Inocencia tiene 104 años y quieren desahuciarla porque no pudo comprarse el piso donde vivía de alquiler
Inocencia Zofío nació el 1 de mayo de 1910. “A las cuatro de la tarde”,
añade la protagonista. Desde el año 1942 vive de alquiler en el cuarto
piso del número 9 de la calle Bailén, frente al Palacio Real. “Pago
cinco mil pesetas”. 51 euros más luz y agua, para ser exactos, por un
piso de 170 metros cuadrados desde el que se disfruta de unas vistas
privilegiadas. El propietario de este edificio en el que viven cinco
familias con una media de edad de 80 años murió hace ocho años y no dejó
herederos. El inmueble ahora pertenece al ministerio de Hacienda y no
hay tregua: o lo compran entre todos por 3 millones de euros o lo
abandonan antes del 11 de mayo.
El matrimonio formado por Miguel Sanclemente, aparejador del Palacio
Real que murió hace once años, e Inocencia, vive en este barrio de
Madrid desde los años 40. Él trabajó toda su vida cruzando la calle, en
el Palacio Real. Era aparejador. Ella, una mujer que con casi 104 años
lee el periódico todos los días y se pinta las uñas de rojo pasión, fue
taquimecanógrafa en una editorial.
Inocencia posee una mente privilegiada para su edad. Si se lo pides,
todavía se atreve a garabatear en un cuaderno una frase en signos
taquigráficos sin que le cueste mucho esfuerzo. Las líneas curvas y
cerradas le salen solas. “¿Qué quieres que te ponga?”, pregunta, sin
perder ni un segundo la sonrisa. Sabe de memoria las escaleras que sube a
diario hasta el cuarto piso del que ahora la quieren echar. “Cien
escalones y no, no me canso”. Pero parece que su mente se cierra cuando
se le habla del futuro, del qué pasará después del 11 de mayo. “Ah, yo
me quedo aquí. ¿Dónde voy a ir? He vivido aquí siempre”.
La agonía para esta anciana comenzó hace cinco años, cuando recibió la
primera notificación de que el edificio pertenecía al Estado y que
tenían que abandonarlo porque tenían que reformarlo. Inocencia vive con
una de sus hijas, Beatriz, la verdadera protagonista de este calvario.
“No pudimos comprar el edificio por la millonaria oferta que nos
hicieron, y como no tenemos posibilidad económica ni técnica, han
decidido desahuciarnos”.
Beatriz e Inocencia viven con una doble pensión que recibe la anciana:
entre viudedad y orfandad, los ingresos de la familia ascienden a los
1.200 euros. Otra de las hijas, María Jesús, lleva días buceando por
Internet para encontrar el nuevo hogar donde su madre pasará lo que le
queda de vida. “Es que como la saquemos de aquí la matamos”, cuenta, con
la voz muy baja, para que no la oiga su madre. Una vivienda similar en
el barrio supera los 1.500 euros al mes de alquiler, “así que la
tendremos que cambiar de zona”, se resigna mientras recuerda cómo ella y
sus hermanos más, Miguel Ángel, Beatriz, Cristina y Mercedes nacieron
entre esas paredes.
La propia Inocencia mandó antes de ayer una carta escrita de su puño y
letra a Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia, en la que le
comunica que “no me voy a ir. Yo no tengo fuerzas para ello, y si usted
no puede hacer nada para evitarlo, esperaré a mirar a los ojos de los
guardias que me envíe para que ejecuten una sentencia que, no sé si
técnicamente será correcta, pero humanamente les llena de infamia”.
Fuente: www.elconfidencial.com
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