La densidad de casos de corrupción está
creciendo tanto, que much@s de l@s que dudaban de la naturaleza criminal
de las estructuras clientelares formadas por el Partido Popular de José
María Aznar, y defendían el milagro económico de Rodrigo Rato, empiezan
a dudar de la existencia de tal milagro.
En los últimos años hemos presenciado
cómo periodistas de diversos medios, sociólogos, politólogos…, con ayuda
de juristas realmente independientes y asociaciones populares de todo
tipo, tratan de denunciar, aportar pruebas y dar a conocer los delitos
cometidos por la clase política de nuestro país.
En una sociedad “avanzada” la vigilancia
y denuncia de la corrupción debería emanar de las propias instituciones
democráticas. En algunas incluso se recompensa económicamente la
denuncia de casos de corrupción, en un intento por premiar al que se
arriesga a ser “decente” con una generosa recompensa.
Desgraciadamente, la sociedad española
en su conjunto está aún en esa transición hacia una sociedad avanzada,
que desea con todas sus fuerzas, sin terminar de creerse tal cambio, ser
realmente democrática. Recordemos que la “separación de poderes” es un
requisito indispensable para que un sistema pueda considerarse
democrático.
Las últimas investigaciones policiales
han acabado con la publicación de la enésima causa penal que implica
directamente a la cúpula del Partido Popular en casos de corrupción. Se
trata de la operación Lezo. Todas las investigaciones, de ésta y otras
“Tramas”, apuntan a la naturaleza ilícita o criminal de la asociación
‘organizada’ o partido llamada Partido Popular.
En esa misma operación, se han realizado
escuchas por orden judicial que reflejan los verdaderos motivos del
remplazo del fiscal jefe de anticorrupción por el fiscal Moix. Esas
grabaciones revelan la implicación de altos cargos de la cúpula del
Partido Popular estatal y del gobierno (el ministro de justicia, ni más
ni menos), el único con capacidad para semejante maniobra.
Estamos, sin
duda, ante uno de los hechos publicados más graves de nuestra historia
reciente.
España debe avanzar hacia una democracia
real, donde realmente exista separación de poderes y en la que los
partidos políticos y los poderes fácticos tengan que responder por sus
delitos como cualquier otr@ ciudadan@ o persona jurídica.
Por ello demandamos que el Consejo
General de Poder Judicial cumpla de una vez su función y vele por la
separación de poderes, actuando con todas las de la ley ante esta
vulneración flagrante de esa separación de la que tanto presumen y que
se ha demostrado inexistente cuando hablamos de juzgar a políticos.
Pedimos la disolución judicial del
Partido Popular conforme al artículo 10 de la Ley Orgánica 6/2002, de 27
de junio, de Partidos Políticos, llamada Ley de Partidos. Rogamos la
consideración y la actuación de oficio de la justicia española debido a
que la asociación ilícita llamada partido popular cumple objetivamente
todos los requisitos para su inmediata suspensión judicial.
Pasamos a explicar los motivos de tal afirmación. El artículo 10 de dicha ley, en su segundo punto expone:
2. La disolución judicial de un partido político será acordada por el órgano jurisdiccional competente en los casos siguientes:
a) Cuando incurra en supuestos tipificados como asociación ilícita en el Código Penal.
b) Cuando vulnere de forma continuada,
reiterada y grave la exigencia de una estructura interna y un
funcionamiento democráticos.
c) Cuando de forma reiterada y grave su
actividad vulnere los principios democráticos o persiga deteriorar o
destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema
democrático.
Por una parte, pedimos la suspensión
judicial del Partido Popular por las reiteradas evidencias probadas
(dicho por varios jueces en distintas causas) de que su estructura se
corresponde con la de una banda criminal organizada para delinquir,
blanquear dinero obtenido de comisiones y otras actividades ilegales y
malversar dinero público para beneficiar a la propia organización, entre
otras fechorías.
Estos hechos probados y algunos no probados por
destrucción de pruebas y opacidad gubernamental, pero de sobra
conocidos, están obviamente contemplados en los apartados a) y b) del
punto 2 del artículo 10 de la ley de partidos, expuestos con
anterioridad, como casos en los que el órgano jurisdiccional competente
debería disolver judicialmente el partido político.
Por otra parte, nos gustaría saber su
opinión sobre el hecho probado, mediante escuchas obtenidas por orden
judicial, en las que, meses antes del cambio del fiscal jefe
anticorrupción, un alto cargo del PP y un delincuente, hoy en prisión,
hablen de colocar a un fiscal para “facilitar las cosas”.
¿Qué opinión
les merece el hecho de que ese fiscal intentase impedir registros e
impusiese la retirada de la acusación se pertenencia a banda criminal?
¿Creen que tiene esto algo que ver con las consecuencias legales y
letales que dicha acusación podría traer para la organización en
cuestión, el Partido Popular? ¿Qué opinón les merece que en esas
conversaciones se hable de que Rafa Catalá, el ministro de Justicia, iba
a remplazar a fiscal anticorrupción por Moix?
La verdad es que su
opinión personal debería ser irrelevante. Las escuchas de la operación
Lezo y el posterior nombramiento del fiscal Moix revelan que el Partido
Popular, a través de su control del gobierno y las instituciones en los
últimos años, ha utilizado la justicia, vulnerando la necesaria
separación de poderes y cambiando jueces y fiscales incómodos a su
antojo.
Este hecho se encuadra dentro del caso explicado en el apartado
c) del punto 2 del artículo 10 de la Ley de Partidos, anteriormente
expuesto, ya que se corresponde con una vulneración planeada y
continuada de un principio democrático básico como es la separación de
poderes.
Por tanto, es un insulto a la democracia y a la justicia que
el órgano jurisdiccional competente no haya decidido de forma inmediata
la disolución judicial del partido político en cuestión, el Partido
Popular.
Saben tan bien como el resto de l@s
español@s que éstas son las prácticas habituales de dicha organización,
como ha confirmado en una entrevista el ex-fiscal jefe de
anticorrupción, ya jubilado.
Humildemente pensamos que la destrucción de
pruebas en la trama Gürtel ya debería haber conducido a la suspensión
del Partido Popular. Es una anormalidad democrática que los tres robos
consecutivos en la casa del fiscal anticorrupción de Murcia, en los que
sólo se ha robado documentación de la investigación del Partido Popular,
no hayan despertado ninguna acción en sus despachos, cuando se
corresponde con otra vulneración flagrante de la separación de poderes.
En Galicia el PP desvía fondos de las ayudas Europeas en su propio
beneficio. Podríamos seguir indefinidamente nombrando los casos de
Valencia, de Murcia, etc.
Por todo ello, humildemente les pedimos
que consideren seriamente la disolución judicial del Partido Popular, y
las acciones pertinentes para castigar la intromisión continua del poder
ejecutivo en el poder judicial.
Dejen ya de tratar esto como un
conjunto de casos aislados, tiren de la manta y, caiga quien caiga,
juzguen al Partido Popular como lo que es, antes de que se lo lleven
todo.
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