No cabe duda de que el presidente del Gobierno es hombre de pocas palabras. Y
posiblemente estas dos sean la única verdad que Mariano Rajoy haya dicho en
mucho tiempo: “¡Es falso!”
“No voy a necesitar más de dos palabras,” proclamó su busto parlante en una
pantalla plana el pasado 3 de febrero, con el objetivo de desmentir “todo lo que
se ha dicho y todo lo que se pretenda insinuar.” Ahora bien, ¿qué es exactamente
lo que es falso?
Empecemos por la causa de que el líder del PP plasmara esas frases
a través de circuito cerrado de televisión: es falso que los papeles de
Bárcenas sean “fotocopia de una fotocopia de unos apuntes” manipulados, con
“enormes lagunas” y “ya desmentidos”, como alegó Gonzalez Pons. La verdad es que
esos documentos fueron escritos por el tesorero del partido, por mucho que él lo
niegue, según los expertos calígrafos de la Policía; que esas
anotaciones manuscritas coinciden en fecha e importe con la contabilidad interna del
PP remitida a la Audiencia Nacional y a la Fiscalía Anticorrupción; y que Rajoy es el dirigente que más veces aparece en las cuentas de
Bárcenas, y el segundo que más cobró.
Es falso que el Partido Popular sea “parte claramente
perjudicada”, tanto en ese caso como en el de la trama Gürtel (pese a la
insistencia de los abogados del partido, recurso tras recurso), tal como ha dictaminado
el juez Ruz al expulsar al PP como acusación popular en la causa principal
del mayor escándalo de corrupción política de la democracia. La verdad es que el
PP se ha empeñado en personarse en todas las causas relacionadas con su propia
corrupción interna y que sus letrados se han dedicado en la práctica a bloquear
las investigaciones, y a defender a los imputados contra los que fingían
actuar.
Es falso que los papeles de Bárcenas “ni tienen, ni han
tenido nada que ver con el Partido Popular. No tenemos nada que ver”, como
aseveró Rajoy en aquella misma intervención plasmática, ya que Anticorrupción ha
descubierto cuatro conexiones entre apuntes de la contabilidad oficial del PP y
documentos de la trama Gürtel, en los que la organización de Francisco
Correa reparte dinero a Bárcenas y al exalcalde de Pozuelo y exmarido de Ana
Mato, Jesús Sepúlveda. La verdad es que, al establecer que debe ser Ruz el
magistrado competente para investigar los papeles de Bárcenas, la Audiencia
Nacional ha dictaminado que existe “un nexo” entre esa contabilidad B del
PP y la trama Gürtel.
Es falso que “en el PP no se pagan cantidades opacas”, como
aseveró Rajoy, puesto que acabamos de descubrir que los principales cargos del
partido –desde Aznar a Montoro, pasando por Acebes, Arenas y Mato– estuvieron
cobrando durante años cantidades mensuales de medio millón de pesetas en forma
de gastos de representación; unos pingües sobresueldos por los que se practicaba
una módica retención fiscal del 21%, cuando deberían haber tributado más del 30%
como rendimientos del trabajo. La verdad es que, una vez más, los dirigentes
del PP están tratando de forzar la prescripción de la responsabilidad fiscal
por esas irregularidades y por los presuntos pagos en negro que reflejan las
cuentas de Bárcenas.
Es falso que el PP no se haya financiado ilegalmente
durante los mandatos de Aznar y Rajoy, puesto que ocho constructoras dieron al
PP donaciones ilegales (ya que eran superiores a 60.000 euros y las efectuaban
empresas que contrataban con administraciones públicas) que su tesorero o
gerente fraccionaba en cantidades menores de 3.000 euros y las ocultaba como
“donaciones anónimas”. La verdad es que las empresas
donantes recibieron a continuación adjudicaciones de grandes obras públicas por
valor de cientos de millones de euros, muchas de ellas superfluas o
deficitarias, mediante licitaciones que a veces aparecían en el BOE sólo 24
horas después de que Bárcenas anotase en su cuaderno la recepción de esas
donaciones al PP.
Es falso que “el señor Bárcenas dejó el PP en 2009”, como
afirmó Montoro en sede parlamentaria, puesto que la Tesorería
General de la Seguridad Social ha certificado al juez Ruz que el PP no dio de
baja al extesorero hasta el pasado 31 de enero de 2013, el mismo día en el
que se publicaron sus apuntes de la caja B del partido. La verdad es que
el Partido Popular dio de alta a Bárcenas el 16 de abril de 2010 (tres días
antes de que las Cortes le dieran de baja como senador por su imputación en el
caso de la trama Gürtel) con
un sueldo de 21.300,08 euros mensuales brutos; que disponía de despacho
propio en la sede nacional de Génova; que trabajó allí ininterrumpidamente con
todos los recursos del partido a su disposición, y que ahora reclama
al partido una indemnización de 905.253 euros por despido improcedente y por
apropiarse de dos ordenadores, que considera suyos, en el momento de rescindir
su contrato precipitadamente el mismo día en que aparecieron en la prensa sus
cuentas de la caja B del PP.
Es falso, en fin, que Bárcenas dejase de trabajar para el
PP en 2010 a cambio de una indemnización abonada como “simulación”
en forma de “retribución” con pago en “diferido” y con retención de las cuotas
mensuales a la Seguridad Social, como aseguró Cospedal a todos los españoles
por televisión. La verdad es que la secretaria general del partido tuvo que
esconderse de las preguntas de los periodistas durante semanas, después de
balbucear esa explicación a todas luces engañosa y que, de haber sido cierta,
habría violado la ley.
“Es mejor decir la verdad, explicar la realidad y no huir de ella”, afirmó el
domingo Rajoy en Granada. ¿Algún día empezará a convertir sus palabras en
hechos?
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