En Vitoria todo el mundo sabe que si el PP tiene un hueso electoral en
la ciudad, ese es el Casco Viejo. Todo el mundo lo sabe y el PP también.
Justo el barrio en el que han prescindido de los dos colegios
electorales en los que votan sus vecinos.
Qué casualidad, oye.
El PP en Vitoria ha eliminado los dos colegios
electorales del barrio en el que ha obtenido históricamente algunos de
sus peores resultados en las urnas: el Casco Viejo de la ciudad.
La
excusa es que el Gobierno central, a través de la Oficina del Censo
Electoral, exige la reducción de mesas electorales en toda España. El
Ayuntamiento de Vitoria, gobernado por el PP, tenía que decidir qué
mesas suprimía y puestos a decidir se ha llevado por delante el barrio
en el que sus perspectivas electorales son menos halagüeñas.
Qué
casualidad, oye.
El Casco Viejo es uno de los barrios
más abertzales de Vitoria. En las últimas citas electorales, EH Bildu
ha ganado con holgura. El PP, sin embargo, ha obtenido resultados que se
pueden calificar entre modestos y de claro fracaso.
En las autonómicas de 2012 el PP fue la cuarta fuerza detrás de EH Bildu, PNV y PSE; en las generales
de 2011 fue el segundo barrio de toda Vitoria en el que peor resultado
sacó (21% de los votos frente al 30% en toda la ciudad); en las municipales de ese mismo año peor todavía: el Casco Viejo fue el barrio en el que menos se votó al PP en porcentaje; y en las europeas de 2009 quedó en tercer lugar detrás de la izquierda abertzale -ilegalizada y que promovió el voto nulo– y el PSE.
En definitiva, en Vitoria todo el mundo sabe que si el PP tiene un
hueso electoral en la ciudad, ese es el Casco Viejo. Todo el mundo lo
sabe y el PP también. Justo el barrio en el que han prescindido de los
dos colegios electorales en los que votan sus vecinos.
Qué casualidad,
oye.
El PP afirma que es una decisión "técnica" por razones
de "eficiencia y racionalización" –supongo que como esas decisiones de
racionalización que obligan a recortar en Sanidad y Educación– pero la
maniobra del Ayuntamiento de Vitoria huele a esa irrefenable voracidad
de los partidos por conseguir el mayor número de votos posibles y que
tus oponentes no se acerquen a las urnas. Cada voto cuenta.
Y si hace
falta se complica un poco más el ejercicio del voto en los barrios donde
las gaviotas no son mayoría.
Los vecinos del Casco
Viejo tendrán que salir de su barrio para votar el próximo 25 de mayo.
Hay quien tiene su voto decidido y no le importará ir algo más lejos
para depositarlo, pero también es posible que haya quien acuda a su
colegio electoral de toda la vida, se lo encuentre cerrado y se vuelva a
casa (el Ayuntamiento tan sólo ha colgado una nota
en un rinconcito de su página web).
Es razonable pensar que la
eliminación de los colegios electorales podría incentivar la abstención.
En el barrio en el que peor le va al PP.
Qué casualidad, oye.
El Ayuntamiento podía, además, haber elegido el colegio alternativo del
Centro Cívico Aldabe (pegado al Casco Viejo), pero ha preferido mandar a
los vecinos un poco más lejos: a la Escuela de Artes y Oficios y el
colegio Samaniego.
Como escribía en Twitter el
escritor y vecino del barrio, Iban Zaldua, suprimir los dos colegios
electorales es un "despropósito, sobre todo para la gente que tiene
dificultades para desplazarse".
De hecho, el Ayuntamiento ha inaugurado
este año unas escaleras mecánicas para mejorar el acceso de las personas
mayores en un barrio repleto de cuestas empinadas y, curiosamente, esas
rampas facilitan el camino a uno de los dos colegios electorales. Pero
en las europeas los vecinos con dificultades físicas tendrán que caminar
más que nunca en unas elecciones.
Ahora que les habíamos puesto unas
rampas para hacerles la vida más fácil.
Qué casualidad, oye.
El PP se ha cargado otros dos colegios electorales en Vitoria, además
de los del Casco Viejo: el de Luis Dorao en el barrio de Txagorritxu,
aunque para llegar al nuevo colegio electoral no hay más que cruzar la
calle; y otro en Errekaleor, un barrio en vías de demolición, en el que
apenas viven más de una docena de familias. Pero, ¿era imprescindible
eliminar los dos colegios electorales de un barrio con 6.350 electores?
¿Por qué no, en el peor de los casos, eliminar uno de los dos y haber
dejado el otro?
La decisión es todavía más sospechosa
cuando el resto de los grupos políticos del Ayuntamiento de Vitoria se
enteraron la semana pasada –sin previo aviso y a las puertas de las
vacaciones de Semana Santa– cuando, por plazos, ya no se puede dar
marcha atrás.
Qué casualidad, oye.
En fin. Como dice el alcalde de Vitoria, Javier Maroto: orgullo de ciudad.
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