La palabra herencia ha
salido recurrentemente en las crónicas tras el fallecimiento de Emilio
Botín en los últimos días. Su primogénita hereda un imperio, los
santanderinos heredan su legado, el banco hereda su carisma, la
Universidad hereda su altruismo… y un largo etcétera de sucesiones
simbólicas que en poco se traducirán pecuniariamente.
El que fue primer banquero
de España y uno de los hombres más poderosos del país no era, ni de
lejos, el más rico. Forbes ya le excluyó hace dos años de su listado de
mil millonarios. En un cálculo grueso, Amancio Ortega, sin haber
heredado ningún imperio financiero ni tener un ilustre apellido
familiar, era entre cuarenta y cincuenta veces más rico que don Emilio.
Al menos sobre el papel.
Lo cierto es que el
patrimonio del banquero está organizado de forma que es muy difícil
cuantificarlo. Para muestra, el botón de que hace tres años Hacienda
descubrió “por sorpresa” que la familia tenía una enorme fortuna
resguardada en el HSBC de Suiza sin declarar al fisco español. De esta
parte del patrimonio se sabe a día de hoy muy poco, y la mayor parte de
lo que ha trascendido son especulaciones.
La prensa hizo en el momento
una labor deductiva. Si la familia tuvo que pagar por la regularización
(lo que comúnmente se define como hacer una “complementaria”) algo más
de 200 millones de euros, era porque el capital gravable debía superar
los 2.000 millones. La clave es que al haber zanjado el asunto con un
ingreso voluntario, la familia solo tuvo que hacer frente a los pagos de
lo que hubiera tenido que abonar por los rendimientos de ese capital
los últimos cuatro años no prescritos (entre 2005 y 2009, fecha en la
que Hervé Falciani extrajo las cuentas de la entidad suiza).
Pero de esa fortuna no se
sabe apenas nada. La versión oficial es que el abuelo sacó parte del
patrimonio familiar durante la Guerra Civil y aunque nunca hubo una
disculpa se supone que, como pasó a otros, no encontraron el momento
adecuado para la regularización.
Tampoco ha trascendido el
reparto de ese patrimonio oculto. El hermano menor de Emilio Botín,
Jaime, fue sancionado por tener una participación de casi el 9% de
Bankinter (banco del que llegó a ser presidente) oculta también en la entidad de Ginebra.
Aparentemente, esta participación estaría en el paquete que se
regularizó, lo cual da una pista de lo complicado que es poner nombre y
tamaño al dinero que aún permanece en Suiza. Economía ha sancionado por
esta práctica al tío de la actual presidenta, lo que él ha considerado una suerte de persecución.
Cabe recordar que esta parte
de la fortuna descubierta solo corresponde a ese banco concreto, HSBC, y
a ese paraíso fiscal concreto, Suiza.
En cuanto a la fortuna
conocida en España, el hasta ahora patricarca de la familia ya había
organizado gran parte del patrimonio familiar para minimizar el impacto
fiscal. En 2012, Botín repartió acciones del Banco Santander por valor
de casi 200 millones de euros entre sus hijos. En el momento de su
fallecimiento, el entonces presidente del banco apenas tenía seis
millones de títulos que se valoran actualmente en 45,6 millones de
euros.
Aparentemente, y tal y como viene recogido en la CNMV, este patrimonio sí está a su nombre particular,
y no al de ninguna sociedad, como sí están los títulos del resto de sus
hijos. Los Botín son socios o accionistas de una multitud de empresas
familiares: Latimer, Bafimer, Cronje, Puentepumar, Puente San Miguel,
Nueva Azil, Inversiones Zulú, Simancas, Agropecuaria El Castaño,
Inversiones Oquendo y un largo listado cuya pista es difícil de seguir.
Las fincas están a nombre de empresas
Los bienes raíces de Emilio Botín, como la espléndida finca de El Castaño,
en Luciana, Ciudad Real (6.800 hectáreas con aeródromo incluido) y
otras parcelas e inmuebles, como la finca en la que ha sido enterrado,
pertenecen formalmente a una o varias de estas sociedades, según datos
de 2010 a los que ha podido acceder este diario.
Si los hijos tienen
participaciones superiores al 5% en estas sociedades, su traspaso podría
tener consideración de empresa familiar y por lo tanto estar exento de
tributar o muy bonificado. Para que una empresa sea familiar, y no una
mera patrimonial, debe tener empleados y actividad, algo que sucede en
estas fincas al tener actividad cinegética y agrícola y contar con una
plantilla propia de trabajadores.
Los traspasos de empresas
familiares están exentos prácticamente en su totalidad de pagar el
Impuesto de Sucesiones en casi toda España pero especialmente en Madrid y
Cantabria, las dos comunidades en las que residía habitualmente la
familia. Emilio Botín era residente fiscal en Madrid pero, además, como
demuestra su fallecimiento en su domicilio de Somosaguas, también era su
residencia habitual, que es el dato que exige la ley para elegir el
lugar donde se devenga el Impuesto de Sociedades.
También conviene aclarar que
liquidar el Impuesto de Sociedades es algo más complicado que coger el
tipo del tributo y aplicarlo al patrimonio que se transmite. Hay
reducciones por grado de parentesco, por heredar la vivienda habitual,
penalizaciones por patrimonio preexistente de los herederos (si ya
tenían dinero antes de recibir la herencia) y una larga serie de
particularidades que solo permiten hacer algo similar a “las cuentas de
la abuela” en un cálculo sobre a cuánto puede ascender la aplicación de
este impuesto.
