción
con las terceras vías y se enterró a sí mismo entrando en el gobierno
con Ángela Merkel, haciendo de Margaret Thatcher su referente,
bombardeando Yugoslavia o Irak y entrando en nómina de Gazpron, Gas
Natural, Murdoch o Carlos Slim.
En España, al igual que en Europa, hay
que reconfigurar el sistema de partidos. Lo viejo no termina de
marcharse y lo nuevo no termina de llegar: tiempo en donde proliferan
los monstruos. La quiebra del bipartidismo ha venido de la mano de la
quiebra de las salidas neoliberales. Ni la naturaleza, ni los países del
sur ni las generaciones futuras pueden cargar con el ansia de beneficio
que reclama el sistema a sus grandes corporaciones.
Por eso ha
regresado a Europa esa lucha de clases que significa que en España
entren dos salarios en una familia y no lleguen a fin de mes. La lucha
de clases que implican las palabras del jefe de la patronal, Rossell,
afirmando que “el trabajo estable es una reliquia del siglo XIX”. El
PSOE ha decidido –como en Italia, como en Alemania, como en Grecia-
ponerse al lado de los que combatía hace treinta años.
Y no puede hacer
otra cosa porque es una de las dos patas del sistema. Hace dos años y
medio afirmé que el PSOE tenía que elegir entre Podemos o el PP, y que
si escogía al PP se rompería. La parte más relevante de ese partido ya
ha decidido. Ahora falta no que nadie invente falsas reconstrucciones de
un partido moribundo ideológicamente, sino que los socialistas de
corazón encuentren un nuevo espacio y abran el debate con lo emergente.
Y
en la sede de Ferraz, colgará boca abajo el retrato de Pedro Sánchez
como aviso para navegantes.
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