Empecemos por el principio, ¿qué es la caridad? La caridad es un precepto religioso que solo puede ejercerse en una sociedad dividida en clases sociales.
En su propia definición lleva implícita una desigualdad social asumida,
pues obliga al creyente a entregar sus bienes a quienes carecen de lo
que a él le sobra. Todas las religiones, como buenos somníferos que
contribuyen a la paz social, incluyen este mandato entre las órdenes de
su dios.
En el Cristianismo es una de las tres virtudes teologales junto
a la Esperanza (un pecado en la Grecia Clásica) y la Fe. En el Islam
toma el nombre de Zakat y en el judaísmo el de Tzezaka, que establece 8
niveles distintos de “calidad” de la misma a la hora de cumplir con
Dios. Dependerá de la mayor o menor voluntad de quien entrega la caridad
así como del anonimato o conocimiento de los implicados en el proceso.
En el caso del budismo se llega hasta a exigir que se entregue incluso
lo necesario para uno mismo.
Esta
aparente forma de redistribución de la riqueza exige unas posiciones y
tiene unas consecuencias para los participantes que es necesario tener
en cuenta para valorar en su justa medida lo que la limosna lleva
implícito, incluso si, haciendo un esfuerzo, no queremos dudar de sus
intenciones.
A
pesar de todos los discursos sobre el desinterés de esta práctica, no
puede haber tal desinterés cuando se está actuando por mandato directo
de dios y la desobediencia, según cualquier precepto religioso, se
castiga eternamente. En ocasiones, donde no se mantiene una creencia,
juegan un papel importante los sentimientos de satisfacción personal o
directamente la rentabilidad publicitaria cuando la acción caritativa es
de una envergadura considerable. Evidentemente, son quienes se ven en
posesión de la riqueza concentrada aquellos cuya situación permite
donaciones verdaderamente efectivas y sobre todo visibles.
Pero
quizá la principal razón por la que la élite social impulsa la caridad
es porque el sistema socioeconómico no va a ser puesto en tela de
juicio. Demos de comer al pobre, pero que nadie pregunte por qué no
puede hacerlo por sí mismo, parece ser la máxima.
Aquél
que recibe esta acción caritativa tampoco está autorizado a hacerse
preguntas. Su papel queda relegado al de un mero instrumento de la
voluntad divina y objeto para que otro desarrolle la caridad en los
términos que acabamos de explicar. La consecuencia para quienes se ven
obligados por las circunstancias a sobrevivir de la dádiva es que como
mínimo deberá asumir el rol pasivo que se le adjudica y someterse al
modelo social que le ha llevado a esa miseria, culpabilizándose con
frecuencia a sí mismo de su suerte. La destrucción de la personalidad
que esto supone es incalculable, y esta desactivación de la contestación
social que podrían suponer los “pobres” es para las élites uno de los
valores más importantes de la caridad.
Sabiendo
que la mayor parte de las organizaciones dedicadas a la caridad (y por
supuesto las más importantes) pertenecen a la Iglesia Católica, no se
puede desdeñar tampoco el adoctrinamiento religioso que la caridad
supone debido a la natural gratitud desarrollada por quienes reciben
aquello que necesitan. Esto no viene sino a reforzar la resignación a
las condiciones de vida impuestas por cuanto quien espera algo en la
prometida “otra vida” adormece la voluntad de conseguirlo en ésta.
Pero,
¿esa es la voluntad de la Iglesia? ¿cuál ha sido su actitud histórica
ante las propuestas de acabar con el sistema social que produce una
legión de pobres? Todo el empeño de esta institución ha sido defenderlo
con uñas y dientes por todos los medios a su alcance. Esto es lo que se
deduce de un vistazo a las encíclicas elaboradas por el papado en la
segunda mitad del siglo XIX. “Quanta Cura”, elaborada en 1864 por Pío
IX, está repleta de condenas entre las que destacan la dirigida contra
la libertad de expresión y contra la libertad de culto. Bajo la idea de
que estas libertades no son más que la libertad de “perdición”, y una
vez establecida que la única fuente de verdad es la religión católica,
se ahoga toda voz que cuestione el poder.
De
igual forma, León XIII dicta la “Rerum Novarum” en 1891, acusando al
socialismo (generalizando a todas sus corrientes, entre ellas el
anarquismo) de empeorar la condición de los trabajadores. Asimismo
defiende sin rubor la propiedad privada “con derecho estable y
perpetuo”. “Se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la
división de bienes y de la propiedad privada”, llega a decir.
