Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Gatoflauta (quiero ser)

Qué anuncio más precioso de comida de gato. Qué tonos cobre, dorados para anunciar estas delicias de atún que el gato goloso devora para relamerse después. Gatito lindo de taza de leche y veterinario.
 El gato gourmet es un animal pausado que corre tras bolas de lana de cashmere. Tiene juguetes, una cestita para dormir, se afila las uñas en los troncos de Brasil y tiene caja de arena de primera, como corresponde a un animal semejante.

 El poder adquisitivo del dueño de la fierecilla hace que aparezca incluso vestido. Nada es suficiente para mimarle: son sus chiquitines, dice otra señora que los estruja contra su pecho alicatado de joyas, sus pequeñines son felices y se estiran, bostezan con perezosa condescendencia.

A cada rey absolutista le corresponde en sus regresiones un gato como estos.


A renglón seguido, veo a Imanol Arias haciendo campaña para Unicef. Es de poco tacto que prácticamente coincidan ambas cosas en el tiempo. El fabricante de manjares de atún se gana la vida honradamente y quizá sea un hombre virtuoso que intente evitar el sufrimiento a su alrededor, pero choca. La campaña de Unicef es tan dolorosa que tiene alma de cronómetro: contar las vidas por días que no por años…

Hemos hecho de este mundo un lugar terrible.

Los gatos de los pobres no tienen siete vidas y no son siempre bienvenidos. Ladrones y de carácter voluble se enroscan en las piernas del dueño que no tiene ni siquiera para él. Animales supervivientes, pulgosos, ariscos, cazadores. Gatos que nacen bajo la leña, se revuelcan en la ceniza, desangran los árboles, roban la alacena…

Gatos de mala suerte, herniados, sin rabo. Gatas que paren cada año, que aborrecen a las crías, que las seleccionan. Animales que demuestran una crueldad sin límites con la camada, que saben convivir con un perro, que comen con él en el mismo plato. Compañeros de comuna de otras bestias, de rancho de sobras, sufriendo remedios caseros contra enfermedades de nombre vulgar.


El gato de dueño rico dicen que tiene buena suerte, pero le castran para que no se escape, le pone a régimen para que no engorde. Le adiestran para que use su caja. El otro animal sabe de la brisa y el sol y perderse para volver con un ratón entre los dientes. Tiene intacto el instinto de felino salvaje y lo recuerdan sus uñas contra cualquiera que quiera ponerle un collar.

 Hace unos días una señora se quejaba de su gato: la había arañado tras ponerle ella una correa. Le recriminaba como a un criado: con lo bien que te doy de comer, que no te falta de nada…

 El animal sólo quería ser más libre. Un gatoflauta, seguramente



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