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martes, 6 de diciembre de 2016

Bertolucci reconoce que engañó a Maria Schneider en la escena de la mantequilla de 'El último tango'


Una entrevista del cineasta hasta ahora desconocida revela que conspiró con Brando para que la actriz "no interpretara su miedo sino que lo sintiera"


"Pobre Maria. Murió, creo que hace dos años. Después de la película no nos volvimos a ver porque ella me odiaba. La escena de la mantequilla la pensamos Marlon Brando y yo esa mañana, antes de rodar. Creo que me porté horriblemente con Maria, porque no le conté lo que iba a pasar.


Quería que su reacción fuera la de una chica, no la de una actriz.


Quería que se sinitiera la humillación, que gritara ¡no, no!... Creo que nos odió a Marlon y a mí porque no le contamos el detalle de la mantequilla como lubricante.


Aún me siento muy culpable por todo esto". ¿Se arrepiente? "No me arrepiento pero me siento culpable.


Hacer películas es también eso, conseguir cosas. Tenemos que ser completamente fríos. No quería que Maria interpretara rabia y humillación, quería que Maria sintiera rabia y humillación. Después, ella me odió para toda su vida".


Son frases de Bernardo Bertolucci, pronunciadas en una entrevista en la Cinémathèque Francaise, en 2013 y ahora, tres años después, inmortalizadas en un vídeo disponible en la red desde la semana pasada.


Los protagonistas son él mismo, Marlon Brando y Maria Schneider, los protagonistas de El último tango en París. A pesar de que la leyenda de aquel rodaje es larga y oscura, aquellas frases que parecían perdidas se acaban de convertir en un escándalo.


No hace falta dar muchas más explicaciones que pongan en contexto las frases de Bertolucci. La famosa escena de la mantequilla fue, como mínimo, una trampa contra su protagonista femenina.

¿Fue una violación? Maria Schneider (que en el momento del rodaje, 1972, tenía 19 años, mientras que Marlon Brando tenía 48) habló en 2007, en una entrevista en el Daily Mail, de aquel suceso.


Negó que la escena fuera completa, pero explicó el daño que sintió.


 "Durante la escena, aunque Marlon estaba interpretando, yo lloré lágrimas de verdad. Me sentí humillada y, si soy honesta, casi violada". "A little raped", es la frase literal en inglés.


La vida de Schneider fue desdichada después de El último tango en París. Sufrió depresión y se trató por su adicción a la droga. Murió enferma de cáncer en 2011.




"La escena de la violación fue real". Eso dicen los titulares. La frase no solo es inexacta, sino que pone de manifiesto una actitud casi tan condenable como la de Brando y Bertolucci. 


“La escena de la violación más famosa del cine fue real”. “El director de El último tango en París admite que la controvertida escena de la mantequilla fue realmente una violación”.  


Desde hace varios días hemos leído titulares como los anteriores en todo tipo de medios, acompañados de la lógica indignación popular. Pero, ¿cuánto de verdad hay en ellos? La historia tiene matices más peligrosos y confusos de lo que parece a primera vista.


El último tango en París ha sido una película polémica desde su estreno en 1972 por su contenido sexual, que la llevó a ser censurada o prohibida en varios países –entre ellos España–. De todas las escenas de contenido explícito, una pasó de forma inmediata al imaginario colectivo con el descriptivo nombre de “la de la mantequilla”.  


En ella, el personaje de Brando sodomiza al personaje interpretado por Maria Schneider utilizando mantequilla como lubricante.


 Hemos utilizado el término personajes, sí, porque ahí está la clave.


El 23 de noviembre se subió a YouTube un vídeo con el título “Bertolucci admite que la escena de la violación no fue consensuada”.


En el vídeo, correspondiente a una entrevista de 2013 en la Cinémathèque française, se ve al director admitiendo que ni él ni Marlon Brando avisaron a Maria de lo que iban a hacer durante la escena, y que por eso la actriz le odió por siempre. También afirmaba no arrepentirse, pero sí sentirse culpable.


Lo que ocurre es que a partir de aquí numerosos artículos, como este de Yahoo o este otro de la edición americana de Elle, tuits y piezas de opinión se han hecho eco de la historia omitiendo un hecho importante: la violación no fue real, se fingió, se interpretó.


 La leyenda sobre que el sexo que se veía en El último tangoen París es real –como ha sucedido en películas no pornográficas como 9 songs– ha acompañado a la película desde siempre.


 Pero la propia Maria Schneider había hablado de ello en una entrevista en 2007: “Muchos creen que las escenas entre Brando y Schneider fueron reales, pero ella insiste: 'Para nada. No hubo atracción entre nosotros. Para mí, él fue más como una figura paterna y yo como una hija”.


En la misma entrevista Maria contaba la escena con sus propias palabras, explicando que la escena no estaba en el guion original sino que fue una idea de aquella misma mañana de Brando: “Debería haber llamado a mi agente o pedir que un abogado viniera al rodaje porque no puedes forzar a alguien a hacer algo que no está en el guion, pero en aquel momento yo no lo sabía.


Marlon me dijo: 'Maria, no te preocupes, sólo es una película', pero durante la escena, incluso aunque lo que Marlon estaba haciendo no era real, lloré lágrimas reales.


