Levantarme
esta mañana me ha costado la misma vida. Y no. No es que el niño haya
dormido mal, o que esta ola de frío me tenga paralizado. Sencillamente estoy cabreado.
Y es que eso de madrugar cada día para ir a trabajar para ser
productivo y pagar impuestos, me ha parecido una gran estafa. Hoy yo
hubiera preferido parasitar del sistema por una vez.
Pero no a lo pobre,
que eso no tiene gracia, sino a lo grande. Y en vez de ser rechazado
socialmente por vago, podría ser bendecido por todos, y adulado por
medios de comunicación y políticos bien amaestrados que harían creer a
la gente que yo soy el primero de los españoles, y hasta el salvaguarda
de la democracia.
Estos mismos medios ocultarían mis defectos y
ensalzarían mis virtudes hasta el infinito, haciendo al pueblo pensar
que soy imprescindible. Lo mejor de todo esto sería que además no
tendría que esforzarme para llegar a mi posición de privilegio, ya que
esta vendría determinada por nacimiento. Sí. Seguramente ya lo habrán
averiguado. Hoy me he levantado queriendo ser Borbón.
Llámenle
envidia si quieren, pero como ciudadano del que su estado solo se
acuerda a la hora de pagar, me ha molestado mucho conocer que
supuestamente hemos costeado con nuestro dinero los líos de faldas del antiguo rey.
Desde luego me importa poco lo que un monarca haga en su vida privada
–o no, porque ese privilegio es cosa de plebeyos y no de reyes-, pero
saber que los servicios de inteligencia de mi país pagaron con fondos
reservados muchos millones de las antiguas pesetas para comprar el
silencio de una amante es algo que me escandaliza.
Entiendo que los
Borbones llevan eso de la lujuria en la sangre (sin ir más lejos el
abuelo Alfonso XIII fue un avanzado a la industria del sexo, y ya
gustaba de grabar sus propias películas pornográficas para su
divertimento personal), pero desviar un dinero que en teoría debía
destinarse a luchar contra el terrorismo y el narcotráfico, me parece
pasarse tres pueblos.
Aunque no me hagan caso. Vistas las escasas
reacciones que ha producido el descubrimiento seguramente seré un
exagerado.
La noticia
ha salido a la luz sospechosamente justo cuando al dueño del medio que
la ha filtrado, una jueza le ha pedido una fianza de un millón de euros
por injurias. Llámenme mal pensado, pero no sería la primera vez que
alguien intenta usar la influencia de la familia real en los resortes
del estado para beneficio propio, y no he podido evitar pensar si con esta publicación no se estaba lanzando un mensaje.
En fin, sea como fuere, el caso es que una vez más a pesar de lo
sangrante de lo expuesto, pocos medios han dado cobertura a esta
cuestión, y eso es lo que definitivamente me ha convencido de que quiero
ser Borbón.
Un Borbón de categoría, sí señor. Y así podría saber lo que
es vivir a costa de los demás. Y pasarme la vida viajando y dándome
gustos caros sin soltar un euro. Y poder tener negocios privados
extraños por ahí sin que nadie se atreva a investigarlos. Y salir airoso
de cada situación comprometida, sabiendo que a mi familia la protege su
sangre, y que si algún día –por ejemplo-, una hija mía se ve envuelta
en un caso de corrupción, no me faltarán aliados dispuestos a
defenderla.
En definitiva, quiero ser Borbón para hacer lo que me de la gana sin rendir cuentas a nadie, garantizándome un puesto bien remunerado para toda mi vida sin opositar por ello. Porque yo lo valgo y punto.
PD: El
presente artículo fue escrito para ser publicado en un medio escrito en
el que colaboro habitualmente. Lamentablemente los dueños del periódico
consideraron que el contenido era poco apropiado para ver la luz. Con
esa reacción -de la que eximo de toda responsabilidad a los
profesionales del diario-, estos señores me han confirmado que quiero
ser Borbón, para que la autocensura mediática evite que se hable de mis
líos amorosos si alguna vez los tuviera. Ahí lo dejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION