Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


lunes, 15 de abril de 2013

Rajoy se ha encontrado hoy con el Papa. Es una de nuestras imágenes del día * Cospedal y el nazismo.

Rajoy se ha encontrado hoy con el Papa. Es una de nuestras imágenes del día http://bit.ly/YJcwW7
Rajoy se ha encontrado hoy con el Papa.

Es una de nuestras imágenes del día




El Papa recibe a Rajoy

El papa Francisco recibió hoy en audiencia en el Vaticano al presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, con quien habló a solas durante 24 minutos. Francisco recibió a Rajoy en la Biblioteca Privada y, tras un cordial saludo, se sentaron frente a frente. En los primeros momentos de la audiencia el presidente del Gobierno español contó al papa que estuvo en el Encuentro Mundial de las Familias, que se celebró en Valencia en 2006 y que acudió con uno de sus hijos, que entonces tenía un año y ahora tiene ya siete. Después se cerró la puerta de la Biblioteca y ya no se escuchó más.


Tras las presentaciones, Rajoy regaló al papa un facsímil del libro "De aetatibus mundi imagenes", del 1500, obra de Francisco de Holanda, hecha para el rey Felipe II. También le regaló la camiseta de la selección nacional de fútbol española, "la Roja", firmada por todos los jugadores. Francisco agradeció los dos regalos y cuando tomó la camiseta, que la abrió para ver las firmas, recordó que el pasado miércoles, durante la audiencia pública, también recibió la camiseta del club Atlético san Lorenzo de Almagro, de Buenos Aires, equipo del que es socio.




Si es que no aprenden!

Cospedal y el nazismo.


   En el proceso de demonización de las protestas ciudadanas, la hipérbole puede ser muy peligrosa cuando se trata de relacionar conceptos desiguales e imposibles.

   María Dolores de Cospedal, secretaria general del partido que gobierna, ha comparado las protestas ciudadanos en el entorno personal de los dirigentes políticos con las prácticas que realizó el nazismo en Alemania, como preludio del exterminio de los judíos.

   Las fuerzas paramilitares del nazismo no se manifestaban ante las casas o los negocios de los judíos; las asaltaban y destruían. Y con estos episodios, que tuvieron su epicentro en la llamada 'noche de los cristales rotos', se abrió la espita progresiva que condujo a Auschwitz Birkenau y otros campos de concentración para labores de exterminio sistemático.

   Lo que en España, importando un concepto que se acuñó en Argentina, está ocurriendo, es que grupos de personas organizadas se desplazan a los lugares donde residen o trabajan quienes consideran responsables de las consecuencias de esta crisis, para protestar de forma pacífica ante ellos. No ha ocurrido un solo episodio de violencia, o como máximo, subidas de tono en los gritos que se profieren. Nada de asaltos ni cristales rotos.

   Pero la diferencia más importante y sustantiva es que los escraches no los organiza el poder establecido, como ocurría en Alemania. Y no existe ningún plan para linchar, agredir o destruir las propiedades de quienes sufren las protestas. Se trata del desahogo ciudadano allí donde pueden encontrar a los dirigentes que gobiernan esta crisis. Y se realizan en ese entorno privado porque estos líderes están blindados en cualquier lugar, inaccesibles a la ciudadanía.

   Cuando se intentó protestar ante el Congreso de los Diputados, residencia de la soberanía popular, la policía se encargó de que el lugar fuera inaccesible. Se calificó la iniciativa de "intolerable". ¿Dónde considera el Gobierno que pueden protestar los ciudadanos?

   La comparación de Cospedal de los escraches con el nazismo no solo es insoportable, imposible e intolerable, sino además, una escalada en la criminalización de la ciudadanía y sus representantes.

   El PP ha jugado fuerte en esa demonización. Sucesivamente lo ha hecho con los inmigrantes ilegales, a los que ha privado de asistencia sanitaria, los sindicatos, los médicos en protesta, los maestros e incluso los jueces.

   Ahora llaman nazis a los participantes en los escraches. La tentación sería utilizar otra hipérbole como respuesta a la que ha promovido Cospedal. Pero una escalada no conduce a nada. Habría que pensar si no se parece más al nazismo ayudar con dinero público a la Banca y permitir que siga desalojando a ciudadanos de sus casas sin regular la forma de impedirlo.