 Me sentí humillada y para ser honesta, un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consoló ni se disculpó. Afortunadamente, fue solo una toma.”


El hecho de que el titular de la entrevista sea “Me sentí violada por Brando”, no con las palabras literales de la actriz, nos indica por dónde van los tiros en esta historia.


 Por supuesto, para que una violación se dé, no es necesario que haya una penetración vaginal –en este caso sería anal–, pero ¿de verdad pensamos que rodar una violación ante las cámaras y fingir una violación con un intérprete que no sabe que esa escena va a tener lugar es lo mismo? ¿Es exactamente lo mismo que no le digan a una actriz que va a representarse su violación a que no te digan que la van a violar?


El comportamiento de Marlon Brando y de Bertolucci fue abusivo y condenable, una agresión, un acto de violencia sin discusion y un clásico ejemplo de cómo hombres se aprovechan de su situación de poder con una coartada artística para engañar y manipular a una mujer que no está en las mismas condiciones que ellos.


 Un comportamiento tan habitual en la industria del cine o en las artes en general, que ni siquiera sus perpetradores son capaces de encontrar algo reprobable en su actuación.


 Las palabras de Bertolucci “no quería que interpretara la rabia y la humillación, quería que la sintiese” deberían bastar para indignarnos.


Pero el hecho de que los medios dejen sobreentendidos o, algunos directamente, hablen en términos tan sensacionalistas como “Bernardo Bertolucci confiesa que obligó a Marlon Brando a meterle un palo de mantequilla a María Schneider durante el rodaje para que la humillación fuera real” debería repugnarnos tanto como la propia historia.


Tal vez la obsesión por incluir la palabra “violación” en los titulares y obviar toda mención en el contenido a que el sexo durante la película no tuvo lugar en realidad nos hable del verdadero interés en muchos artículos: las visitas están por encima de la denuncia, el clickbait gana a la voluntad de exponer de forma veraz una situación de dominación y engaño en el que una de las partes salió mucho más escaldada que la otra.


 El interés principal no es provocar un debate sobre los límites de una obra artística o incluso llegar a plantear qué entendemos por “violación”.


El malentendido, intencionado o no, ha logrado que numerosas personas como la actriz Jessica Chastain, se indignan con sinceridad y sin intereses espurios ante el relato, pero lo están haciendo en unos términos que, sencillamente, no se corresponden con la realidad.



No hay que olvidar que estamos hablando de algo que no es reciente, que no es en realidad ni noticiable. La entrevista de Bertolucci es de 2013, la de Maria está a punto de cumplir una década y de hecho la actriz murió en 2011 tras una vida con internamiento en psiquiátricos y abuso de drogas. Ella misma dijo que no había sido capaz de sobrellevar el éxito y el escándalo de la película y las circunstancias del rodaje, ante las que el mismo Brando dijo que había sentido que Bertolucci había abusado de él.


¿Por qué es ahora noticia lo que no lo fue hace 3 años? Da la sensación de que la única diferencia es ese video de YouTube (de una usuaria hispanohablante, por cierto), que ha logrado despertar la conciencia colectiva allí donde los hechos relatados por sus protagonistas no lo habían conseguido, aunque webs de corte feminista y usuarios individuales, los menos, han hablado a lo largo de todas estas décadas de lo ocurrido.


 O, según otra forma de verlo, que los primeros textos en Internet que se hacían eco del reciente video de YouTube tuvieron tantas visitas y funcionaron tan bien a nivel de clics y usuarios que todos los medios se lanzaron a escribir su propia pieza sobre el asunto, sabedores de que nada alimenta el interés tanto como un buen escándalo, si incluye sexo, truculencia y una mujer joven, hermosa y desvalida, mejor.


Escándalo que ya lo era hace un mes, hace un año o incluso hace 30, pero por el que los medios generalistas no sentían el menor interés.


También hay otra forma de verlo, más positiva y menos cínica: puede que, simplemente, muchos no supiesen las circunstancias o que les hubiesen pasado inadvertidas entre el marasmo de información con el que nos vemos bombardeados cada día. Tal vez hace sólo tres años no existía una sensibilidad social hacia estos temas que provocase la indignación que se ha levantado hoy.


Pero el hecho de que ahora esté ocurriendo, aunque sea con titulares amarillistas que cuentan medias verdades o inventan detalles morbosos, nos indica que las cosas están cambiando en menos tiempo del que pensamos.


Que episodios de la cultura, del pasado o de las ficciones con los que llevamos conviviendo décadas de forma natural hasta el punto de que se nos pasaban por alto sus profundas implicaciones, empezarán a aparecérsenos bajo una luz diferente, y lo que antes considerábamos “normal”, de pronto no lo sea en absoluto.


 Que estamos empezando a reescribir nuestra propia historia y nuestra relación con la cultura en unos términos diferentes a los que nos han venido dados. Y eso es un motivo para la esperanza.


 http://www.msn.com/es-es/entretenimiento/cine/hay-un-detalle-crucial-en-la-pol%C3%A9mica-de-el-%C3%BAltimo-tango-en-par%C3%ADs-que-estamos-pasando-por-alto/ar-AAl9J47?li=AA826S&ocid=spartandhp






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