ESPAÑA SOLICITA HOY LA AYUDA PARA LA BANCA
Mariano Rajoy ha celebrado un fin de semana algo más relajado que los anteriores. En los últimos siete días, desde su llegada a Los Cabos, en México, para participar en la cumbre del G-20, la sucesión de acontecimientos parece haber dado una tregua que permite al presidente de España esquivar la imagen de país intervenido y sometido al designio de sus socios de Europa, con la inflexible Alemania a la cabeza. Sin embargo, el plan de rescate para la banca española, cuya solicitud formal para recibir los 62.000 millones de euros se cursará este lunes, es la losa que puede colocar al país al borde la intervención.
A pesar de que a lo largo de la semana pasada la prima de riesgo española llegó a tocar los 600 puntos básicos, la minicumbre celebrada en Roma el viernes pasado ha dejado un buen sabor de boca al político gallego. El compromiso adquirido por el triunvirato Alemania-Francia-Italia por llevar a cabo un plan de estímulo para la economía de la eurozona por valor de 130.000 millones de euros (un 1% del PIB de Europa) ha cambiado el gesto de Mariano Rajoy, sabedor de que los males de España sólo pueden solventarse con la recuperación de la economía doméstica y la anhelada creación de empleo.
La presión global sobre Ángela Merkel ha hecho cambiar a Mariano Rajoy su estrategia política. Después de que el propio Barack Obama y el FMI, con las grandes potencias emergentes detrás, conminaran a la canciller alemana a que relajara su duro programa de condiciones de austeridad para contribuir al rescate del euro, el presidente de España no ha dudado en desvincularse de las tesis de Alemania, con las que estaba firmemente convencido tras su llegada el Gobierno, y en abrazarse a la corriente que impulsan ahora el socialista francés Hollande y el italiano Monti, los nuevos socios improvisados de España.
La satisfacción de Rajoy tras la cita de Roma tiene que ver con el compromiso de los tres mandatarios por salvar al euro. España sigue agarrada al salvavidas de la moneda común, convencida de que por la importancia de nuestra economía dentro de la eurozona (España representa el 12% del PIB de Europa) no nos pueden dejar caer y que por tanto se utilizarán "todos los mecanismos que sean necesarios para garantizar la estabilidad financiera", como anunció Hollande. Es decir, desplegar las políticas monetarias necesarias para evitar el estrangulamiento financiero de nuestro país, con niveles de deuda insostenibles.
Mientras aún se discute cómo articular la intervención de Bruselas para garantizar liquidez a los países acorralados, bien sea con la compra de bonos a través del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEES) en el mercado secundario, como ha propuesto Monti, o a través del propio Banco Central Europeo, como ya se ha hecho en el pasado "en circunstancias excepcionales", España coge aire. A pesar de esta falta de concreción, los mercados han dado un respiro el cuestionado proyecto de Europa y la prima de riesgo española cerró la semana por debajo de los 500 puntos básico. Bastó el compromiso genérico sellado en Roma.
Evitar que el rescate a la banca compute como deuda
El principal escollo al que Rajoy tiene que hacer frente es al rescate de la banca española. Obligado a solicitar el plan de ayudas, el presidente español no ha conseguido lograr que el crédito de hasta 100.000 millones habilitado por el Eurogrupo vaya directamente a los bancos sin pasar antes por el FROB, es decir, por el Estado, mediación que hace ineludible que la inyección compute como deuda pública, una situación que puede tensionar aún más las finanzas del Estado y complicar la financiación del déficit en el mercado. Pero en este punto, Merkel no ha transigido. Habrá dinero y apoyo, pero a través del Estado.
La resistencia de Alemania a esta vía ha sido aplastante. Por un lado, porque los tratados de la Unión Europea no lo permiten. Por otro, porque es el Estado español quien tiene la responsabilidad y la capacidad para controlar a sus propios bancos, actuando como garante ante el Eurogrupo de que las entidades financieras rescatadas cumplen los requisitos impuestos a cambio de la ayuda. Además, nadie niega que parte del apoyo está condicionado a algunas exigencias macro, como el aumento del IVA, la eliminación de la deducción por vivienda o el anticipo en el calendario de retraso de la edad de jubilación.
Obligados por la fuerza de los acontecimientos, la cuestionada Europa se convence así misma de la necesidad de avanzar a pasos agigantados hacia espacios de mayor unidad política. El más urgente y factible pasa por una unión bancaria y fiscal, que pasaría por la creación de una autoridad supervisora única y de un fondo común de garantía de depósitos. "Hemos hecho una apuesta clara y contundente por el futuro de Europa. Ha habido una apuesta indiscutible por la irreversibilidad del euro", se felicitó Rajoy al término de la cumbre de Roma. Salvada la primera bola de partido, España sigue jugando en el alambre.
