Sinceramente, a diferencia de lo que
pienso de la mayor parte de los periodistas de los que se nutren
los circos televisivos que hoy llamamos noticiarios o tertulias
políticas, incluyendo a los que representan el papel de progresistas o
izquierdistas, no creo que Iñaki López sea una mala persona.
Lo que sí
creo es que es un mayúsculo cobarde, y como consecuencia un chaval muy
obediente, muy disciplinado. Aunque si me paro a valorarlo, no sé qué es
peor ni a quién prefiero, si a un canalla congénito o a un pelele.
Puede que incluso me dé más grima el pelele, el monigote.
Y el caso es
que a este muchacho lo he visto emocionarse con relatos de esos que
hacen estremecer a las personas con sentimientos, y he visto cómo le
brillaban los ojos escuchando a invitados de esos que merecen respeto y
atención.
Lo que no deja de ser un agravante, porque esa reacción indica
que tienes capacidad para apreciar la diferencia entre lo que está bien
y lo que está mal.
Y lo de ayer; el bochornoso espectáculo que
protagonizó ayer el sensible Iñaki López, no es que esté mal, es que fue
nauseabundo.
Quizá lo que más asco me dio no fue que
se le notara tanto el estar cumpliendo con la consigna del día; con lo
de no permitir que se hablara del repugnante asunto de Inda, sino
que fuera tan torpe y tan evidente para intentar justificarse.
Primero
con aquello de que ya existen otro programas para ventilar la vida
privada de los personajes públicos, como si en ese caso se estuviera
tratando con quién se acuesta o deja de acostarse Inda, cómo es su casa,
cuánto dinero tiene su familia, quién es su sastre, o si ha discutido o
se ha reconciliado con su pareja, que sí sería propio de los programas
del famoseo a los que aludía Iñaki sin nombrarlos.
Y segundo, que se
permita asegurar que, en las infinitas ocasiones anteriores en las que
se ha profundizado en La Sexta Noche en la vida privada de sus invitados
o colaboradores, él no lo ha permitido. Manda narices.
Para empezar, Inda ha sido precisamente
el que ha convertido, con la complicidad del moderador, este programa en
un ‘salsa rosa’ cualquiera, hablando del ‘casoplón’ de la familia de
Carolina Bescansa o de su posición social, o de la familia de las
hermanas Serra, o de sus aficiones.
También de la de Ramón Espinar, o
incluso, entre mil ejemplos más, de la condición aristocrática de la
familia de una compañera de profesión (para que no se diga que solo lo
ha hecho con políticos, o con sus familias).
"La Sexta Noche" trata de silenciar el escándalo de Eduardo Inda. @CBescansa...
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La Sexta Noche trata de silenciar el escándalo de Eduardo Inda
La Justicia embarga el sueldo de Eduardo Inda en La Sexta
Y precisamente por esto se hace más
insultante si cabe el repentino autoritarismo de un
moderador habitualmente pusilánime, cuando en esta ocasión la situación
invitaba justamente a lo contrario aunque solo fuera porque Eduardo Inda
probara un poco de la misma medicina que ha estado repartiendo
inmisericordemente durante varios años.
Máxime cuando además sí estaba
motivado el ser algo más permisivo, evidente como era que no solo
suponía un asunto de interés general (trending topic durante todo el día
en RRSS), sino que además tenía relación directa con el machismo, que
era justamente el tema que se estaba tratando.
Y eso por no hablar de lo
mucho que merecía semejante descrédito el hasta ayer azote de los
inmorales (y qué mayor inmoralidad que, pudiendo, no pasar la pensión de
manutención a tus propios hijos).
“Gracias Eduardo por tu paciencia”. No tienes vergüenza, Iñaki López.
No creo que valga la pena extenderse más
sobre el particular, pero sí añadir algo no directamente relacionado
con el affaire de anoche. Sé que se mueve por las redes una corriente de
opinión, bienintencionada pero bastante infantil, que apela al boicot a
este tipo de programas, a apagar la tele.
Y está muy bien apagarla, no
verla, pero parece que hay quien no valora que el que es capaz de
cumplir con ese tipo de propósitos es precisamente el espectador no
manipulable, el que daría exactamente igual que viera este u otros
programas.
Ese tipo de propuestas no pasan de pataleta inútil, porque
tampoco afectan a los ingresos por publicidad de una cada día más
subvencionada televisión privada. Lo que tenemos que hacer si queremos
que un servicio público tan condicionante culturalmente como la
televisión no nos perjudique, es exigir calidad, pluralidad, acceso a la
participación pública, y rigor y seriedad cuando no se trate de
espacios de opinión.
Y por supuesto, una ley de medios que obligue a
cumplir con estos principios, o que los sancione con la mayor dureza
posible si alguien los incumple. Y denunciar. No dejar nunca de
denunciar públicamente cuánto nos molesta que todo sea interesada basura
en los grandes medios de comunicación.
MAS VIDEOS DE EDUARDO INDA
y la SEXTA EN EL ENLACE de abajo
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