En ese
período "loco" no faltaron comidas en los restaurantes con estrellas
Michelin, asistencias a cacerías, cenas, viajes a Londres, al Caribe,
bodas de la altas sociedad, etc
. En apariencia, la vida del jubilado
Juan Carlos I parecía un sueño para muchos. Pero detrás de esta capa
superficial había una realidad no tan optimista. Actualmente, el rey
emérito ha frenado un poco su actividad de ocio.
De hecho, las giras
gastronómicas por la geografía española parecen haber ido a menos.
Debido, por una parte, a sus mayores achaques de salud.
Así,
cuando don Juan Carlos sale de palacio su médico no se separa ni 50
centímetros del monarca. Y, por otra parte, a un claro intento de
acercarse más a su hijo, el rey Felipe, mostrando un mayor deseo de
apoyar a la corona y los intereses de España.
Los de siempre
Quizá
por esa soledad interna, el rey busca que su paradero sea muy difícil
de rastrear y continúa intentando tener un círculo muy variado de
conocidos. En España aún mantiene viejos amigos que, como Antonio Eraso
Campuzano, vienen de los viejos tiempos de su infancia en Estoril
(Portugal). Eraso es un conocido hombre de negocios madrileño con al
menos 98 cargos en puestos de administración en 69 empresas. De familia
noble, a su enlace en enero de 1966 acudió desde Carrero Blanco al rey
italiano Humberto de Saboya.
Este rico empresario
compartió infancia en Estoril con don Juan Carlos gracias a la amistad
que unía a sus padres con los condes de Barcelona. De hecho, Dolores
Campuzano Calderón fue la última gran amiga de la condesa de Barcelona
hasta su fallecimiento en 2011. De las empresas en las que tiene
intereses Antonio Eraso en Madrid, Guipúzcoa, Barcelona y Valencia,
destaca Ombuds, empresa de seguridad ganadora de grandes concursos
públicos, como la gestión de la seguridad privada de los hospitales
militares del Ministerio de Defensa, entre muchos otros.
El hermano de Antonio Eraso, Eduardo, fue uno de los
investigados por el caso Gürtel. De hecho, se le consideró el
blanqueador en Suiza de los fondos de la trama. Según el juez Ruz, a
través de él la red pudo llegar a blanquear más de cinco millones de
euros basado en un método de expatriación de fondos a paraísos fiscales.
También
siguen al lado del rey emérito hombres de su plena confianza, como el
general Félix Sanz Roldán, antiguo jefe del Estado Mayor de la Defensa y
posteriormente director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Un
general de larga trayectoria profesional, que tras ser jefe del Estado
Mayor de la Defensa entre 2004 y 2008, es el actual director de los
espías españoles.
Un hombre que hasta hace escasos meses se encontraba
con don Juan Carlos casi todos los fines de semana en Zarzuela, dado lo
informal de su relación, y a quien el presidente de la Cofradía de
Caballeros Cubicularios de Zamora, a la que pertenece, define como
“persona cercana, sencilla, entrañable y siempre dispuesta a colaborar”.
Su
figura como “protector” del monarca sigue hoy más vigente que nunca,
como está ocurriendo con el escándalo de su relación con Bárbara Rey. Y,
más aún, en su intervención directa en la relación del monarca con la
princesa Corrinna Zu Sayn-Wittgenenstein.
El general Sanz Roldán visitó a
la princesa consorte en el hotel Connaugth de Londres, en junio del
2012, para pedirle que, por el bien de España, terminara su relación
“entrañable” con rey tras la famosa cacería de elefantes en Botsuana. El
jefe de CNI tuvo que explicar luego en la comisión de Gastos Reservados
del Congreso -que atiende los secretos oficiales- el papel que jugaron
los servicios secretos españoles respecto a Corinna.
