Conflictos mundiales * Blog La cordura emprende la batalla


lunes, 21 de abril de 2014

Los "líderes" de los estados europeos resultan cada vez más tristes y penosos.

Los "líderes" de los estados europeos resultan cada vez más tristes y penosos.

Según pasan las legislaturas en Europa, los candidatos electos mediante la ilusión de las urnas tienen un porte cada vez más ridículo.


 Todo esos intentos de bufón que deshonran la profesión haciendo malabares con la neolengua en esa catarsis que mezcla el mitin octogenario con la papeleta juvenil, producto todo ello de esa hipnosis colectiva que las ratas con micrófono llaman con cinismo "la fiesta de la democracia" y que simula colocar a tipejos como Mariano Rajoy al frente de la depresiva pero duodécima economía del mundo.


Históricamente hablando, todo periodo de cambio debido a las contradicciones entre clases sociales por la imposibilidad de continuar el desarrollo de las fuerzas productivas, es precedido de la más pura decadencia.



 Ante una ruptura violenta con la historia, uno de esos saltos que a veces pega porque los oprimidos se organizan y que muchos historiadores niegan aunque sean evidentes, suele aparecerse el ridículo o la crueldad más burda de las instituciones vigentes que resultan cada vez más opresivas por necesidad.


 No hay fin del "Imperio donde no se ponía el sol" sin el Siglo de Oro, ni el cisma romano sin el pan y circo mientras el César aplaude las invasiones germanas con las orejas junto a los patricios o la guillotina en Paris sin Maria Antonieta ofreciendo pasteles a la plebe por su carencia de pan.


 La decadencia resulta en demasiadas ocasiones un preludio del cambio, de la síntesis dialéctica, afirmando con insensato optimismo que la noche siempre es más oscura antes del amanecer.


Sarkozy, Hollande, Socrates, Samarás, Berlusconi, Cameron, Merkel o cualquier otro que ya nadie contempla como líderes sino como corruptos; aunque si hablamos de ridiculez presidencial creo que el Estado español se lleva la palma.



 En este campo la marca España tiene importantes lecciones que dar al mundo, pues nos sobran cojoncillos peludos y desorgullo patrio para colocar como títeres del nunca fallecido caudillo a payasos de la talla de Felipe González, Aznar, ZP o el ridículo supremo del actual presshidente Rajoy.


Si de verdad la decadencia es símbolo de cambio en España vamos ya con retraso hasta rozar la cancelación sin reembolso, pero parece que Europa viene ahora con un poco de prisa por seguir nuestros pasos mientras nos pisa sin ninguna educación los talones.


Miguel G. Macho





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