Me
llega a mi muro de facebook esta brutal imagen que he sentido la
necesidad de compartir con vosotros. Pasa todos los años, unas veces con
cifras más abultadas, otras con menos, pero todos los años, cuando la
virgen está de vuelta en la ermita y los rocieros emprenden el camino de
vuelta con el sol de frente, en la aldea no solo quedan las basuras de
la fiesta: también quedan los cadáveres de caballos muertos.
Las cifras hablan por si solas: 25 caballos muertos en 2008, 23 en 2009, 11 en 2012, 23 en 2013... respectivamente. Las justificaciones de estos inhumanos especímenes en el programa "Andalucía Directo" en 2008 no tienen desperdicio: "Es que si se les da agua al salir, sudan, y se pueden resfriar". Sin palabras. Unos
de agotamiento por largas caminatas sin descanso, otros de sed, pero en
el fondo todos por la misma razón: por la inexistencia de una ley que
obligue tratar a los animales como los seres vivos que son y no como
objetos que se puedan usar hasta que se rompan.
Vergüenza,
rabia e ira. Eso es lo que siento al ver por primera vez la otra cara
del Rocío. Vergüenza de que esta sea una de las tradiciones más
conocidas de Andalucía y esté construida sobre la tortura y maltrato
animal. Rabia de que los mismos que le rezan a un ser superior y
bondadoso agoten hasta a la muerte a los seres de, según ellos, su
creación. Ira, mucha ira contra quienes ven esto año tras año y no se
les revuelven las tripas.
Si esto es Andalucía yo gritaré bien alto que no soy andaluz.
Juan D. Gómez
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION