Como comunista soy un firme defensor no
solo de que los pueblos tienen derecho a decidir, sino también de que el
derecho de autodeterminación no es un problema para la clase obrera,
sino en todo caso para la oligarquía.
La patria burguesa no es la misma que la
patria obrera, los oligarcas temen cualquier cambio que pueda afectar a
sus intereses y cuando defienden la centralidad, o la independencia, lo
hacen pensando en esos intereses y no por el bien de su pueblo.
Como dijo Lenin “no se puede hablar de
libertad si antes no se reconoce el derecho de los pueblos a separarse
de su metrópoli cuando lo crean conveniente”.
Suelo poner un ejemplo que seguramente no es el más adecuado, pero que considero que es muy explícito.
Comparemos el derecho a la
autodeterminación con el derecho al divorcio, y a la pareja, el núcleo
familiar que convive en la casa, con los pueblos y naciones que conviven
en el estado.
Imaginemos una pareja felizmente casada,
que vive en un país donde no existe el derecho al divorcio, una pareja
feliz, con unos hijos sanos a los que adoran. En definitiva una familia
bien avenida, que tiene una vida cómoda y con sus necesidades cubiertas.
Ahora imaginemos que ese país legaliza el divorcio, ¿a alguien se le
puede pasar por la cabeza que esa pareja feliz vaya a divorciarse porque
se le reconozca el derecho a hacerlo?
Pues lo mismo pasa con los pueblos,
cuando la convivencia es buena en la casa de todos que es el estado, los
pueblos son mucho más conservadores y fieles que una pareja, no corren
el peligro de enamorarse de otro y si el estado respeta su hecho
diferencial, les garantiza su derecho a decidir, cubre sus necesidades
básicas y trabaja por la buena convivencia de los pueblos que forman
este estado plurinacional, o unión de repúblicas, o estado federal, la
fórmula o sistema en la que estos pueblos hayan decidido organizarse,
ningún pueblo se va a divorciar, ninguno entenderá la independencia como
solución a problemas inexistentes.
El problema viene cuando no hay respeto
al hecho diferencial, cuando las distintas nacionalidades no son
reconocidas, cuando hay idiomas de primera y de segunda, cuando el
derecho a la autodeterminación no está reconocido y el estado se
convierte en una cárcel de pueblos, en vez de en la casa de todos.
Defiendo la unión voluntaria de pueblos
libres, de naciones que deciden caminar juntas, los hace más fuertes,
los enriquece esa diversidad de culturas, tradiciones, e historia
diferenciada.
No consintamos que los miserables que se
envuelven en banderas para beneficio personal; que los que venden odio y
mentiras consigan enfrentar a los pueblos, a las naciones que forman
parte del Estado Español.
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