Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


martes, 14 de marzo de 2017

CARMEN SARMIENTO, en 2017 EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

-Carmen Sarmiento, este 8 de Marzo, al recibir el Premio "Clara Campoamor", que le entregó en Madrid la Alcaldesa, Manuela Carmena-



Según la Organización Mundial del Trabajo, las mujeres trabajamos las dos terceras partes de las horas trabajadas en el mundo, percibimos el 10% de los ingresos y poseemos tan sólo el 1% de los bienes de la tierra.


A lo largo de nuestras vidas las mujeres hemos hecho trabajo gratuito para los demás cuidando de nuestros padres, cocinando a nuestros compañeros, criando a nuestros hijos. Horas que no son pagadas y apenas reconocidas.

La sociedad continúa considerando que las excedencias laborales por cuidado de hijas e hijos es cosa de mujeres. Los hombres casi nunca las reclaman. En estos momentos en el Congreso hay una proposición de ley promovida por la Ppiina que propone que los permisos por maternidad y paternidad sean iguales, intransferibles y pagados al cien por cien. De esta manera las mujeres tendrán menos dificultades en el mundo laboral y los hombres podrán disfrutar también del cuidado de sus hijos.



El crimen más universal es la violencia contra las mujeres, aquella que sufren las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Según la Organización Mundial de la Salud la violencia contra las mujeres es un problema de salud global. En el último año, TRECE millones de mujeres sufrieron violencia física en los 28 estados miembros de la Unión Europea. 3,7 millones fueron violadas y 9 millones de mujeres fueron víctimas de acoso.



Si miramos más allá de Europa, nadie sabe cuántas mujeres han sido asesinadas en México. En los últimos seis años se han empezado a contabilizar en Ciudad Juárez donde ascienden a 6000 las mujeres y niñas asesinadas, todas ellas recordadas con cruces muy humildes



Las cifras hablan por sí solas. En el mundo somos 100 millones menos de mujeres de las que podríamos ser.



En Rusia una mujer es asesinada cada 40 minutos. En Argentina se produce un crimen machista cada 30 horas. El Salvador es el país que tiene la mayor tasa de mujeres asesinadas. El año pasado fueron 452 las víctimas. Aunque es imposible aquí y ahora continuar con esta brutal estadística, no puedo ignorar los datos de nuestro país. En España son asesinadas cada año entre cincuenta y ochenta mujeres. Desde 2003 han sido asesinadas 886 es decir más víctimas que las que causó el terrorismo de ETA.



Este año ha tenido un comienzo negro, en dos meses han sido asesinadas 16 mujeres. Mueren víctimas del feminicidio es decir mueren asesinadas por el hecho de ser mujeres, porque no pusieran la sopa suficientemente caliente, porque se negaron a tener un coito forzado. Mueren porque quisieron separarse porque dijeron “¡NO, BASTA YA¡”; es decir, mueren por el hecho de ser mujeres que se enfrentan al poder sexista. Las mujeres mueren asesinadas, y a veces también sus hijos, fundamentalmente a manos de sus maridos o compañeros sentimentales.



Por fortuna, cada vez en más rincones del mundo, las mujeres hacemos saber que, sin la participación de las mujeres, no puede haber derechos humanos.



Es cierto que en algunos lugares del mundo disfrutamos de niveles de libertad que no se tenían en épocas anteriores, y que en países como España tenemos ya la capacidad de controlar nuestras propias vidas.



La sociedad civil y las feministas en particular debemos estar alerta para que no nos arrebaten los logros obtenidos en los últimos años, no olvidemos que tras una época de éxitos en el ámbito de los derechos de las mujeres suele producirse una virulenta reacción del patriarcado.



¿Porque quién de las que estamos aquí, aunque pertenezcamos a distintas generaciones, no ha sufrido en algún momento de su vida discriminación y marginación por su edad, su opción política o religiosa, su origen racial o su orientación sexual?



Pese a todas las cifras dramáticas que he enumerado, las mujeres sabemos mantener nuestra capacidad lúdica, así que disfrutemos de un acto como este de solidaridad entre mujeres.



Como me siento un poco de todas partes y creo que lo que soy, está en función de las mujeres extraordinarias que he conocido en el largo viaje de mi vida, quiero recibir el Premio Clara Campoamor en nombre de tantas mujeres luchadoras africanas, asiáticas, latinoamericanas, indígenas, afroamericanas, mujeres afganas invisibles bajo los burkas, ese odioso velo que oculta a las mujeres.



Me siento una mujer del sur de Europa, esa Europa que no podemos olvidar es también la Europa de las mujeres y los hombres emigrantes y refugiados de otros continentes. Este reconocimiento me anima a continuar trabajando por los marginados, los desheredados y en especial por las mujeres excluidas entre los excluidos de la tierra. Para que así las mujeres dejemos de ser el sur de todos los nortes, el sur de los hombres, el sur del mundo.





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