Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


lunes, 9 de abril de 2012

Remontar el vuelo


Uno tras otro, caen los días como losas. Pesadas losas que no te dejan levantar el vuelo a pesar de todos los esfuerzos que haces por elevarte. Imposible misión que se convierte cada día en un desafío, una prioridad que hace que todo lo demás pase casi innecesariamente a un segundo plano. Y eso que nunca has creído en el orden de prioridades. Dices que es una simple excusa para posponer las cosas difíciles que te encuentras por el camino. Sin embargo aquí está el claro ejemplo de que inevitablemente tendemos a ello, a enumerar, a cuestionar, a pesar todo en la invisible balanza de las comparaciones.
 
¿Qué hacer primero? ¿Cómo saber a qué dedicar el tiempo inmediato? Y, por supuesto, ¿cómo averiguar si hemos tomado la decisión adecuada? Todas estas dudas hacen que no seas capaz de ver el camino correcto aunque lo tengas delante indicado con un cartel luminoso. Y esto, a su vez, te crea la terrible angustia que te evita seguir. Es decir, el maldito círculo vicioso del que todos hemos oído hablar y en el que todos hemos caído alguna vez.
Son cosas que, simplemente, te impiden ver con claridad, momentos de ceguera en que la única responsabilidad recae sobre ti misma, puertas que no se cierran por sí solas, sino que las cierras sin querer dando un insonoro portazo…
 
Y de nuevo las dudas, ¿qué hago? ¿Por dónde sigo? ¿Cómo lo hago? ¿En qué parte del cerebro se encuentra la respuesta? Y sigues día tras día, caminando bajo esa pesada losa, sin ver más allá, sin poder apenas respirar. Y cuando menos lo esperas, es cuando, de la manera más insospechada, aparece ante ti la solución, la respuesta a todas esas preguntas que te has estado haciendo durante tanto tiempo, que casi has olvidado por qué te las estabas planteando. Pero ese “clic” llega como por arte de magia.
 
 Una mano invisible pulsa el interruptor que hace que a tu cerebro llegue un haz de luz seguido, claro está, de toda la claridad que antes te faltaba. Y sonríes. Sonríes tal vez porque te sientes estúpida por no haberlo visto antes, o sonríes por el alivio que te produce el reencontrarte con tantas cosas que creías perdidas, por reencontrarte contiga misma y comprobar que vuelves a ser como eras. Porque al fin y al cabo, una vez que te forjas una personalidad, siempre eres la misma, solo que en determinados momentos te das un respiro, unas vacaciones para perfeccionarte en algo, para evolucionar que, al fin y al cabo, es de lo que se trata.
Y la losa, la pesada losa desaparece y puedes, por fin, remontar el vuelo…



No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR TU OPINION-THANKS FOR YOUR OPINION