BANKIA PUEDE NECESITAR MÁS DE LOS 19.000 MILLONES ANUNCIADOS
El ministro Luis de Guindos solicitará hoy formalmente el rescate de la banca a la Unión Europea, aunque sin cifra concreta a la espera de que se terminen los nuevos análisis del sector allá por septiembre. A pesar de que el Gobierno se ha hartado de repetir que el grueso de la ayuda se concentrará en las cuatro entidades nacionalizadas, las que todavía siguen en manos privadas también tienen un serio problema: tendrán que captar un mínimo de 15.000 millones de nuevo capital si quieren evitar la inyección de dinero público y las consiguientes condiciones impuestas por Bruselas.
Además, este dinero se concentra en muy pocas entidades. Aparte de las tres grandes (Santander, BBVA y La Caixa), todo el mundo coincide en que no necesitarán recursos adicionales ni Sabadell, ni Bankinter, ni KutxaBank bajo las estimaciones de los test de estrés conocidos el jueves -en especial, la exigencia de un core capital de sólo el 6%, criticada por ser muy reducida-.
A partir de ahí, llegan los problemas. Lo más llamativo es que Popular será el único banco cotizado que necesite nuevo capital, en torno a 1.600 millones según cálculos de Credit Suisse basados en las condiciones de las pruebas de esfuerzo. La cantidad se eleva a 1.800 millones en el caso de Unicaja-Caja España, y se dispara hasta 3.600 millones para Liberbank, 3.900 en el de Ibercaja y 4.000 en el de Mare Nostum. En total, 14.900 millones, una cifra que finalmente puede ser más elevada porque el banco de inversión suizo estima las necesidades totales del sector en 55.100 millones, no en los 62.000 que pone como máximo Oliver Wyman.
A priori, el que lo tiene más fácil es el banco que preside Ángel Ron. Su plan de negocio contempla la obtención de 2.000 millones en plusvalías con la venta de negocios como la unidad de tarjetas de crédito o el banco online, algo que el resto del sector considera muy complicado en el entorno actual... salvo que se los venda a su socio Crédit Mutuel. En todo caso, para un banco cotizado siempre es más fácil realizar una ampliación de capital -el Sabadell lo ha hecho este año- o una emisión de convertibles. Y tendrá de plazo hasta junio del próximo año, con lo que en algún momento seguramente habrá una ventana de mercado para realizar una emisión.
El resto, en cambio, lo va a tener mucho más complicado. Podría salvarse Unicaja, en función de cómo se contabilice la ayuda que le ha concedido el Banco de España para absorber Caja España-Duero: 1.000 millones para la caja castellana que quedan fuera de la fusión (los 475 millones concedidos por el FROB 1 más 525 millones en CoCos) más una "línea de disponibilidad de convertibles" de hasta 1.025 millones para la entidad conjunta.
Pero el resto lo tiene muy difícil. Ni Mare Nostrum, ni Ibercaja, ni Liberbank cotizan, por lo que no pueden realizar ampliaciones, y la primera ya realizó el año pasado una emisión de convertibles confiando en un futuro en Bolsa del que ahora no se fiaría nadie. Por tanto, tendrán que resignarse a recibir dinero del rescate.
Aquellas que finalmente lo reciban, se verán obligadas a cumplir condiciones muy estrictas, que pueden referirse a la supresión del dividendo a las cajas accionistas de estos bancos -con lo que su obra social se quedaría sin recursos-, a la reducción de suelos de los gestores, a desinversiones, cierre de oficinas y reducción de plantilla, a la prohibición de dar depósitos con condiciones mejores que las del mercado a incluso a la de participar en adquisiciones. Esta última les impediría presentarse a las subastas de entidades nacionalizadas -BMN tenía mucho interés en Banco de Valencia- e incluso podría cuestionar la fusión anunciada entre Ibercaja y Liberbank.
Bankia puede necesitar más de 19.000 millones
En todo caso, el grueso de las ayudas europeas irán a parar a las cuatro entidades controladas por el FROB. Según Credit Suisse, Banco de Valencia necesitará 3.200 millones, NovaGalicia 5.900, CatalunyaCaixa 9.400 y, atención, BFA-Bankia 21.700 millones. Es decir, la entidad que preside José Ignacio Gorigolzarri puede necesitar más capital de los 19.000 millones estimados por Goldman Sachs en su plan de recapitalización.
Esta cifra resulta de aplicar al balance de BFA-Bankia las condiciones de los test de estrés, que no son comparables con las estimadas por Goldman, aunque éstas se basaban también en un escenario estresado. Y lo que es más llamativo: Goldman incluía dentro de los 19.000 millones 3.900 para sanear la pérdida de valor de participadas, que los test no han tenido en cuenta, y otros 2.700 millones para amortizar un crédito fiscal. Es decir, el número comparable con los 21.700 millones estimados por Credit Suisse sería 12.400 millones, no 19.000, con lo que la diferencia es más que apreciable.
Algunos expertos en el sector señalan que una diferencia demasiado grande en el caso de Bankia puede ser muy perjudicial para la recuperación de la confianza en el sector financiero, porque sería la enésima vez que las estimaciones de España se quedan cortas: "Primero ganaba 300 millones, luego pierde 3.000, entonces necesita 19.000 millones, ahora 22.000...", critica esta fuente.
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