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martes, 21 de agosto de 2018

Carmen Lomana: el retrato de Dorian Grey del franquismo sociológico




Los que perdieron la Guerra Civil no lo han asumido”. Nunca una sola frase ha podido decir tanto con tan poco desde que el Gobierno de Pedro Sánchez anunciara su intención de exhumar los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos.



Ha tenido que ser precisamente Carmen Lomana, un personaje público de la alta sociedad española, quien nos recuerde el motivo real por el cual España puede seguir siendo considerado un estado postfranquista. A través de su participación en reality shows y sus numerosas apariciones en la prensa rosa, Carmen Lomana siempre ha hablado claro. Nunca se corta la lengua y aunque como todo personaje tiene mucho de postureo ficcionario, puede decirse que es sincera en sus declaraciones. 


Cual persona bien de tipo tradicionalista, Lomana siempre se ha posicionado políticamente a la derecha, sin tapujos, llegando a formar parte de la candidatura de VOX en la elecciones generales de 2015, cuando desde la formación ultraderechista confiaron en su ascendente “pijopopulista” para pescar votos presentándola al Senado por la Comunidad de Madrid. 
 

¿Qué tiene de remarcable lo que haya dicho Lomana esta vez? ¿Por qué lo que haya pronunciado una figura tan irrelevante a nivel intelectual supone referente en este caso?


Tal vez sus palabras no tengan nada de referente. De hecho, nada de lo que pueda aportar Carmen Lomana debería ser considerado referente de nada en una sociedad sana. Sin embargo, el hecho de que sea ella la que pronuncie un argumento directo y sin maquillajes en contra de la exhumación de Franco, el mismo argumento que buena parte de la derecha española piensa en privado y eufemiza en público, resulta de lo más significativo. 


Y es que la plana mayor del conservadurismo español, incluso también algún sector que podría ser catalogado como ultra, ha adoptado la estrategia de oposición pragmática. Quiere decir esto que los argumentos contra la exhumación del dictador, así como para todo lo que tenga que ver con aplicar políticas de reparación con las víctimas del franquismo, pasan por esgrimir la sobreexplotada línea de no hurgar en el pasado ni reabrir viejas heridas.


 Estos argumentos han sido, de hecho, la base sobre la cual se ha sustentado la constante inacción del estado español con respecto a los crímenes del franquismo en los sucesivos gobiernos de UCD, PSOE y PP hasta la entrada en vigor de la Ley 52/2007 del primer gobierno Zapatero, más conocida como Ley de Memoria Histórica.


En el contexto actual, a más de un decenio del nacimiento de la Ley 52/2007, puede afirmarse con varios argumentos que dicha ley ha aportado alguna luz y muchas sombras, lo cual hace necesaria una revisión que permita avanzar a España en materia de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Este ha sido el escenario para la reacción del conservadurismo español que, bien al estilo “Lomana” o bien al estilo pragmático, se manifiesta contra cualquier atisbo de hacer justicia contra los crímenes del franquismo. 


 Legiones de “opinólogos” y políticos conservadores se jactan de su talante democrático aludiendo al pragmatismo: “Nuestra modélica transición nos permitió pasar página”, “todos cometieron crímenes durante la guerra”, “dejemos a los muertos en paz” o “¡no habrá otras cosas en las que gastar el dinero!” son algunas de las tantas expresiones que tienen cabida dentro del argumentario eufemístico del pragmatismo. 


El nuevo líder del PP, Pablo Casado, célebre no hace mucho por mofarse de los “carcas de izquierda todo el día con la fosa del abuelo”, o por sus desafortunadas alusiones históricas al fatal destino de Lluís Companys, se pronunciaba recientemente en esta línea al mencionar que “no gastaría un euro en desenterrar a Franco”.


Todas estas manifestaciones que justifican la falta de acción contra los crímenes de la dictadura serían impensables, por ejemplo, en un lugar como Alemania, donde las leyes son estrictas y la reivindicación de su pasado nazi y totalitario está penado por ley. En España, mientras tanto, no solamente se permite la apología del franquismo sino que se ha subvencionado y por tanto promovido (véase las partidas públicas recibidas por la Fundación Francisco Franco durante el segundo gobierno Aznar). 


Ni siquiera se cumplen los preceptos básicos en materia de Derechos Humanos a los que España se ha comprometido firmando diversos tratados internacionales, permitiendo que más de 100.000 desaparecidos permanezcan como tal en lo que implica perpetuar una situación de infamia que sería impensable en cualquier país democrático de nuestro entorno. ¿Por qué será? ¿Qué diferencia a España de Alemania?


Al final, reflexionar sobre el estilo “Lomana” será lo que nos dé una respuesta clarividente a la pregunta y arroje luz sobre el porqué de la lamentable situación de España con respecto a los crímenes de la dictadura: Aquí no hay nada que reparar, y si no haber ganado la guerra… Carmen Lomana ejerce, así, de retrato de Dorian Grey del franquismo sociológico tan presente en nuestros días, asimilando el rol protagonista directo de todo lo que una gran parte de la derecha española no quiere cargar en público en aras del mantenimiento de su careta de demócrata.












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