   Los nazis se quedaban con las propiedades de los judíos. Los escrachistas solo tratan de evitar que los ciudadanos comunes, "los judíos" de esta España desigual, sigan perdiendo sus propiedades en manos de los bancos que han sido auxiliados y protegidos económicamente por el estado.

   Reflexionemos con serenidad. El problema esencial no son las protestas sino los desahucios. Demonizando y persiguiendo a los manifestantes se empuja hacia protestas más radicales, porque no desaparece la injusticia que las promueve.

   Debiera relajarse la señora Cospedal que, a diferencia de los judíos alemanes y los pobres de España, tiene mucha protección y blindaje para su vida personal. Debiera preocuparse por los perseguidos y no por los perseguidores. Esa sería la única comparación posible -naturalmente exagerada e inadmisible- entre la Alemania Nazi y la España que todavía es democrática.

(Carlos Carnicero)


Cospedal y el nazismo.


... En el proceso de demonización de las protestas ciudadanas, la hipérbole puede ser muy peligrosa cuando se trata de relacionar conceptos desiguales e imposibles.

María Dolores de Cospedal, secretaria general del partido que gobierna, ha comparado las protestas ciudadanos en el entorno personal de los dirigentes políticos con las prácticas que realizó el nazismo en Alemania, como preludio del exterminio de los judíos.

Las fuerzas paramilitares del nazismo no se manifestaban ante las casas o los negocios de los judíos; las asaltaban y destruían. Y con estos episodios, que tuvieron su epicentro en la llamada 'noche de los cristales rotos', se abrió la espita progresiva que condujo a Auschwitz Birkenau y otros campos de concentración para labores de exterminio sistemático.

Lo que en España, importando un concepto que se acuñó en Argentina, está ocurriendo, es que grupos de personas organizadas se desplazan a los lugares donde residen o trabajan quienes consideran responsables de las consecuencias de esta crisis, para protestar de forma pacífica ante ellos. No ha ocurrido un solo episodio de violencia, o como máximo, subidas de tono en los gritos que se profieren. Nada de asaltos ni cristales rotos.

Pero la diferencia más importante y sustantiva es que los escraches no los organiza el poder establecido, como ocurría en Alemania. Y no existe ningún plan para linchar, agredir o destruir las propiedades de quienes sufren las protestas. Se trata del desahogo ciudadano allí donde pueden encontrar a los dirigentes que gobiernan esta crisis. Y se realizan en ese entorno privado porque estos líderes están blindados en cualquier lugar, inaccesibles a la ciudadanía.

Cuando se intentó protestar ante el Congreso de los Diputados, residencia de la soberanía popular, la policía se encargó de que el lugar fuera inaccesible. Se calificó la iniciativa de "intolerable". ¿Dónde considera el Gobierno que pueden protestar los ciudadanos?

La comparación de Cospedal de los escraches con el nazismo no solo es insoportable, imposible e intolerable, sino además, una escalada en la criminalización de la ciudadanía y sus representantes.

El PP ha jugado fuerte en esa demonización. Sucesivamente lo ha hecho con los inmigrantes ilegales, a los que ha privado de asistencia sanitaria, los sindicatos, los médicos en protesta, los maestros e incluso los jueces.

Ahora llaman nazis a los participantes en los escraches. La tentación sería utilizar otra hipérbole como respuesta a la que ha promovido Cospedal. Pero una escalada no conduce a nada. Habría que pensar si no se parece más al nazismo ayudar con dinero público a la Banca y permitir que siga desalojando a ciudadanos de sus casas sin regular la forma de impedirlo.

Los nazis se quedaban con las propiedades de los judíos. Los escrachistas solo tratan de evitar que los ciudadanos comunes, "los judíos" de esta España desigual, sigan perdiendo sus propiedades en manos de los bancos que han sido auxiliados y protegidos económicamente por el estado.

Reflexionemos con serenidad. El problema esencial no son las protestas sino los desahucios. Demonizando y persiguiendo a los manifestantes se empuja hacia protestas más radicales, porque no desaparece la injusticia que las promueve.

Debiera relajarse la señora Cospedal que, a diferencia de los judíos alemanes y los pobres de España, tiene mucha protección y blindaje para su vida personal. Debiera preocuparse por los perseguidos y no por los perseguidores. Esa sería la única comparación posible -naturalmente exagerada e inadmisible- entre la Alemania Nazi y la España que todavía es democrática.

(Carlos Carnicero)



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