La gran diferencia entre la crisis de
2008 -que en verdad arranca de los ochenta-, y las demás del siglo XX
-especialmente la de 1929 y la de 1973- es que en esta ocasión la
clase obrera no tiene fuelle para pelear y los sindicatos se han
convertido en negociadores amables que ya no confían en sí mismos. Los canallas se han envalentonado y la gente decente anda perpleja.
La trama usa hilos de alambre de espinos, flor de lis, viaja en dron y habla inglés en la intimidad.
Los capitales internacionales están comiendo el bocadillo a las
familias de siempre, China, aliada con las multinacionales
norteamericanas arrastran los salarios a un punto de miseria, y las
familias de siempre que arrastra España apenas aciertan a mantener sus
ganancias –siempre contra la pequeña y mediana empresa- gracias a la
cercanía del poder político, con el que se hermanan en una trama
esencialmente corrupta al grito de ¡cobarde el último! Por todo esto, y
alguna otra cosa más, los hijos van a vivir peor que sus padres.
De hecho, los hijos ya viven peor que sus padres. Por eso estalló el 15-M. Por eso el bipartidismo huele a cadáver.
Porque no hay a quién presionar para que se cree empleo de calidad. Las
grandes empresas ya no son de nadie que se pueda identificar, y esa
hidra de mil cabezas que es dueña de las grandes empresas solo quiere
hacer caja. Encargan a capataces para que presionen como
lobbies implacables en Madrid o en Bruselas, pero no hay nadie concreto
al otro lado del teléfono cuando hay que sancionarles por sus maneras
mafiosas. El Ibex 35 genera solamente el 20% del empleo, y el 18% de su
capital está en manos de Black Rock, un fondo de inversiones que no duda
en desahuciar, despedir, fusionar o arrodillar un país si tiene ocasión
de hacer caja. Son dueños de los medios, y cuando nos dicen en
portada que hay 150.000 inmigrantes al otra lado de la valla de Melilla,
nos lo dicen porque son ellos los que están construyendo la valla de
Melilla.
Volar se ha convertido en algo accesible
a los sectores populares. Pagan las generaciones futuras que no van a
tener tierra limpia en la que aterrizar. Y es funcional a esa válvula de
seguridad que es abandonar el país. El millón de jóvenes que está fuera de España, en casa protagonizarían un Gamonal cada fin de semana. Con el low cost pueden emigrar con una preocupación menos.
La conciencia de “tener derechos” se ha convertido en algo más lejano
que tener una casa en el pueblo y por eso los hijos vuelven a tener
condiciones laborales de emigrante fuera y en casa. Condiciones que ya
no tuvieron sus abuelos.
La trama de esta colusión entre grandes
capitales financieros, mediáticos, tecnológicos, armamentísticos,
alimentarios y circunstancialmente industriales tiene su expresión
extrema en Donald Trump. La extrema derecha ya ha llegado al gobierno. Y
la extrema derecha siempre lo ha sido a favor de las minorías ricas y
en contra de las mayorías empobrecidas. Lo demás es anecdótico.
Las
dictaduras siempre son de clase. Aznar, Guindos y Trump son muy amigos.
En España, la trama siempre aporta un cuadro castizo. De hecho, la casta es la expresión chusca de la trama, la de oligarcas y caciques, de marquesas y vivales. Lo relevante es lo que hay por debajo. Porque nadie va contra la trama. Casta
es Urdangarín, la Infanta es trama. Casta era Mario Conde, el rey Juan
Carlos trama. Casta es Granados, trama Esperanza Aguirre o Aznar. Casta
es Chaves y Griñán y Fernández Villa y Susana Díaz; Solchaga, Felipe
González o Fernández Ordóñez, trama.
España se perdió el desarrollo del
Estado del bienestar después de 1945. Aquí teníamos una dictadura. De
clase. Y esa anomalía histórica consolidó un estado débil con escasa
conciencia de lo público. Que hace que el Rector de la borbónica Rey
Juan Carlos plagie y los profesores no muevan un dedo para echarle. A
ver qué le dicen a los estudiantes si les ven copiando en un examen. O
que una parte importante de los abogados del Estado o los economistas
del Estado trabajen para el enemigo. Es decir, para esas empresas que no
pagan impuestos ni crean puestos de trabajo. Trama.
Para la que
trabajan el PSOE y el PP. Si Podemos quiere gobernar España
tiene que ir buscando a los empresarios patriotas y ser implacable con
los sin rostro que saquean países y los convierten en ruinas.
Juan Carlos Monedero | Comiendo Tierra | 20/03/2017
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