Si los servicios de
inteligencia le daban protección el tiempo que ésta vivió en España,
además de explicar por qué agentes escoltas de la Guardia Civil,
adscritos a Defensa, le acompañaban en sus viajes fuera de España.
Estos, incluso, le pusieron el nombre en clave de
Ingrid.
Sus verdaderos lazos con Maria Cicogna
De
la amistad con Marina Cicogna se habla mucho. Se tilda de “nueva”
aunque en realidad se trata de recuperar una antigua amistad que se
remonta a más de 50 años atrás. La condesa Marina Cicogna, descendiente
de los condes Cicogna Mozzoni y de los condes Volpi di Misurata, ha sido
fotógrafa de la jet-set, actriz y productora cinematográfica.
Una mujer
muy popular entre la gran sociedad internacional. Precisamente, el rey
Juan Carlos siente pasión por la aristocracia italiana desde su
juventud.
Hay que tener en cuenta que don Juan Carlos no
solo nació en Roma, sino que allí tuvo a su tía la infanta Beatriz y a
sus primos hermanos los príncipes de Torlonia, residentes en el Palazzo
Torlonia de la Via Bocca di Leone, donde el entonces príncipe se hospedó
durante años durante sus numerosas visitas a la capital italiana.
Los
Torlonia formaban parte del cogollo de la gran aristocracia romana, y
frecuentaban a las grandes familias de la nobleza y a los grandes
personajes de la jet italiana e internacional. De hecho el príncipe
Marco de Torlonia, primo hermano del rey, contrajo primer matrimonio con
la condesa Orsetta Caracciolo, sobrina carnal del famoso aristócrata
cineasta Luchino Visconti di Modrone.
Reencuentros con amigos y familiares
En
esa nostalgia de reencontrar su ámbito familiar ha realizado varios
viajes para verse con parientes de la realeza. Así en 2015 fue invitado
por sus primos el príncipe Michel de Borbón-Parma y la princesa María
Pía de Saboya, a su mansión de Palm Beach, en Florida. También, en abril
de 2016, don Juan Carlos fue la figura central en la brillante fiesta
que organizaron en Montecarlo sus primos los príncipes Álvaro y
Antonella de Orleans-Borbón.
Un evento donde se encontró con muchos
príncipes europeos y con su viejo y fiel amigo de siempre, el rey Simeón
de Bulgaria, a quien en los últimos tiempos solo ve de tarde en tarde
en Madrid, debido a las largas temporadas que el ex rey búlgaro pasa en
solitario en el palacio de Vrana de su país natal.
También se ve asiduamente con amigos de siempre, como
Alfonso Fierro Jiménez-Lopera, hijo de Alfonso Fierro Viña, uno de los
banqueros y empresarios de mayor peso específico durante el régimen de
Franco (Banco Ibérico y Banco Central) y una de las primeras fortunas
del país. Alfonso Fierro es sobrino de la muy conocida por la alta
sociedad madrileña Cuqui Fierro.
Está casado con María Dulce March
Cencillo, nieta de Juan March, artífice de todo el imperio empresarial
de esta familia mallorquina. Fierro también se va alejando poco a poco
de los negocios y con ello dispone de más tiempo libre que comparte en
muchos almuerzos con el monarca en un piso próximo al Estadio Santiago
Bernabéu.
A los que menos ve ahora don Juan Carlos son a
sus “amistades de cacería”: Juan Abelló, los Albertos (Alberto Cortina y
Alberto Alcocer) o Fernando Falcó.
Dicen, quienes le conocen, que
fundamentalmente se debe a su limitación física. Por eso, aunque el
monarca sigue acudiendo esporádicamente a cacerías, no forma parte ya
activa como antes. Sus limitaciones físicas son cada vez más evidentes y
eso lleva aparejado que vaya siempre acompañado de un médico a todos
sus desplazamientos.
Todo ello, dicen personas allegadas, le genera una
gran frustración y lleva a que rechace muchas de las invitaciones. “No
se le ve tan cómodo, tan suelto, tan 'campechano' como antes.
