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sábado, 7 de abril de 2012

Rajoy, antes del 20-N: "La prima de riesgo significa desconfianza dentro y fuera"

El jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, se presentó como garantía para "romper" con la tendencia al alza del interés de la deuda y apeló al voto de miedo para combatirla en su campaña electoral. Ahora las dudas sobre España han vuelto a disparar la prima por encima de los 400 puntos y ha tenido que salir Luis de Guindos a dar la cara. El déficit de las comunidades autónomas, la situación de los bancos, los exámenes de Bruselas, la presión de los mercados, los datos del paro, ... Rajoy se enfrenta a los mismos problemas de José Luis Rodríguez Zapatero. El PSOE, ahora desde la oposición, utiliza los mismos argumentos que los populares empleaban contra ellos.

El presidente se enfrenta a los mismos problemas que el PSOE que, ahora desde la oposición, utiliza los mismos argumentos que el PP empleaba contra ellos

Rajoy, a su llegada al Congreso el pasado jueves
Rajoy, a su llegada al Congreso el pasado jueves-



El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, calla ante la subida de la prima de riesgo. No está previsto que comparezca hasta el próximo martes en el Senado. En plena Semana Santa, el Ejecutivo ha preferido que sea el ministro de Economía quien dé la cara cuando las dudas sobre España han vuelto a dispararla por encima de los 400 puntos.

Luis de Guindos ha sido el 'bombero' encargado de defender que el nerviosismo de los mercados obedece a las "dudas que genera el crecimiento de Europa". Hace tan sólo unos meses y en una situación parecida, Rajoy pedía a José Luis Rodríguez Zapatero que no fuera buscando "excusas" en la situación internacional y asumiera sus responsabilidades. La hemeroteca es cruel. Durante mucho tiempo, el Partido Popular utilizó el alza del interés de la deuda para cargar contra la gestión socialista y pedir respaldo en campaña electoral.

Coincidiendo justo con uno de sus máximos históricos, el líder del PP aprovechó uno de sus mítines para asegurar que él iba a "romper" con esa tendencia. Además, recordó que si la cifra se elevaba era por un problema de "desconfianza dentro y fuera" de nuestro país.
Los populares siempre afirmaron que ellos lo iban a atajar y que solo con la salida de Zapatero se calmarían los mercados. De hecho Rajoy se presentó como garantía de que ya no volvería a ocurrir y pidió mayoría absoluta para combatir la prima. "Es el mejor mensaje que se puede mandar a Europa", llegó a decir apelando al voto del miedo.

Y, sin embargo, nada más ganar el 20-N, el líder conservador ya se encontró con una situación parecida a la actual: pese a su triunfo la prima no descendió. Ni un minuto de tregua. Hasta que el cambio de Gobierno se asentó y, sobre todo, la compra de deuda del Banco Central Europeo, lograron cambiar las tornas. También se había frenado la situación en agosto, con la reforma constitucional para limitar el déficit público. Ahora, dentro del PP, hay quien se pregunta qué golpe de efecto político y económico hará falta para que las aguas vuelvan a su cauce.

La voz de Rajoy no fue durante mucho tiempo la única en lanzar críticas. La hoy vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, llegó a bautizarla: "La prima de riesgo en nuestro país se llama José Luis Rodríguez Zapatero". Y el ahora también ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pedía constantemente el adelanto electoral y una "reacción" por parte del Gobierno. Esta, según mantiene Moncloa, se está dando ahora en forma de "una avalancha" de reformas.

Pero la presión no se rebaja y la sombra de la intervención planea constantemente. Ni los recortes, ni los Presupuestos, ni la reforma laboral... parecen aplacar a los inversores. Es curioso que Rajoy haya terminado reflejándose en el mismo espejo de Zapatero. El déficit de las Comunidades Autónomas (ahora la mayoría dirigidas por barones del PP), la situación de los bancos, los continuos exámenes de Bruselas, la presión de los mercados, los datos del paro... Los problemas son los mismos.

El presidente del Gobierno, que reivindicaba su independencia y sostenía que a él no le iban a dar "órdenes" desde Europa, vio pronto como nuestra soberanía nacional - que proclamó a bombo y platillo- quedaba relegada y nos imponían cumplir con un 5,3% de déficit a cumplir. Lejos quedan aquellas palabras que pronunció hace más de un año: "Como español, no me gusta que desde fuera me digan lo que tengo que hacer".
En septiembre de 2011 María Dolores de Cospedal aseguró que la victoria del PP iba a ser "el primer día del final de la crisis". Después, el PP ha tenido que modular mucho sus mensajes. Rajoy comenzó a recordar que los milagros no existen y pidió "sacrificios" a los ciudadanos porque la situación es "muy difícil". El Gobierno promete resultados pero da este ejercicio por perdido. Y en estos momentos es precisamente el PSOE, ya desde la oposición, quien le paga con su moneda y tira de los mismos argumentos. El líder de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba se lo ha reprochado ya en el Congreso: "Hacer lo contrario de lo que dijo en campaña, señor Rajoy, no genera confianza".


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