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sábado, 15 de junio de 2019

Riverato: la devaluación de la palabra




Recuerdo un vídeo que se hizo viral hace años. Tantos, que la palabra viral entonces sólo tenía que ver con visitar el ambulatorio del barrio en plan urgencias. En el vídeo, un par de tíos molestaban a una chica en un autobús. Su novio, a unos centímetros, miraba por la ventanilla simulando no conocerla de nada para ahorrarse que el mal rato le salpicase.


 Una oda al patetismo. El otro día vi algo que me trajo hasta la orilla aquel vídeo y sus sensaciones. El líder de Ciudadanos en Madrid, Ignacio Aguado, negaba ante los medios de comunicación, con la misma mirada perdida que el protagonista de aquella escena, que su partido fuera a hacer lo que todo bicho viviente sobre la faz de la tierra sabía que haría: pactar con Vox para gobernar Madrid.


Pobrecillo, pensé. Por qué se hace esto. Una persona tan joven, imagino que preparada y sin necesidades económicas, humillándose de este modo. ¿A cambio de qué prostituye uno su palabra de esta forma? ¿De un argumentario de partido que caducará en un par de días? Para cuando repitió por segunda vez con esa seguridad del estudiante finalista del torneo de debates que no se sentarían con Vox de ninguna de las maneras, yo ya andaba sintiendo por Aguado más ternura que otra cosa.


A las horas de negarlo, Aguado y la representante de la ultraderecha en Madrid se reunían en secreto para, según explicaron desde C’s cuando los pillaron, tomarse un café sin más. Y hablar del tiempo, suponemos.


Parece que va a refrescar, dijo él. No lo sabes tú bien, respondió ella. Hoy, PP, C’s y Vox, han anunciado un acuerdo para controlar la mesa de la Asamblea de Madrid. C’s, el partido supuestamente nacido para regenerar la democracia desde la moderación, presidirá la Asamblea junto a la versión del PP más longevo y corrupto, que gobernará la Comunidad y el socio de ultraderecha, que mangoneará lo que pueda desde los cargos que consiga rascar.


La primera medida de Vox hoy, tras tocar despacho, ha sido poner en orden un espacio ocupado hasta ahora por Podemos. Un cuadro que decía “Todos somos iguales ante la ley”, ha sido sustituido por un retrato de Felipe VI. Estos, al menos, van de frente.


¿Qué piensa sobre el valor de la palabra el votante de C’s? Es uno de los enigmas de la España moderna por el que nunca preguntan en el CIS. ¿Es usted votante de C’s? Si la respuesta es sí, dejemos el cuestionario y pase conmigo a esta habitación contigua, que este tipo test se acaba de convertir en entrevista en profundidad.


Tras pocos años jugando en primera división, el partido naranja ha pulverizado todos los récords de prostitución de la palabra dada. 40 años de falsas promesas del bipartidismo se quedan en nada comparados con unos cuantos de Riverato.


 En el Riverato, disciplina consistente en el qué más da, uno puede ponerse en pie y proclamarse el más guapo y moderado de la clase, para, a continuación, ir de la mano de una extrema derecha que horroriza a los socios liberales europeos. En el Riverato, uno puede asegurar que nunca jamás apoyará a un presidente corrupto como Rajoy, para, pasadas las elecciones, renovarlo en el cargo.


 En el Riverato, uno puede sacarse de la manga spots comerciales como el de “yo no veo ni rojos ni azules, veo españoles”, y a continuación vetar a todo lo que huela a rojo mientras pactas con los nostálgicos del franquismo.


En el Riverato, uno puede pactar con un partido homófobo y a continuación exigir ser el alma de la fiesta del Orgullo o dejar de respirar como forma de protesta. En el Riverato, en fin, todo vale. Como diría Rajoy, es una cosa verdaderamente notable.


En Vox tienen muchos defectos, pero también una virtud clara: dicen lo que piensan. Hoy, tras anunciarse el acuerdo en la Asamblea, en Vox han decidido pasar un buen rato a costa de la ridiculez del Riverato. Lo han hecho cambiándoles el paso del baile previsto.


Si el modelo de Trifachito andaluz consistió en un pacto entre PP y C’s apoyado por la formación verde desde fuera para que C’s pudiera serpentear a su gusto, en Madrid será distinto.


 Nosotros ya hemos alcanzado un acuerdo de Gobierno con el PP, han anunciado y le han dado a Ciudadanos 15 días para que se sume a un pacto al que no le queda otra que sumarse.


Hay que reconocer que la extrema derecha puede tener sentido del humor y aquí lo han tenido.


El Riverato es a la política lo que el tabaco a la salud. Si el alma de la política es la confrontación de ideas para construir un país, la idea de país que quiere construir C’s es uno sin más ideas ni proyecto que el serpenteo liberal a costa de la palabra. Las primeras víctimas del Riverato son internas.


 Gente como Ignacio Aguado, obligada a poner su palabra al precio de las naranjas que se regalan o se tiran porque sale más a cuenta que venderlas. Esperemos que la cosa se quede ahí y no vaya a más.


 Dependerá del éxito que tenga en las urnas esta política de valor cero de la palabra. Cuando la falta de palabra supone un premio para unos pocos, la consecuencia es castigo para muchos.


 Gerardo Tecé




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