Exige al Ejecutivo de Rajoy que admita que fue el dictador quien mandó el ataque.
El alcalde de Gernika, José María Gorroño, de Bildu, ha emplazado al Gobierno a reconocer que "la orden" del bombardeo de esta villa vizcaína por parte de la Legión Cóndor el 26 de abril de 1937, del que mañana se cumple el 75 aniversario, fue dada por Franco.
El primer edil ha vuelto a reclamar también que el Guernica que Pablo Picasso pintó sobre el bombardeo sea trasladado a esta localidad desde el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se expone en la actualidad.
"Yo espero que el Gobierno central se digne a decir: 'sí, señores, Gernika fue bombardeada a las órdenes de Franco", ha emplazado.
El alcalde ha explicado que este ataque aéreo fue perpetrado sobre Gernika porque la villa "es un símbolo de libertades y representa a una de las democracias más antiguas de Europa" al ser la sede de las Juntas Generales de Bizkaia.
En este sentido, ha lamentado que, además de no reconocer "la verdad" sobre el bombardeo, el Gobierno central haya venido siempre "poniendo excusas" a la posibilidad de trasladar al País Vasco el cuadro de Picasso, aduciendo los daños que el desplazamiento podrían causar en el lienzo.
"El cuadro en su día ya fue trasladado a una distancia mucho mayor, para llevarlo desde el MOMA de Nueva York hasta Madrid. Todo son excusas. Nosotros pedimos el cuadro como reconocimiento a nuestros padres y abuelos que sufrieron el bombardeo", ha reclamado.
Por otra parte, el alcalde de Gernika ha destacado que a los actos del 75 aniversario del bombardeo están invitados "todos los partidos políticos y todos los ciudadanos" porque, según ha dicho, frente la tragedia que supuso este ataque hay que anteponer "el respeto por la diferencia y la convivencia".
El primer edil ha vuelto a reclamar también que el Guernica que Pablo Picasso pintó sobre el bombardeo sea trasladado a esta localidad desde el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se expone en la actualidad.
El alcalde pide que el cuadro de Picasso vuelva a Gernika
Gorroño ha lamentado que el Gobierno de España haya sido "incapaz" de admitir "la verdad" sobre el bombardeo, pese a que el de Alemania remitió en 1997 -en el 50 aniversario del ataque- al Ayuntamiento de Gernika una carta para expresar su condolencia por este ataque, del que reconoció que había sido perpetrado por la Legión Cóndor."Yo espero que el Gobierno central se digne a decir: 'sí, señores, Gernika fue bombardeada a las órdenes de Franco", ha emplazado.
El alcalde ha explicado que este ataque aéreo fue perpetrado sobre Gernika porque la villa "es un símbolo de libertades y representa a una de las democracias más antiguas de Europa" al ser la sede de las Juntas Generales de Bizkaia.
"Espero que digan: 'sí, señores, fue a las órdenes de Franco", dice el primer edil
También ha criticado las "muchas mentiras" que sobre el bombardeo fueron vertidas durante la dictadura, una época en la que el régimen franquista manipuló los medios de comunicación para hacer creer a la opinión pública que "los propios vascos habían bombardeado" esta villa.En este sentido, ha lamentado que, además de no reconocer "la verdad" sobre el bombardeo, el Gobierno central haya venido siempre "poniendo excusas" a la posibilidad de trasladar al País Vasco el cuadro de Picasso, aduciendo los daños que el desplazamiento podrían causar en el lienzo.
"El cuadro en su día ya fue trasladado a una distancia mucho mayor, para llevarlo desde el MOMA de Nueva York hasta Madrid. Todo son excusas. Nosotros pedimos el cuadro como reconocimiento a nuestros padres y abuelos que sufrieron el bombardeo", ha reclamado.
Por otra parte, el alcalde de Gernika ha destacado que a los actos del 75 aniversario del bombardeo están invitados "todos los partidos políticos y todos los ciudadanos" porque, según ha dicho, frente la tragedia que supuso este ataque hay que anteponer "el respeto por la diferencia y la convivencia".
De Burgos a Guernica
Del aeródromo de Gamonal despegaron el 26 de abril los aviones que soltaron la carga más destructiva sobre la localidad vizcaína, símbolo de la libertad de los vascos, que quedó destruida en un 75 por ciento
«Si la rendición no es inmediata, arrasaré Vizcaya», había advertido el general Emilio Mola en marzo, resuelto a tomar Bilbao en los primeros meses de 1937. El Palacio de la Isla fue el escenario el 25 de abril de una reunión decisiva para aquellos planes de sangre y fuego. En uno de los salones del que se había convertido en centro de operaciones de los sublevados para el Frente del Norte se tomó una decisión llamada a cambiar el designio de la guerra en esa zona y de la historia, quién lo iba a decir, del mundo del arte en el siglo XX. Aquel fue un encuentro a tres bandas. Estaban Mola, el general Juan Vigón y Wolfram Von Richthofen, jefe de la Legión Cóndor, escuadrón aéreo alemán que, asentado en Burgos, ayudaba al ejército sublevado en las ofensivas que éste llevaba a cabo en zona enemiga.
