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Donald Trump refuses handshake with Angela Merkel
La verdad es que resulta cómico lo del
periodismo en general, pero descacharrante lo del periodismo político
español. Ellos solitos han decidido que la escenificación del
desencuentro entre estos dos líderes mundiales tiene como origen ni más
ni menos que sus diferencias en políticas de derechos humanos. Hay que
ver de lo que son capaces algunos.
O sea, que no se trata de sus
diferencias entre a qué parte de los intereses financieros mundiales
representa cada uno (Trump como parte activa y de pleno derecho, y
Merkel como simple asalariada de la contraparte).
Ahora resulta que
Merkel, la auténtica déspota que, entre otras decisiones si cabe más
vergonzantes, está aplicado las más duras medidas antisociales contra
Grecia, y que no cesa en su empeño de precarizar hasta el ridículo a los
países de la periferia europea, es una especie de adalid de la
solidaridad con los necesitados. ¿Por qué no os vais un ratito a
pasturar? Pero todos juntos.
Porque no ha quedado ni un medio ni de
presunta izquierda ni de declarada derecha que no haya copiado el
argumentario.
Resulta patético que a estas alturas nos quieran hacer comulgar con historietas de buenos y malos.
Trump es probablemente uno de los tipos
más indeseables que ha llegado a presidir un país.
El aterrizaje en el
Gobierno del ‘azote del establishment’ provocó ya en un primer momento
espectaculares subidas en bolsa de la industria militar, las
farmaceúticas y, especialmente, de los ‘antisistema’ Goldman Sachs y JP
Morgan.
Sus primeras medidas no han defraudado a estos accionistas. Para
empezar, con el incremento de la inversión en Defensa de su propio país
en detrimento de las políticas sociales, y con esta misma exigencia al
resto de ‘aliados’ de la OTAN.
Y para acabar, trufando su gabinete de
los personajes más pintorescos del circo oligarca. Tanto es así, que el
Dow Jones anda desbocado desde que aterrizó este Che a lo Hollywood, y
marca récords históricos día sí y día también.
Pero que este tipo sea un auténtico
peligro no convierte el nombre de la alemana en un hecho diferencial.
Angela Merkel es menos bocazas pero igualmente despreciable, como
también lo es la perdedora Hillary. La única diferencia de fondo entre
ellos, es que defienden a distintos intereses plutocráticos.
Pero creer
que es el humanismo el que hace que Merkel acepte refugiados, y no la
exigencia de mano de obra barata de la industria alemana en un país más
acostumbrado a derechos laborales y buenos salarios que envejecido (que
también), es poco menos que un insulto a los lectores, máxime cuando es
Trump el que niega la mano a Merkel, como si a él le importase mucho lo
que hagan en Alemania con los inmigrantes.
Los hechos son tozudos y dicen que a la
teutona le importan lo mismo los demás (así en general) que a su
homólogo estadounidense. Lo que vendría a ser algo cercano a nada.
En cualquier caso no vamos a pedir peras
al olmo. Ahí están las cifras de audiencia y de lectores de los
diferentes medios de comunicación y la credibilidad del periodismo. Bajo
mínimos y buscando el suelo.
Y es algo que debería empezar a preocupar
también a la oligarquía, porque no todo se puede calcular, y porque
estos datos son la mejor evidencia del ruido de fondo que se va
sintiendo y que algún día (ojalá), y para su sorpresa, les puede
reventar en la cara.
El futuro no está escrito. Y si lo estuviera, desde luego no figura en los panfletos subvencionados por el poder.
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