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lunes, 30 de enero de 2017

Los «selfies» del Holocausto



Un humorista israelí mezcla fotos de turistas con imágenes de los campos nazis


Un chico hace malabares con pelotas rosas entre bloques de hormigón. Al desplazar el cursor, la instantánea pierde su color original y se transforma en una en blanco y negro en la que el joven continúa haciendo lo mismo, pero esta vez ante una pila de cadáveres.


 Así son los fotomontajes del humorista israelí Shakak Shapira, que combinando selfies con crudas imágenes de archivo de los campos de concentración nazis ha querido dar un toque de atención a los millones de turistas que visitan cada año el famoso monumento en memoria a las víctimas del Tercer Reich, obra de Peter Eisenman y situado en pleno corazón de la capital alemana.


«En los últimos años he observado un interesante fenómeno en el memorial del Holocausto: mucha gente lo usa como fondo para sus fotos en Facebook, Instagram o Tinder», explicaba Shapira el 18 de enero durante la presentación del controvertido proyecto.


 La página web Yolocaust, un juego de palabras a partir de la expresión inglesa yolo (acrónimo de You Only Live Once, «solo se vive una vez» en español) y Holocausto, recopila y altera decenas de imágenes que en su día fueron compartidas en las redes sociales y en las que ahora se ve a jóvenes haciendo el pino, bailando o saltando entre rostros ojerosos y cuerpos esqueléticos.


En tan solo doce horas de vida, la web acaparaba todo el protagonismo en los medios y las redes sociales, tras recibir más de 500 comentarios y 8.000 me gusta. Sin embargo, lo que para muchos es arte, para otros resulta una provocación.


 Uno de los que opinan así es el director de la fundación del monumento, Uwe Neumärker, que insiste en que los bloques de hormigón al aire libre simbolizan tumbas, pero no lo son. «Se trata de una obra y no de un cementerio, no queremos controlar lo que los turistas capturan con sus cámaras o no, de lo contrario ya habríamos prohibido las fotografías y colocado personal de seguridad hace tiempo», sostiene Neumärker.


En la misma línea se expresó el escritor Henryk M. Broder, quien defiende que las parejas se besen y la gente pose a sus anchas en la moderna instalación. «Así se genera vida en medio del macabro desierto de piedras», afirma Broder, que tachó la página web de kitsch.


En cualquier caso, Yolocaust no ha dejado a nadie indiferente. Desde su lanzamiento, Shapira ha recibido cientos de correos electrónicos y llamadas tanto de apoyo como de rechazo. Desde investigadores hasta antiguos empleados del monumento, pasando por gente que perdió a familiares en el Holocausto o incluso profesores que quieren estudiar sus fotomontajes en los colegios.


Con todo, el cómico y escritor de 28 años decidió poner fin a la web, que ha superado ya los dos millones y medio de visitas, el viernes pasado, precisamente el Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. Shapira considera que ha cumplido su objetivo, apelar a las conciencias y «cuestionar la cultura alemana de la memoria». Sobre todo después de que todas las personas que aparecían en sus fotomontajes se pusieran en contacto con él para pedirle disculpas.


Concluye así un proyecto que sin duda demuestra que, 72 años después de la liberación de Auschwitz, la sociedad sigue sin ponerse de acuerdo sobre cuál es la mejor manera de recordar a las víctimas.
 

 

 

 


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