Prácticamente en todas sus últimas apariciones hubo otra coincidencia: don Juan Carlos agarrado a su bastón —del que ya no separa—, que simboliza perfectamente un cierto deterioro en su salud tras haber superado varias operaciones en pocos años y a uno solo de convertirse en octogenario.
Como publicó este diario, a causa del funeral del banquero José Ángel Sánchez Asiaín, al que acudieron ilustres del mundo financiero español, las dificultades de movilidad del
rey emérito son de sobra conocidas para aquellos que pasan momentos
junto a él.
Problemas evidentes, por otro lado, como se pudo observar
con especial detalle en su viaje a La Habana hace tres meses en el que además de su bastón requirió un apoyo adicional para caminar en todo momento y pese a los continuos tratamientos de rehabilitación a los que se somete.
Con respecto al despacho propio de Palacio Real,
a inicios de 2015 y seis meses después de abdicar sirvió para retomar
su agenda institucional y desarrollar labores propias —encuentros,
audiencias y reuniones fuera de la agenda pública— del que fue el jefe
del Estado durante casi 40 años.
Sin embargo, desde hace tiempo el rey
emérito no usa este espacio de trabajo y su actividad se limita a
las contados actos y salidas internacionales ya comentados.
En lo que
va de 2017, don Juan Carlos ha reaparecido públicamente en una sola
ocasión, el lunes pasado, con motivo de la entrega de los Premios
Nacionales del Deporte de 2015 en el Palacio de El Pardo, y lo hizo
junto a su mujer y los Reyes.
Según explican fuentes conocedoras, Juan Carlos I dedica desde hace meses la mayor parte del tiempo a sus grandes aficiones, empezando por la caza
—en fincas de la comunidad de Madrid, propiedad de amigos y alrededores
como Aranjuez— junto a otros aristócratas y amistades de confianza.
La tauromaquia representa otro de los grandes intereses del monarca, como también participar en regatas
durante el verano.
Y, aunque las mismas fuentes aseguran que el rey
continúa haciendo viajes privados —como el de la pasada Nochevieja a
EEUU—, sí reconocen que ya son menos frecuentes que en años anteriores.
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