La ley mantiene y protege ese crimen.
De ese modo eres embaucado todos los días de toda tu vida
Cuando el lechero llama a tu puerta
Se atribuye al político conservador Winston
Churchill la famosa frase la democracia es el sistema político en el
cual, cuando alguien llama a tu puerta a las seis de la mañana, se sabe
que es el lechero.
La noche del miércoles al jueves de la
semana pasada, 19 timbres sonaron a las seis de la mañana en Madrid, y
ninguna de las puertas que se abrieron escondía un amable lechero.
No tardó ni ocho horas la delegada del
gobierno en Madrid, a pesar de encontrarse de baja médica, en afirmar
en su cuenta de twitter que los detenidos tenían antecedentes policiales
y que se les relacionaba con los incidentes en la facultad de derecho
de la Complutense el pasado 20N.
En su siguiente tuit Cristina Cifuentes, se
hacía eco de cinco detenidos en Alpedrete como presuntos autores de las
reiteradas amenazas a los concejales de IU de la localidad, cuyas
denuncias tienen meses de antigüedad, algunas años.
Por si fueran pocas las casualidades de ese
día, mientras se hacían públicas estas noticias, se tramitaba en el
parlamento el anteproyecto de ley popularmente llamada ley anti 15M o
ley mordaza, que permite tramitar como sanción administrativa, lo que
ahora debe pasar por las manos de la justicia para ser considerado
delito, y probado la culpabilidad del acusado.
Algunos aventureros con enfermedades
infantiles deberían pensar cuan útiles son al poder aquellos que se
preocupan más por su estética de guerrilla urbana que por las
consecuencias políticas de sus actos. Ni comparto ni apruebo dichos
actos, para los que quieran jugar a la demagogia lo dejo claro.
Pero algunos, especialmente los periodistas,
también deberían pensar que a veces conviene buscar la información que
esconde el poder, y que en los tiempos que corren quizá hay que empezar a
preguntarse si las actuaciones que anuncian las fuerzas de seguridad a
bombo y platillo, y que tienen influencia en los debates políticos sobre
las garantías democráticas, se han realizado en escrupulosa respeto a
las libertades y derechos de los individuos detenidos, a veces conviene
preguntar a los presuntos delincuentes y no aplicar el principio de
veracidad a las instituciones de seguridad.
La palabra que más se mencionaba entre
compañeros y amigos de detenidos aquella noche ha sido miedo, cuando
cuentan lo sucedido, es imposible no recordar la película argentina La noche de los lápices. En
ella, se relata la detención y posterior asesinato en 1974, a manos de
la policía, del grupo que lideraba el movimiento por el boleto
estudiantil, una reducción del precio del billete de transporte para los
estudiantes.
Algunos podrían decir que exagero con este
símil, y que el parecido se limita a la violenta invasión del hogar de
madrugada, sin embargo, para mí la similitud fundamental es la respuesta
de las autoridades ante las detenciones, y el hondo calado de ese
discurso en la sociedad.
Cuando una de las madres del caso argentino
recorre comisarías y despachos de autoridades buscando una explicación;
el discurso oficial se centra en las malas compañías de su hija, las
actividades poco adecuadas para una muchacha de su edad y condición, en
definitiva, una forma amable de decirle que se lo estaba buscando.
Lo mismo ha ocurrido en esta ocasión, el
discurso mediático que buscaban ya está instalado, son los asaltantes de
la Complutense, digan lo que digan, ellos son culpables, no sólo es
correcto que les detengan, sino que es urgente tomar medidas para
endurecer la lucha contra estos violentos.
Pero la verdad es que muchos no tienen que
ver con esos actos, la mayoría son jóvenes activistas, que acaban de
empezar a implicarse en luchas sociales, pero da igual, sean lo que sean
comparten entre ellos y con todos nosotros lo que nos quieren hacer
olvidar, son ciudadanos con derechos civiles y democráticos que deben
ser siempre respetados.
La democracia no tiene que ver con el
horario del lechero, sino con el ejercicio de los derechos civiles y
democráticos con la seguridad de que no serás sancionado por ello, en
definitiva, es el sistema en el que uno no tiene miedo de sus
gobernantes.
La noche del miércoles al jueves, no sólo
los detenidos, sino que muchos activistas que jamás han usado la
violencia pasaron miedo, un país en el que la gente tiene miedo de
ejercer sus derechos está muy lejos de poder llamarse democrático.
Aunque el timbre que ha sonado esta noche no
sea el tuyo, ni conozcas a ninguna de las personas detenidas, y tengas
incluso la duda de que hayan cometido actos que tú condenas, deberías
pensar que en la historia de los sistemas dictatoriales cuando se
conocen los abusos del poder, siempre sorprende el silencio atronador
que reinaba en las sociedades que los sufrieron.
Ahora, no cuando la historia recomponga los
datos estremecedores de los abusos policiales que dejará esta crisis,
ahora es cuando estamos a tiempo de pensar si queremos convertirnos en
una sociedad que colectivamente mira hacia otro lado amparados en el
pensamiento individual de que “algo habrán hecho”, “conmigo esto no va”.
O si queremos luchar por mantener nuestras libertades, ésas que no
acaban donde empieza la del otro, sino que las podemos ejercer
individualmente porque las tenemos garantizadas colectivamente.


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