Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


martes, 9 de mayo de 2017

Disuélvanse




Unos por formar parte de una organización criminal diseñada para delinquir. Otros por no alcanzar la mínima capacidad intelectual, y política, exigible para ofrecer esperanza, y alternativas, a los ciudadanos. Ya sabe usted a quienes me refiero… Disuélvanse. Por el bien de la población, por la credibilidad de la política, por el futuro de un país en descomposición.


En una tuerca de la silla de ruedas de Pablo Echenique, o si lo prefiere en un regüeldo de Íñigo Errejón, hay más talento que en las obras completas de Susana Díaz y Pedro Sánchez. Incluso si cuentan con la colaboración de Patxi López, convidado de piedra a una representación teatral en la que está condenado a interpretar un papel trágico (Judas). No les puede salvar ni Eduardo Madina, la sangre jóven de un partido fósil.


Los sermones de este último reflejan a la perfección la crisis del PSOE. Madina pone rostro circunspecto, de gran analista, y lanza discursos serios, trascendentales incluso, pronunciados con voz grave y vocabulario rotundo, de diccionario de términos políticos, que carecen del más mínimo contenido. El autor, en su simpleza verbal, saborea con deleite su propio monólogo.


 El oyente lo olvida de inmediato: no dice nada, son solo palabras de político engarzadas con un soniquete solemne. Es el vacío, la ausencia, el espejo en que puede mirarse un PSOE que agoniza.


Lejos de cuestionarse su propia mediocridad, de avergonzarse de su pabellón de momias giratorias, de preguntarse qué están haciendo mal desde hace años, los socialistas señalan con el dedo a la chavalería: “Los populistas, los populistas, ellos tienen la culpa de todos nuestros males”. 


Creen que Podemos quiere acabar con el PSOE, cuando quizá solo pretendan despejar de telarañas el camino hacia una nueva política: apártense a un lado, viejos camaradas burgueses, y dejen que lo intente una nueva izquierda… de izquierdas.


El PSOE y el PP son el pasado. Un pasado, mediocre en el mejor de los casos, corrupto hasta las trancas en el peor, al que se aferran todos aquellos que no quieren que nada cambie. Desde las constructoras hasta los bancos pasando por, cómo no, los grandes medios de comunicación. 


Disuélvanse cuanto antes y tratemos de salvar esta democracia enferma, birriosa, obscena.



Javier Pérez de Albéniz | Cuarto Poder | 0



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