El profesor Juan Carlos Monedero, politólogo y escritor, impulsor de Podemos, ha declarado en una larga e interesante entrevista
que esta formación "tiene que ser capaz de mantener vivo el espíritu
asambleario espontáneo y desobediente del 15M". Sin duda, el del 15M fue
un espíritu ilusionante que se ha convertido en esperanza política a
través de los votos recibidos por Podemos en las pasadas elecciones
europeas. Una alegría que para muchos se ha visto empañada por las declaraciones de uno de sus cinco eurodiputados, Pablo Echenique-Robba, científico y compañero en este periódico, cuyo blog, De retrones y de hombres, he seguido siempre con interés y afecto.
Lo que nos ilusionó hasta el entusiasmo en el 15M, así como la bombona
de oxígeno que para este Estado terminal ha supuesto Podemos, responde
a la posibilidad de un cambio de paradigma: posibilidad que eclosionó
en Sol hace tres años y que ha sido capaz de mantenerse viva y en pleno
desarrollo, como las urnas han demostrado, sobre todo, a quienes, con
poca amplitud de miras y escasa compresión de los procesos políticos
complejos, reprochaban al 15M que el movimiento se hubiera quedado en
nada. He de decir que a la mayoría de los defraudados con el 15M no la
vi nunca en las asambleas ni en las plazas durante aquel mes de 2011 tan
intenso que pareció una vida. Lo llamamos revolución porque lo era.
Revolución, precisamente, porque suponía un cambio de paradigma. Solo
tres años después, la revolución en las urnas que supone el avance
electoral de Podemos nos ha hecho confiar de nuevo, e in extremis, en la
posibilidad de ese cambio.
Para formar parte de esa
revolución, para ser nuevo paradigma real, hay que evolucionar. Es el
proceso que tendrán que seguir sectores que, como apunta Juan Carlos
Monedero, se han hecho “régimen”: una parte de Izquierda Unida o una
parte de los sindicatos, pone como ejemplos. La entrevista con el
eurodiputado Pablo Echenique-Robba, investigador del CSIC, que ha
generado enorme controversia por sus opiniones sobre transgénicos,
energía nuclear y experimentación con animales, demuestra que parte de
la comunidad científica aún forma también parte del “régimen” y debe
evolucionar.
El cientificismo,
que considera que los únicos conocimientos válidos son aquellos que se
obtienen mediante las ciencias experimentales y reduce, por tanto, el
saber humano al conocimiento científico, se inscribe, podríamos decir,
en lo más viejo de ese régimen. Desde Schopenhauer y Nietzsche, muchos
filósofos se han manifestado contra el absolutismo cientificista (que no
contra el conocimiento científico): Husserl, el innombrable Heidegger
(“La ciencia no piensa”), Marcuse, Feyerabend, Foucault (“La ciencia es
un arma política”), Deleuze, Popper, Gadamer, Habermas… Una larga y aquí
incompleta lista de grandes pensadores que han defendido que la ciencia
no se puede separar de la filosofía y las humanidades. De las que,
nadie lo pondría ya en duda, tampoco puede separarse la política.
"Me inclino por utilizar ratoncitos en investigación", afirmó Echenique
en la polémica entrevista. Y puesto que él abordó tan importantes
asuntos (transgénicos, energía nuclear y experimentación en animales)
desde la autoridad de la especialización (que, como alertaron los
filósofos, tantas veces se convierte en autoritarismo cientificista),
yo, por mi especial ocupación en los derechos animales, me centraré en
la cuestión de la experimentación (aunque vaya por delante que no me
someto a la tiranía de la especialización, que nos impediría tener y
expresar opiniones sobre muchos asuntos en los que no somos técnicos
expertos: deuda, vivienda, inmigración, educación, sanidad... o energía
nuclear).
Lo que decepcionó en esa entrevista no es
que el eurodiputado Echenique no sea, obviamente, un animalista
“radical” (término que él mismo utiliza: “no se puede ser radical en
todo”) sino que no haya respondido a una cuestión que le atañe
doblemente, como científico y como representante político, desde la
óptica del nuevo paradigma de Podemos. Bastaría con que hubiera tratado
el asunto con el respeto que merece. Que no se hubiera referido a los
“ratoncitos”, así, con ese diminutivo. Que hubiera respondido con
seriedad, aludiendo a aspectos relacionados que, como científico, debe
manejar y, como político, también, pues están en la línea ideológica de
Podemos: los derechos de los animales son una "exigencia social", tal y
como recoge el propio programa de Podemos.
Desde esa óptica de un nuevo paradigma, Echenique debiera haberse referido a la experimentación con animales, que muchos investigadores y médicos rechazan ya,
desde sus implicaciones científicas, económicas y morales. Es decir,
políticas. Desde el nuevo paradigma ético que supondrían, por ejemplo,
las tres medidas políticas que Pablo Iglesias dice
que tomaría de inmediato si tuviera responsabilidades de gobierno:
“Decreto ley de expropiación de las viviendas vacías que están en manos
de los bancos y hacer un parque público de viviendas. Prohibición de
las puertas giratorias entre los consejos de administración y los
consejos de ministros. Reforma fiscal para que paguen los ricos, pues
somos el país de la UE con menos presión fiscal sobre las grandes
fortunas”. Medidas políticas que son económicas, que son sociales. Es
decir, que son éticas. La Directiva Villarejo de Podemos sobre derechos humanos y control ciudadano también económica y social, es decir, ética.
En un asunto del alcance ético (político) de la experimentación con
animales, y desde la óptica de un nuevo paradigma, en vez de a
“ratoncitos”, Echenique podría, al menos, haberse referido a la
Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a
la protección de animales utilizados para fines científicos ( COM/2008/543 final),
donde se afirma que “la importancia que se concede al bienestar animal
está evolucionando en función de consideraciones de índole ética y
ahora se ha convertido en una ‘actitud cultural’ para la sociedad
europea. Esa importancia se reconoce en el Protocolo sobre la
protección y el bienestar de los animales anejo al Tratado, que
considera a los animales seres sensibles”.
Desde la
ética de un nuevo paradigma, en vez de a “ratoncitos”, Echenique
podría, al menos, haberse referido a las directivas sobre métodos
alternativos del Parlamento Europeo, ante la creciente preocupación
social por el enorme sufrimiento de millones de animales sometidos a
ensayos (sin las comillas que el eurodiputado puso a la palabra
sufrimiento en un artículo
aclaratorio posterior: lo reconoce la propia ciencia y la propia
Comunidad Europea), así como por la inseguridad de la extrapolación a
humanos de los resultados. Aunque se incumplan sistemáticamente, estas
directivas determinan, al menos, que, si existe un método alternativo,
será ese el que deberá utilizarse, descartando por completo el uso de
animales.
Desde la ética de un nuevo paradigma, en
vez de a “ratoncitos”, Echenique podría, al menos, haberse referido a
que las alternativas no avanzan porque al ECVAM ( Centro Europeo para la Validación de Métodos Alternativos)
solo se han destinado, como máximo, 4.000.000 de euros al año, cuando
la homologación de uno solo de los métodos supera los 400.000, lo que
indica que apenas pueden ser validados alrededor de diez métodos al año.
Echenique debiera denunciar, como científico y como representante de
un nuevo paradigma, que muchos de esos métodos alternativos no se
homologan por su elevado coste económico, mientras que el oscurantismo
comercial e informativo de los laboratorios privados y la
competititivad de las empresas por las patentes hacen que los
experimentos se repitan en los animales una y otra vez.
Desde la ética de un nuevo paradigma, en vez de a “ratoncitos”, Echenique podría, de hecho, haberse referido a la campaña
que, ya en 2009, la asociación Libera!, avalada por un equipo de
investigadores científicos y apoyada por Los Verdes/ALE, llevó al
Parlamento Europeo, proponiendo gravar con un 1% a aquellos productos
farmacéuticos que hayan sido experimentados en animales. Un 1% que se
destinaría a la validación y homologación de los métodos alternativos,
lo que que ayudaría, además, a crear puestos de trabajo cualificado para
profesionales de los campos de la investigación, la informática, la
química, etc.
