Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


viernes, 6 de abril de 2012

El golpista Franco y su iglesia.


 

Foto: Fiesta" infantil en el interior de la cárcel de San Antón (Madrid). Los reclusos reciben la visita de sus hijos. 5 de noviembre de 1939

Una represión salvaje contra inocentes es la que denuncia Paul Peston en su libro “El holocausto español'. “Un holocausto es la masacre de un pueblo -dice Preston-.. El dolor del español justifica el título... Falangistas y militares usaron la violencia sexual alentados por sus mandos".
El capitán fascista Manuel Díaz Criado no admitía peticiones de clemencia. Admitía, eso sí, la visita de mujeres jóvenes. En la aterrorizada Sevilla de agosto de 1936, tomada ya por tropas sublevadas contra el Gobierno republicano, Díaz Criado disfrutaba a sus anchas día y, sobre todo, noche. "Después de la orgía, y con un sadismo inconcebible, marcaba a voleo con la fatídica fórmula 'X2' los expedientes de los que, con este simplicísimo procedimiento, quedaban condenados a la inmediata ejecución", relató un antiguo gobernador civil. Quienes pululaban a su alrededor le consideraban "un degenerado" que rentabilizó su misión represora para "saciar su sed de sangre, enriquecerse y satisfacer su apetito sexual".

Tras la ocupación de Mérida por los rebeldes, se dejó en manos de Manuel Gómez Cantos, un brutal guardia civil, la supervisión de la ”limpieza”. Preston narra su retorcida triquiñuela: "A diario, durante un mes entero, Gómez Cantos recorrió el centro de la ciudad en compañía del doctor Temprano, un republicano liberal, para tomar nota de quienes lo saludaban. De esta manera identificó a sus amigos y pudo detenerlos, tras lo cual él mismo mató al doctor".

Ramón J. Sender, escritor de éxito y de izquierdas, y su esposa, Amparo Barayón, estaban de vacaciones en Segovia con sus dos hijos en julio de 1936. El novelista regresó a Madrid. Amparo y sus hijos se refugiaron en su Zamora natal por considerarlo un lugar más seguro. El 28 de agosto, Amparo, junto a Andrea, su bebé de siete meses, fue encarcelada por el delito de protestar por la ejecución de su hermano. La maltrataron, la vejaron y, el día antes de ejecutarla, le arrancaron a su hija de los brazos para internarla en un orfanato católico.

El periodista John T. Whitaker escribió sobre algunos de los episodios más salvajes del avance rebelde: la matanza de 200 heridos indefensos en un hospital de Toledo o la masacre de la plaza de toros de Badajoz. Preston recupera la respuesta del general Yagüe a Whitaker, que dio la vuelta al mundo: "Claro que los fusilamos. ¿Qué se esperaba usted? ¿Cómo iba a llevarme a 4.000 rojos, cuando mi columna avanzaba contrarreloj? ¿O habría debido dejarlos en libertad para que volvieran a convertir Badajoz en una capital roja?".
El poeta Marcos Ana (Alconada, Salamanca, 1920), que se convertiría a su pesar en el preso político más veterano del franquismo, asistió a escenas dantescas en la cárcel: "Vi a un capellán golpear con un crucifijo a un condenado a muerte porque no quería confesarse". Ninguna superó, sin embargo, lo que vio en el puerto de Alicante el 31 de marzo de 1939, cuando 20.000 desesperados republicanos se descubrieron atrapados en una ratonera, entre las ametralladoras de la División Littorio en tierra y dos minadores en el mar: "Había gente que se tiraba al agua y otros que se saltaban la tapa de los sesos".

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