Está mucho
más retraído”, dicen. Todo ello se intenta disimular afirmando que
asiste a cacerías o con su afición a la vela. “Pero una cosa es asistir y
otra participar”, dice un asiduo a las monterías, que ha coincidido
muchas veces con el monarca.
Tras el escándalo público de Bárbara Rey, una conocida
princesa italiana ha llegado a comentar en su círculo que le ha visto
muy avejentado: "Que el deterioro de estas últimas semanas es más que
notable”.
De hecho, en ocasiones, ha disimulado su imagen poco saludable
con barba de varios días, tal y como se le vio en el funeral del
banquero José Ángel Sánchez Asiaín, marqués de Asiaín. Hoy no se separa
de su bastón, incluso necesita la ayuda de terceras personas para entrar
y salir de coches o superar obstáculos como escaleras.
Tras más de una
docena de operaciones, el rey está más preocupado que nunca por su
salud, aunque procura aparentar una menor fragilidad de la que es obvia
para todos los que se mueven cerca de él.
Pepe Fanjul, una amistad ahora acentuada
El
30 de noviembre de 2016, el rey Juan Carlos despedía al líder cubano
Fidel Castro en el multitudinario funeral celebrado en la Plaza de la
Revolución de La Habana. De la imagen del rey sorprendía su bronceado en
pleno otoño, algo que era normal si tenemos en cuenta que el monarca
acababa de finalizar unas largas vacaciones cerca de Cuba, en Barbados,
donde se suele retirar temporadas invitado siempre por su gran amigo el
multimillonario exiliado cubano, Pepe Fanjul, denominado el
barón del azúcar.
Los hermanos Fanjul, que presumen de tener pasaporte español, además
del norteamericano, vivieron como príncipes en su juventud. Crecieron en
el exclusivo y cerrado círculo creado en La Habana, de hecho, la
mansión donde vivían es hoy el Museo Nacional de Artes Decorativas tras
su expropiación por los castristas.
Los Fanjul se frotan
hoy las manos ante la posibilidad de recuperar sus importantes intereses
en Cuba, con el fin de incorporarlos a su emporio azucarero Florida
Crystals, con base en Florida.
En este estado americano reconstruyeron
su imperio, desecando humedales alrededor de Miami y convirtiéndose en
el mayor productor norteamericano de azúcar.
De allí saltaron a la
Republica Dominicana, a La Romana, con muchas más hectáreas de
plantaciones y con intereses inmobiliarios en resorts de lujo.
Pero todo
ello, no exento de polémica. Los Fanjul, como grandes terratenientes
azucareros, fueron denunciados por el padre Christopher Hartley
Sartorius, sobrino del cofundador del sindicato Comisiones Obreras
(CCOO) y miembro destacado del Partido Comunista de España (PCE),
Nicolás Sartorius, de utilizar miles de hombres, mujeres y niños, tanto
de origen haitiano como dominicano, a condiciones de vida de
cuasi-esclavitud, con salarios que apenas llegan a los 2 euros diarios
tras 12 horas de trabajo a más de cuarenta grados.
Thor Halvorssen,
presidente de The Human Rights Foundation, con sede en Nueva York, ha
denunciado que los Fanjul consiguen evitar críticas gracias a su
fortuna. “Pagan tanto dinero a políticos que casi nadie habla mal de
ellos”.
Pero lo más significativo es que a pocos
kilómetros de estas plantaciones, los Fanjul celebran cenas con los
invitados más selectos. Allí, entre sus grandes anfitriones, está del
rey emérito, que suele escoger en sus escapadas la República Dominicana.
Los Fanjul tienen una magnífica mansión en el complejo Casa Campo, con
una extensión cercana a las 3.000 hectáreas, y el rey suele descansar en
ella como lo hizo en sus vacaciones del 2015. También le gusta
descansar en Barbados, más tranquilo, lejos de miradas indiscretas,
donde los Fanjul poseen a su vez plantaciones y propiedades
inmobiliarias.
