Ya se pueden andar con ojo las cadenas de televisión, en especial Telecinco y en particular Sálvame. El Ministerio de Industria quiere controlar los contenidos de los medios audiovisuales y, ante la falta de recursos propios, ha contratado un servicio de "seguimiento, control e inspección" que costará 2 millones de euros hasta 2014, para que graben y miren al milímetro lo que se dice y se hace en los platós.
Esta será la única manera de vigilar las contínuas infracciones que el citado Sálvame, el programa que más denuncias acumula en España, comete en la franja horaria de protección al menor. De un total de 172, Telecinco reúne 118 y el programa que presenta Jorge Javier Vázquez, 116.
El año pasado fueron constantes las denuncias de las asociaciones de telespectadores, de mujeres, de consumidores, etc, y numerosas las críticas en periódicos impresos y digitales contra Sálvame. De esas 172 quejas recibidas entre marzo de 2010 y marzo de 2011, que llevan sanción económica, solo han sido aceptadas 17. ¿Y qué cadena acapara la mayoría? Pues quién va a ser, Telecinco con 14, por 2 de Antena 3 y una de La Sexta.
Esas sanciones que podían acarrear de 500.000 euros a 8 millones, han quedado en agua de borrajas por la inoperancia del anterior Gobierno, es decir, nadie ha pagado un euro por tales atropellos al telespectador.
De tales denuncias han hecho caso omiso en Sálvame, que pierde audiencia semana tras semana. El pasado viernes Deluxe se desplomó hasta el 13%.
Las multas y sanciones no le preocupan al consejero delegado de la cadena, Paolo Vasile, quien ya dijo en su día tras las múltiples demandas contra el Tomate, que "todo esto estaba previsto, por lo que no tiene ningún impacto en nuestra economía".
Entre los contenidos a vigilar también están la guerra de las contraprogramaciones y la observancia de la normativa publicitaria que, por lo general, todos se saltan a la torera.
Esperemos que las infracciones que lleven sanción económica, Sálvame no ha dejado de vulnerar la ley, se paguen aunque hasta ahora no haya sido así. Con ese dinero se podrán recuperar los 2 millones que cuesta vigilar los contenidos de los medios. En caso contrario ese dineral sería mejor emplearlo en otros cometidos.
Hace poco más de un mes Sálvame inauguró una sección, Sálvame social, para ayuda a los menesterosos. Niños con enfermedades raras, parejas que han perdido su casa, enfermos que no pueden costearse el tratamiento, acuden al programa donde son entrevistados por un Jorge Javier Vázquez desconocido, que en esas ocasiones aparca el sarcasmo, la ironía y la mala baba.
Pero un espacio de tal calibre, serio y triste, es difícil de encajar en el estilo Sálvame, provocador, injurioso, fútil, agresivo, etc. La digresión es tan ruda que no funciona.
La audiencia de esta sección está muy por debajo de la media del programa, que oscila entre el 14 y el 15%, llegando hasta mínimos del 12%. El efecto que causa este espacio social en el conjunto de Sálvame es el contrario del que se buscaba.
La productora del programa continúa tocando variopintos palillos a ver si da con la fórmula que levante la audiencia hasta aquel 19% que pasó a la historia. Ahora hay que conformarse con cinco puntos menos.
Por eso hacen experimentos con Sálvame social, con Aída Nizar, e integrando a nuevos y singulares colaboradores como la concursante de ¿Quién quiere casarse con mi hijo?, Toya, la madrepija que acude a televisión porque le gusta, no porque necesite dinero.
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