El encuentro no se alargó, ya que todo parecía estar decidido. Cuando concluyó, el militar alemán salió del palacio y se dirigió directamente al cercano Hotel Infanta Isabel, en la plaza de Castilla, donde se alojaba la mayor parte de sus hombres, a los que reunió en el vestíbulo. Las órdenes fueron precisas. Al día siguiente volarían hacia Vizcaya con un único objetivo, para el que contarían con el apoyo de la aviación italiana con sede en Soria: destruir una localidad de esa región. Reducirla a cenizas. Borrarla del mapa. Se trataba de Guernica, todo un símbolo para las gentes de aquellas tierras. Guernica. Von Richthofen, primo de uno de los aviadores más famosos de la historia, aquel que fue bautizado con el sobrenombre de ‘Barón Rojo’, era un hombre despiadado, arrogante y frío. Seguro que aquella noche durmió a pierna suelta en el chaletito del paseo de Pisones en el que fue alejado a su llegada a Burgos.
Al día siguiente se celebró el mercado semanal en Guernica a pesar de que las autoridades lo habían desaconsejado, ya que día sí, día también, otras localidades vecinas, como Durango o Elorrio, habían sido bombardeadas por la avicación fascista. Guernica no era una localidad cualquiera. Mola sabía lo que tenía de símbolo por el viejo roble bajo el que, según la tradición de los vascos, se congregaron las primeras juntas de este pueblo. Símbolo de identidad y libertad. Pasadas las tres de la tarde del día 26 de abril la actividad era frenética en el aeródromo de Burgos. Los nazis sabían que se trataba de un día especial.
En conexión con el aeródromo de Vitoria y con la base de los italianos en Soria, despegó de Burgos un bimotor alemán DO-17 con tres tripulantes a bordo. Fue el primer pájaro de hierro que apareció en el cielo de Guernica para espanto de sus habitantes. La campana mayor tronó en el pueblo antes de que del vientre de aquel avión salieran doce bombras de 50 kilos y cayeran con toda su mortífera metralla sobre los tejados de Guernica. Fue el primer aviso. Lo que siguió fue el mismísimo infierno.
Poco después tres S-79 precipitaron 36 bombas de 50 kilos. Sin tiempo para reaccionar, en cuestión de minutos un bombardero Heinkel-111 con cinco tripulantes procente de Burgos soltó una carga infinitamente mayor y absolutamente letal: bombas de 250 kilos que destruyeron objetivos estratégicos, como el puente de Rentería. Todavía quedaba lo peor: un He-111 escoltado por cinco cazas italianos volvió a la carga una hora más tarde, aunque el horror y la destrucción casi total del caserío vizcaíno se produjo a partir de las seis de la tarde, cuando tres escuadrillas de bombarderos JU-52 procedentes de Burgos (unos veinte aviones) lanzaron sobre Guernica 20 toneladas de bombas, la mayor parte de ellas incendiarias, en un ataque ‘en cuña’ salvaje. Como remate a aquella ofensiva, varios cazas realizaron pasadas rasantes entre el caos y el humo, ametrallando todo lo que se movía entre las ruinas y la sangre.
la destrucción. En total, cayeron sobre Guernica 28 toneladas de bombas, 22 de las cuales fueron ‘soltadas’ por aviones salidos de Burgos. La mítica localidad vizcaína quedó destruida en un 75 por ciento. El Gobierno vasco dijo que perecieron 2.000 personas, aunque estudios actuales sitúan en menos de 300 las víctimas mortales. Los sublevados propagaron el bulo de que los republicanos habían sido los autores de la barbarie. La Casa de Juntas y el roble se salvaron de la quema.
George Steer, reportero de The Times y The New York Times que había sido precisamente expulsado de Burgos porque a los sublevados no les terminaban de gustar sus crónicas asépticas, poco o nada entusiastas, viajó a Guernica horas después. Sus crónicas conmovieron a medio mundo. También sobrecogieron a un exiliado español en París. Era pintor, de Málaga. Se llamaba Pablo Ruiz pero firmaba sus obras con su segundo apellido: Picasso.
R. Pérez Barredo / Burgos - domingo, 22 de abril de 2012
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