Desde lo que llaman pomposamente
“Conquista de Canarias”, más bien genocidio sobre los pueblos indígenas
isleños, vienen pisando cabezas, abusando de un poder sustentado en la
maldad, la codicia y la ambición desmedida.
Condes, marquesas, nobles, realeza y
otras aberraciones de la historia han construido en las islas un imperio
para la vulneración de los derechos, del enriquecimiento ilícito, de la
destrucción de patrimonio cultural, de las construcciones masivas en
parajes naturales, playas, montañas y barrancos sagrados, del derecho de
pernada, de la esclavitud, de la explotación de un pueblo víctima de
la miseria, del hambre, del sufrimiento generado por una oligarquía
medieval y sin escrúpulos.
No se conformaron con el exterminio de
los pueblos originarios, con apropiarse de las tierras de sus
antepasados, con destruir gran parte de su universo, generando hambre,
obligando a gran parte de los canarios a emigrar a Latinoamérica para
huir de los brutales abusos, de las persecuciones durante cientos de
años, de las matanzas masivas tras el golpe de estado fascista del 36,
donde participaron activamente en las “Brigadas del amanecer”,
instrumentos facciosos para exterminar y desaparecer a quienes defendían
la democracia, la libertad y los derechos de la clase trabajadora.
En pleno siglo XXI ejercen de
“bienhechores” de “gentes de bien”, de honorables empresarios desde sus
cochazos de alta gama y mansiones de lujo, respaldados por gran parte de
una siniestra casta política a su servicio: “Si señor, no señor,
servido está el pelotazo o la recalificación de cualquier suelo rústico
de protección”.
Como parecen no haber depredado lo
suficiente en 500 años de expolio, tratan ahora de expulsar de sus casas
a más de 70 personas de los barracones donde en el pasado alojaron a
sus esclavos, aquellas humildes familias que hace 50 años trabajaban sus
tomateros por sueldos de miseria, en condiciones laborales vergonzosas,
de sol a sol.
El objetivo es claro, se trata de
especular con ese territorio, seguir construyendo masivamente con la
displicencia del alcalde-mayordomo de San Bartolomé de Tirajana en el
sur de Gran Canaria, dejar en la puta calle a personas mayores, algunas
enfermas, niñas y niños, familias enteras, sin pagar un céntimo, sin
buscarles alternativas, sin respetar que esta gente tiene derechos sobre
estas propiedades, abusando de su poder hasta las últimas
consecuencias, humillando a quienes han pasado toda su vida en estos
habitáculos inmundos, reparándolos, conservándolos para mantener un
espacio para la vida y la dignidad.
Los herederos del condado de la Vega
Grande, los del Castillo y Bravo de Laguna, como siempre ha sucedido no
tienen un mínimo de consideración, las palabras “solidaridad” o
“empatía” no existen en su limitado vocabulario, han obtenido todas sus
riquezas sin dar palo al agua, quedándose con media isla tras el
genocidio indígena para luego imponer sus devastadores monocultivos, más
tarde el destrozo del cemento y el hormigón de las macro construcciones
turísticas.
Amparados por un reino de España
inundado de corrupción hacen y deshacen y no les afecta dejar a familias
enteras en la calle, siguen generando miedo metiendo a sus cuadrillas a
echar abajo una de las viviendas, usando si fuera necesario a la
policía del régimen para amedrentar, para reprimir a quienes se resistan
a sus asquerosas voluntades medievales.
Esto no pasa en Venezuela como les
gustaría a los próceres de un estado español podrido, sucede en una
Canarias arrasada por la miseria, la malnutrición infantil, los
desahucios, el desempleo, el fracaso escolar, los suicidios por motivos
económicos (28 al mes). Está pasando en una supuesta “democracia”
europea, donde solo tienen derechos los millonarios y la delincuencia
política y empresarial organizada.
Se hace necesario el apoyo absoluto a
estas familias, que todas las organizaciones sociales, sindicales,
políticas, culturales de Canarias, se manifiesten, ofreciendo a estas
personas todo el respaldo social y económico que sea posible,
movilizarnos contra esta caduca aristocracia acostumbrada al servilismo,
la genuflexión y la sumisión de los pueblos.
Francisco González Tejera | Viajando entre la tormenta | 11/05/2017
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