¿Debemos salir de la dictadura del Euro?
La miseria se extiende en España como un reguero de pólvora y va dejando un rastro de suicidios, dolor, frustración, desempleo, hambre, desahucios y desesperanza en el porvenir de este país que a muchos nos resulta injusto hasta lo insoportable. Ahora son cada vez más las voces que reclaman salir de esta situación a la que nos llevaron con una moneda maldita llamada Euro que está arruinando nuestras vidas.
El euro es un invento alemán pero enemigo del resto de los países cuyos gobiernos se dejaron engañar por este funesto artilugio pensado para dominarnos y eventualmente arruinarnos. Se hace imprescindibie por días salir de este engendro de moneda única y negarse a pagar una deuda impuesta al pueblo por las amas de llaves de los banqueros norteamericanos y alemanes que son estos gobiernos que nos tienen doblemente atrapados en sus redes. ¿Y qué es lo que habría que hacer? Menos el gobierno español todos lo sabemos.
En España se trataría de volver a la peseta, nacionalizar la banca, obligar a los bancos a devolver el dinero prestado contra nuestra voluntad por nosotros, los contribuyentes, acabar con el paraíso fiscal de las sicavs, perseguir judicialmente a los grandes defraudadores y obligarles a pagar sus deudas, investigar la lista de los ricos con cuentas en paraísos fiscales europeos o de otros lugares, hacerles pagar igualmente sus deudas y poner impuestos progresivos a las grandes fortunas. Todo esto se ha dicho, pero son precisos dos elementos para llevarlo a cabo: un movimiento social unido , – y no sectorial como hasta ahora- y que empuje al segundo elemento: los políticos y sindicatos.
Es preciso apoyar el empuje social no corporativo surgido desde el 15 M lo suficiemtemente fuerte que obligue a definirse, comprometerse en serio y mover su acomodado trasero a sindicalistas y políticos que se dicen de izquierdas y viven de derechas. Pero también es necesario que la izquierda abandone sus castillos intelectuales, sus banderías nominalistas, sus desconfianzas tradicionales y su incapacidad para sumar en lugar de dividir, porque es preciso un frente común del pueblo ante la mayor crisis provocada por los ricos que hemos soportado desde la postguerra.Sin analizar, debatir y poner en práctica aquello que consideremos útil para cambiar este tremendo despropósito de los gobiernos dominados por los capataces del euro no hay nada que hacer por más vueltas que le demos ni por más siglas que exhibamos.
Es preciso por otro lado trabajar de todos los modos posibles en escuelas, universidades, prensa, Internet, etc para neutralizar el estrago que ha producido en las mayorías el bombardeo mediático de conformación mental, especialmente a través de la tv, del consumismo como válvula de escape de frustraciones y mantenimiento de negocios e industrias inútiles, y que ha adormecido a grandes mayorías. Si, estas que son tan elogiadas por el gobierno por quedar en casa, pretendiendo que confundamos su pasividad con cordura, madurez cívica, sentido de la responsabilidad y otras añagazas. Pues va a ser que no, que la pasividad mata. Lo estamos viendo a nuestro alrededor como efectos colaterales: el índice de suicidios aumenta por encima del número de accidentes de tráfico.
Ahora bien: salir de la pasividad y lucha social no deben entenderse como acciones violentas de enfrentamiento con los asalariados de uniforme porque eso solo origina más represión. Debemos aprender a resistir pacíficamente como lo hizo Gandhi en su día y fue capaz de expulsar al Imperio Británico. Nosotros nos conformamos con que nos devuelvan todo lo que nos han robado hasta hoy en forma de derechos y dinero y nos dejen vivir en paz. Algo que conociendo el “paño” solo será posible cuando consigamos el nivel de conciencia preciso y la mayoría necesaria para poder desterrar al capitalismo con todo su equipaje y tener así una auténtica soberanía popular, hoy por hoy secuestrada en una democracia formal que en nada se parece a una democracia real, participativa, que tanto se reclama en las calles de toda España ante la sordera gubernamental y el silencio de una MONARQUIA CORRUPTA.
(fuente Kaos en la red)
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