Al margen de estas estancias más largas,
también utiliza la mansión de los Fanjul en Palm Beach (Florida),
valorada en 15 millones de dólares y que en su día construyó la familia
alemana Krupp, como lugar para realizar “estancias técnicas”, con el fin
de relajarse y recuperarse de los actos de agenda, especialmente tomas
de posesión de presidentes de países Iberoamericanos, en los que
Zarzuela sigue contando preferentemente con el rey Emérito.
Los “nuevos amigos” inversores
Precisamente,
en estos encuentros y cenas de gala que organizan en su honor los
Fanjul ha coincidido con los que ya son los nuevos amigos del monarca.
Entre estos destaca la periodista norteamericana de la CBS Deborah
Norville y su esposo, el rico inversor sueco Karl Wellner, actual
director del poderoso fondo de inversión Papamarkou Wellner Asset
Management, domiciliado en el número 399 de la elitista Park Avenue de
Nueva York.
Este es socio de otro importante hombre de negocios como
Alexander Papamarkou, en otro tiempo buen amigo de Luis Gómez-Acebo,
difunto esposo de la infanta doña Pilar, hermana del Rey emérito.
Deborah Norville, que va a cumplir 59 años el próximo mes de agosto, es
una conocida periodista de Estados Unidos.
Comenzó su carrera
profesional en 1982 como reportera y presentadora de noticias de la
cadena NBC, después presentó el programa
Today y desde hace 20 años es la presentadora del magazine
InsideEdition en la CBS.
Pero no son los únicos que frecuenta el rey emérito. También
están otros amigos neoyorkinos de los Wellner como el poderoso
financiero, Dixon Boardman, hijo de los reyes de la alta sociedad de
Palm Beach y director general de Optima Fund Management Group con base
en las Bermudas. Este financiero está casado con la princesa Arriana de
Hohenlohe-Langenburg, que es hija de aquel viejo conocido de don Juan
Carlos que fue Alfonso de Hohenlohe, el creador de Puerto Banús y de la
gran vida marbellí.
También son habituales en los nuevos
círculos de don Juan Carlos las amistades londinenses.
Entre ellas
destaca, la del matrimonio formado por Sarah Goodbody y Lord Charles
Spencer-Churchill, hermano del actual duque de Marlborough y emparentado
con el que fue primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill; como
también Lord William Astor III, vizconde Astor, y su mujer Annabel
Jones, cuya hija, Samantha, es la esposa del ex primer ministro
británico David Cameron.
Estas nuevas amistades
londinenses le han llevado a visitar la capital británica en diferentes
ocasiones. Aunque algunas de estas amistades británicas las frecuenta
más en España, como el duque de Wellington, Charles Wellesley, con
extensas propiedades en nuestro país como la finca de mil hectáreas en
Illora (Granada), un impresionante coto cinegético donde se casó su hija
Charlotte Wellesley en mayo de 2016, boda a la que asistió el rey
emérito en solitario.
Un hecho que llamó la atención teniendo en cuenta
que la mujer del duque, Antonia de Prusia, es una de las “primas
alemanas” de la reina Sofía con la que tiene más contacto.
A pesar de su edad y sus achaques, cada vez más llamativos, don Juan
Carlos sigue viajando en su soledad interna. No renuncia a las
vacaciones a todo lujo en el Caribe, a paseos por Palm Beach y Beverly
Hills, a flirtear con los poderosos, a encuentros con empresarios y
aristócratas en Madrid y a buscar el apoyo de parientes lejanos y amigos
de juventud.
Como dice uno de sus conocidos en sus tiempos de Estoril:
“Nobleza une”. Y la soledad y el paso de los años une aún más.
Juan Luis Galiacho
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