Patrimonio en extinción
Pero en principio, y a
bocajarro, la familia Botín solo debería pagar por alrededor de un 1% de
esos 45 millones de euros de acciones de Santander, y también un 1% por
el traspaso de las empresas familiares en las que los herederos ya
tuvieran una participación significativa. De nuevo apuntando que es
imposible saber la organización y disposición del patrimonio de Suiza.
La última vez que Forbes hizo un cálculo de su patrimonio (en 2012 antes
del reparto de acciones), lo situaba en alrededor de 850 millones de
euros.
Aunque no se puede obviar el
efecto que ha tenido la caída de cotización del banco en el patrimonio
del banquero (en los máximos de 2007 cotizaba a 14 euros y en la
actualidad no llega a 8 euros), la merma del patrimonio reconocido del
banquero no puede dejar indiferente. En 1998, Forbes le atribuía una
fortuna personal de 9.200 millones de dólares (al cambio de hoy 7.100
millones de euros) que ya no está a su nombre.
Así las cosas, si se toma
como buena la cifra de los 850 millones (aunque la base imponible para
liquidar el impuesto sería sin duda menor) y le aplicáramos el 1%,
tendríamos un traspaso para las arcas del Estado de poco más de 8,5
millones de euros.
El montante por tanto que
ingresará las arcas del Estado parece estar bastante lejos del que dejó
Emilio Botín padre. Por su fallecimiento, en 1993, la Hacienda cántabra
ingresó casi 13 años después
63 millones de euros con un tipo aplicado del 34%. La dilatación del
proceso de la herencia vino del contencioso que Cantabria y Madrid
tuvieron por ingresar la herencia. Madrid aseguraba que Botín padre era
residente fiscal en la comunidad y que el impuesto debía ser liquidado
en la región. Sin embargo, el Supremo le dio la razón a Cantabria al
asegurar que la residencia habitual era la determinante para fijar dónde
se debía de pagar el impuesto, y no el padrón.
Paradójicamente, el recién
fallecido Botín se alineó con esta tesis y quiso que el impuesto se
liquidara en Cantabria, aunque presumiblemente el suyo se hará en
Madrid. El presidente de Santander podía tener intención de retirarse en
la capital cántabra pero lo repentino de su fallecimiento no ha dado
margen a ninguna planificación de este tipo.
El caso de Amancio Ortega
El que está reorganizando su
patrimonio de cara a una posible herencia es el rico de verdad de
España, Amancio Ortega. Según publicó Vozpópuli, Ortega está mudando el
tipo de sociedades en los que por ahora guarda los 45.000 millones de
euros en los que se valora su fortuna. Hasta ahora el instrumento
favorito de Ortega eran las sicav, pero una reciente resolución judicial
ha concluido que estas sociedades al no ser “productivas”, sí deben
estar sujetas al impuesto de sucesiones y donaciones habitual.
En el caso de Madrid esto no
tendría especialmente trascendencia, al estar bonificada la herencia de
padres a hijos, pero en Galicia la bonificación es más limitada y el
tipo marginal al que podría tributar el patrimonio del fundador de
Inditex sería del 18%. Sin florituras tributarias, el 18% de la fortuna
de Ortega dejaría en las arcas de la Xunta una herencia multimillonaria
de 8.000 millones de euros. Esto es un brochazo grueso ya que cabe
recordar, entre otras cuestiones, que una buena parte de la herencia irá
para uno de sus hijos que, al sufrir una discapacidad severa, también
está exento de pagar el impuesto de sucesiones.
Como es más que evidente que
esto no va a suceder, los asesores fiscales de Ortega trabajan para
encontrar una fórmula más eficiente para transmitir la herencia. Según
cálculos de El Confidencial, por esta transmisión de empresas familiares
y sicav, la herencia de la exmujer de Amancio Ortega, Rosalía Mera, que
ascendía a un patrimonio de 2.500 millones de euros, apenas habría pagado 60 millones de euros (aunque por los registros de la CNMV se puede ver que la herencia aún no se ha formalizado por completo).
También según El Confidencial,
ahora se estarían migrando las sicav que tiene Ortega (como Pontegadea)
a la fórmula jurídica de socimi, unas sociedades de reciente creación
que tienen abudantes beneficios fiscales para incentivar el alquiler de
inmuebles. Fuentes que conocen este proceso afirman que en uno de los
planes fiscales que se le presentó al multimillonario gallego se le dijo
que si se mudaba a Madrid la factura fiscal se reduciría “sola” sin
coste alguno. Y el multimillonario contestó que si para ser rico tenía
que vivir en Madrid… prefería no serlo.
Con todo, a la delfina del
clan Inditex, Marta Ortega, le sucede lo mismo que a Ana Patricia Botín.
El valor que van a heredar –el título de presidenta (se especula con
que Ortega la está formando para sucederle)– no tributa un euro a
Hacienda. Y es la herencia más valiosa de todas. La del poder.
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Fuente: http://www.eldiario.es/economia/dejar-herencia-Botin-arcas-publicas_0_302370510.html
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