Sin embargo, hay que reconocer a Pablo
Echenique su explícita vocación democrática, al remitirse a lo que
decidan las bases sobre este u otros asuntos. Faltaría más, por cierto:
hablamos de Podemos.
Así que me permito también, con amabilidad pero
con rigor, como diría Monedero (“Yo creo que Podemos ha venido para
decir con amabilidad, pero también con rigor, que hay una parte
importante en la que somos responsables, porque nos engañó la casta,
los medios de comunicación, los intelectuales ausentes, la
universidad”), contarle al compañero Echenique que, precisamente el día
25 de mayo de 2011 (justicia poética en los calendarios: las
elecciones a través de las que Podemos se ha alzado con cinco
eurodiputados se celebraron el pasado 25 de mayo), la asamblea general de la Acampada Sol aprobó por abrumadora mayoría
(aquellas manos en alto que se agitaban como alas) todas y cada una de
las propuestas del manifiesto que los integrantes de la comisión de
derechos animales sometimos a su votación. Entre ellas, la siguiente:
“El grupo de trabajo propone que se destine una mayor cantidad de
recursos y fondos públicos para la Investigación y Desarrollo de
alternativas a la experimentación animal porque los actuales métodos de
experimentación suponen un enorme sufrimiento para ellos. Nuestra
sociedad pone límites éticos al avance científico y estos mismos límites
éticos deben ampliarse al resto de los animales”.
Por su parte, ante la muy poco afortunada alusión a los “ratoncitos” de
Echenique, el propio Círculo Animalista de Podemos ha publicado un comunicado rechazando la postura especista
del eurodiputado y animando a avanzar en un camino, el del respeto por
los derechos de los animales, que lamentablemente todavía será largo.
Cuando en 2011 sometimos nuestro manifiesto a la asamblea general de
Sol, lo dijimos alto y claro: la revolución será antiespecista o no
será. Por largo que llegue a ser, ese es el camino. De ese largo
recorrido sabemos mucho las mujeres: no olvidemos que en Sol, en un
episodio desagradable pero fundacional, las mujeres feministas tuvieron
que recordar a los compañeros de plaza que la revolución, o es
feminista, o no es. Hoy, Teresa Rodríguez, feminista, activista en el
15M, es eurodiputada por Podemos.
Cabe recordar
también que en este país existe otra formación política, el Partido
Animalista (PACMA), que literalmente sin presupuesto para su campaña,
sistemáticamente silenciada por los medios de comunicación, e incluso censurada por la Junta Electoral madrileña por mostrar la famosa imagen de Juan Carlos de Borbón ante uno de sus muchos elefantes asesinados, ha logrado superar los 176.000 votos,
cuadruplicando los resultados obtenidos en 2011 en las elecciones al
Congreso de los Diputados, una cifra no desdeñable que demuestra la
creciente preocupación social por los derechos de los animales.
“Nosotros”, dice Monedero, “cuando hablamos de ‘la casta', hablamos de
un sector privilegiado que también obtiene beneficios económicos del
sistema (…) ‘La casta' no es solamente una estructura política, sino
que está insertada en un sistema económico, que es el capitalista".
Dentro de ese sistema también está la ciencia, de la que el capitalismo
obtiene enormes beneficios económicos. En el caso de la investigación,
a costa del abuso y el sufrimiento de los otros animales. Por eso
debemos, podemos, luchar contra el sistema. Y, en su caso, contra la
casta científica que, con demasiada frecuencia, actúa desde su falacia
de autoridad. Solo esa puede ser la óptica, la ética, de un nuevo
paradigma.
Debería comprenderlo muy bien alguien que,
como Pablo Echenique, nos alerta así: "Lo que ocurre es que los
retrones casi nunca detentamos poder, casi nunca participamos en
debates políticos, casi nunca nos tenemos que subir a un escenario
porque no pintamos nada en esta sociedad. La opresión a la que estamos
sometidos nos condena a ser, casi siempre, sujetos de caridad”. Yo,
personalmente, celebro que el eurodiputado Echenique haya dado la vuelta
a esa injusticia y sea reconocido como el sujeto de derecho que es.
Pero imagina, compañero Pablo, si, también sintiendo y padeciendo, ni siquiera fueras considerado sujeto.
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