El Papa, además de líder espiritual, ha sido en cierta forma el gobernante más poderoso en toda Europa. Sus decisiones podían provocar guerras, enriquecer a unos o desfavorecer a otros. Por tanto, se producía una peligrosa unión de los intereses terrenales con los espirituales, lo que provocaba que en muchos casos se antepusieran los primeros a los segundos. Como ejemplo de este fenómeno tenemos las historias de Pontífices corruptos, luchas intestinas por el poder en el seno de la Iglesia, y algunos hechos más escalofriantes que la Santa Sede ha preferido no divulgar. Y dentro de las abundantes conspiraciones palaciegas, hay también una lista de Papas a los que se eliminó porque su reinado no favorecía ciertos intereses concretos.
Además, estamos hablando de una organización que llegó a ser muy poderosa, pero que predicaba y predica la bondad y la rectitud. Reconocer que hubo crímenes, conspiraciones y asesinatos pone en entredicho la función de la Iglesia, no tan sólo en el pasado sino también en el presente y el futuro. Todo ello dificulta la posibilidad de dilucidar qué Papas fueron realmente asesinados en la oscura historia de la Santa Sede. No hay certezas ni pruebas concluyentes, pero sí una larga y sospechosa lista de muertes que no tuvieron una causa natural, entre las que destaca Juan Pablo I.
Geert Geertsen, quien latinizó su nombre como Desiderius Erasmus Rotterodamus (1466 - 1536), conocido en español como Erasmo de Rotterdam, fue un humanista, filósofo, filólogo y teólogo holandés, autor de importantes obras escritas en latín. Erasmo quería utilizar su formación universitaria y su capacidad para transmitir ideas, para aclarar las doctrinas católicas y hacer que la Iglesia permitiera más libertad de pensamiento. Pero estos objetivos no eran compartidos por muchos obispos del siglo XVI.
Es importante tener en cuenta que su “guerra” no era contra los dogmas de la Iglesia sino contra la vida moral y las prácticas piadosas externas de las personas, muchas veces incoherentes, en especial de los eclesiásticos. Desde su trabajo de académico versado tanto en la doctrina como en la vida monacal, Erasmo creyó que su obligación era liberar a la Iglesia de la parálisis a que la condenaban la rigidez del pensamiento y las instituciones de la Edad Media, ya que él creía que el Renacimiento era una manera de pensar fundamentalmente nueva. Buscaba purificar el cristianismo de lo accesorio que se la ha ido adhiriendo a través del tiempo por medio de una espiritualidad auténtica y no formalista, despojada de ritos agobiantes. En definitiva, para él, la práctica de la religión debe ser iluminada con las fuentes originales: la Palabra de Dios y los Padres de la Iglesia. Sobre esa base recondujo, al menos teóricamente, la vida espiritual del cristiano al bautismo, «que introduce al hombre en un horizonte de libertad y de amor».
El Santo Oficio, al principio tolerante con estos fenómenos, decidió finalmente intervenir. Si bien la primera condena inquisitorial de los Alumbrados se produce en 1525, lo cierto es que no será hasta 1620 que la Inquisición consiga la casi total erradicación de los seguidores de esta doctrina. Se cree que en torno a ese año, algunos miembros de la secta decidieron exiliarse en Francia, donde su nombre se tradujo por el de «Les Illuminés».
Partiendo de la base de que se establecieron en el país galo 140 años antes de que aparecieran los Iluminados de Avignon, bien pudieron ejercer algún tipo de influencia sobre éstos. Los Alumbrados fueron condenados por la Inquisición bajo acusación de herejía el 23 de septiembre de 1525. El Santo Oficio veía en ellos una vinculación con la espiritualidad de carácter protestante. Sin embargo y pese a la condena, sus ideas inspiraron a otras mentes que irían más lejos que ellos, lejos de los tentáculos de la Iglesia …
(Fuente: https://oldcivilizations.wordpress.com/)
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