Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


viernes, 3 de enero de 2014

LA MARCA ESPAÑA EN PANAMÁ: CORRUPCIÓN Y DESFACHATEZ A RAUDALES

 
A estas alturas, recién inaugurado el año 2014 y tras más de cinco años de profunda crisis capitalista, quiero creer que una mayoría de la población ya entiende que, dentro de un sistema capitalista de libre mercado como el nuestro, ese concepto abstracto al que llamamos "la economía" no guarda ninguna relación con las condiciones de vida de las clases trabajadoras y populares del país.
 
 
 
 Esa falsa "mejora de la economía" que anuncia el gobierno y sus voceros mediáticos, aunque fuera cierta, no significa en absoluto que vaya a mejorar la situación de millones de españoles que son víctimas de las políticas neoliberales impuestas por la Troika y ejecutadas por sus subordinados en los gobiernos de España, PP-PSOE. Cuando el ministro de Economía inicia el año anunciando ante los medios de comunicación que 2014 será "el año de la recuperación" no está hablando de la recuperación de los derechos laborales, civiles y sociales de las clases populares, sino que está hablando de la recuperación de las tasas de ganancia de las grandes corporaciones españolas. 
 
 
De hecho esa "recuperación" ya se ha producido en 2013, cuando la Bolsa española cerró el año con una subida del 21% tras tres años de fuertes caídas. Y no sólo en España, sino que 2013 ha sido un buen año para las 300 mayores fortunas del planeta que acumularon el año pasado 524.000 millones de dólares más debido al "buen comportamiento de los mercados". Nos empobrecemos para enriquecer a los "mercados". La crisis para la clase trabajadora será permanente, puesto que esa supuesta mejora de los datos macroeconómicos que se espera para este año, se asienta sobre la explotación y el sufrimiento de las mayorías populares y el expolio de los recursos públicos del país. 
 
 
 
Estas ganancias de los Bancos y las grandes empresas españolas y extranjeras se deben, entre otras cosas, al trasvase de dinero público que ha ido a parar a sus bolsillos en forma de "rescates financieros", a las privatizaciones de empresas y servicios públicos, a la reducción de los salarios y las cotizaciones sociales, a la reducción de impuestos y bonificaciones fiscales, a la evasión fiscal... y, por supuesto, gracias a la explotación de los recursos económicos, naturales y humanos de los países pobres o en vías de desarrollo. Una de estas multinacionales españolas que tratan de obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo ha sido noticia en los últimos días.
 
 
 La constructora Sacyr Vallehermoso, compañía que lidera el consorcio de empresas encargado de las obras de ampliación del Canal de Panamá, anunció el pasado miércoles que dejará en suspenso los trabajos en el canal en el plazo de 21 días si no recibe 1.600 millones de dólares más de lo presupuestado debido a unos sobrecostes que, según las autoridades panameñas, no están en absoluto justificados. En España estas empresas multinacionales, que se presentan como los representantes de la "Marca España" por el mundo, actúan con una desfachatez y una impunidad escandalosas que les permite obtener beneficios millonarios saltándose todas las reglas. Sin embargo, según podemos comprobar en este y otros casos, hay países y gobiernos que tratan de poner algún límite a las prácticas corruptas e incluso criminales - como el caso de Chevron en Ecuador - de estas empresas multinacionales. 
 
 
 
Para los dueños y accionistas de esta empresa constructora española, así como para el gobierno Rajoy, debe ser toda una sorpresa que el gobierno de Ricardo Martinelli se haya plantado con firmeza ante la exigencia de esta multinacional española (incluso anunció una visita a España e Italia para exigir a ambos gobiernos que las empresas cumplan su contrato).
 
 
 Sobretodo porque el presidente panameño es uno de los suyos. El presidente Martinelli es un rico empresario panameño dueño y accionista de múltiples empresas, Bancos, fábricas, medios de comunicación... un rico neoliberal siervo de EE.UU y amigo de la UE, defensor del Consenso de Washington y sus políticas neoliberales, del libre mercado y el libre comercio sin regulaciones. Uno de los suyos les acaba de sacar un buen dolor de cabeza. En este caso, los medios de comunicación y el bipartidismo español no pueden defender los intereses privados de esta empresa arremetiendo contra el gobierno, puesto que, como decía, el panameño es un gobierno afín ideológicamente a los intereses políticos y económicos occidentales.
 
 
 
 Un empresario metido a político para defender sus intereses privados, rodeado de corrupción por todas partes, y que mantiene a más del 40% de la población viviendo en la pobreza. En este caso no hay un Chávez, o un Maduro, o un Correa, o un Evo, o una Cristina... a quien echarle todas las culpas como ocurrió en otras ocasiones cuando el conflicto de intereses enfrentaba a empresas españolas y a gobiernos de izquierdas Latinoamericanos. El enemigo en este caso es uno de los suyos, un millonario neoliberal amigo de los negocios privados de las corporaciones. ¿A quién echar la culpa entonces de tanta avaricia y desfachatez empresarial? Por supuesto, a "razones técnicas". Es más que probable que finalmente las partes alcancen un acuerdo político-empresarial. De nuevo lo público mezclándose con lo privado, aquí y allá. 
 
 
 
Las prácticas corruptas empleadas por Sacyr Vallehermoso en Panamá no son ni mucho menos desconocidas en España. La llamada "baja temeraria", que consiste en presentar un presupuesto anormalmente bajo para conseguir un contrato público y posteriormente, una vez logrado, alegar "sobrecostes" para obtener enormes beneficios económicos a costa del erario público, ha sido la práctica habitual de las empresas constructoras en España durante décadas de gobiernos PSOE-PP. 
 
 
 
Estas grandes corporaciones españolas que cotizan en el IBEX 35 son - junto a los poderes económicos internacionales - quienes dirigen realmente la política económica del país en completa sintonía y complicidad con el bipartidismo político PP-PSOE; unos partidos a quienes estas multinacionales prestan todo su apoyo económico y mediático para que sigan turnándose en el poder y favoreciendo sus intereses económicos privados. En realidad, tal y como diría Noam Chomsky, estos dos partidos son realmente uno solo: el partido de los negocios.
 
 
 Como decía antes, ha debido de ser toda una sorpresa para esta multinacional que lo que en España es una práctica habitual y legal entre empresas y gobiernos estatales, autonómicos y municipales, se haya convertido en un problema político y económico de primer orden en el caso de Panamá, y además con un político-empresario afín en el gobierno. Si es que en el fondo, tal y como decía hace más de veinte años el ex ministro neoliberal Carlos Solchaga en tiempos de Felipe González o ahora el gobierno de Mariano Rajoy, "España es un gran país para hacer negocios". 
 
 
 

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