Si esta
es la posición de la institución religiosa más grande del mundo que
impulsa de manera activa la práctica de la caridad, queda claro que ésta
última no viene a romper el yugo que establece esa misma propiedad
privada que defienden férreamente. Oscar Wilde apreció la hipocresía de
este comportamiento: “Es inmoral usar la propiedad privada a fin de
aliviar los terribles males que resultan de la misma institución de la
propiedad privada. Es a la vez inmoral e injusto” (El Alma del Hombre
Bajo el Socialismo, 1898).
Pero
en el caso de las religiones lo inmoral se relativiza a medida que se
asciende en la escala social, y la justicia no es un valor a aplicar en
este mundo. Atendiendo al comportamiento de dos de las instituciones
caritativas más importantes, y de una de las ONGs más carismáticas
relacionadas con la Iglesia, nos podremos hacer una idea de lo expuesto
anteriormente.
Cáritas
Cáritas
es una organización internacional que trabaja en cerca de 200 países
con 162 sucursales. Una de ellas es la que desarrolla su actividad en
España, con 6.000 organismos en parroquias y 68 en obispados. A pesar de
su vinculación estatutaria a la Iglesia Católica, sólo un 2% de su
financiación proviene de ella. Alrededor de un 40% del dinero procede de
subvenciones públicas y el resto de empresas y donantes privados.
Uno
de sus principales mecenas ha sido Amancio Ortega, dueño de Inditex,
que entregó a la organización 20 millones de euros en octubre de 2012,
la mayor donación realizada a una ONG. Este acto de caridad ocupó
primeras páginas de todos los diarios nacionales, así como minutos de
oro en los informativos de radio y televisión, una publicidad nada
desdeñable en los tiempos que corren. Lo que no ocupó el tiempo
noticiable fueron las inspecciones que el gobierno brasileño llevó a
cabo en fábricas que suministran el 90% de la ropa a Inditex.
Allí se
liberaron a 15 personas en lo que se calificó de “semiesclavitud” y se
levantó acta de la presencia de niños. De igual modo Inditex ha tenido
que hacer frente a numerosas denuncias por condiciones de trabajo
similares en Argentina.
En
el mismo grupo de grandes personalidades “filantrópicas” podríamos
incluir a Joan Roig, dueño de la cadena de supermercados Mercadona, que
suministró 42.000 kilos de comida a través de un convenio firmado con
Cáritas. Al mismo tiempo, el señor Roig impulsaba en los medios con
comentarios grotescos la reforma laboral que Fátima Báñez llevó al
Congreso para su aprobación en 2012. Para Roig, nuestro “derroche” ha
sido una de las causas de lo que han llamado “crisis económica”, insta a
“desincentivarnos” de usar la sanidad, la educación y la justicia como
se ha hecho con las bolsas de plástico, y hay que alabar el esfuerzo
laboral de los bazares chinos como ejemplo que deberíamos seguir, además
de teorizar sobre la necesidad de rebajar las condiciones de vida de
los trabajadores (aún más, se entiende) si no queremos “esforzarnos
más”.
A pesar de aparecer constantemente como empresa modelo del sector,
no sólo por la obtención en 2012 de unos beneficios de 508 millones de
euros, sino por su compromiso ético, Mercadona es una de las empresas
más condenadas por acoso laboral a las mujeres, obstaculizando las bajas
por maternidad e incapacidad y acumulando decenas de sentencias por
abuso. Evidentemente no le ha venido mal una campaña de imagen.
El
ex-ministro de Asuntos Exteriores de Aznar, Abel Matutes, con una larga
trayectoria política enraizada en el franquismo y un imperio de hoteles
y compañías de transporte, da nombre a la fundación que dirige su
familia, que entregó 60.000 euros a Cáritas y otras organizaciones.
También obtuvo pingües beneficios de una parcela comprada justo el día
anterior de su expropiación por el Consejo Insular, que indemnizó
generosamente.
En sintonía con este tipo de movimientos sospechosos ha
estado la actividad de una de sus hijas, Stella Matutes, imputada por
tráfico de influencias como Consellera de Vias y Obras, al recalificar
terrenos donde las empresas familiares proyectaban edificar. Su
actividad destructiva del patrimonio ecológico de Ibiza con la
construcción de hoteles de su grupo y el impulso de autopistas ha sido
una constante como método de amasar una fortuna y posteriormente ejercer
la caridad.
La
colaboración de la clase política madrileña con Cáritas, a través de
Ignacio González, se escenificó en la entrega de mil viviendas del IVIMA
(Instituto de la Vivienda de Madrid). Que el organismo dedicado a
facilitar el acceso a la vivienda haga dejación de funciones en manos de
una organización de caridad es el ejemplo más claro de la idea de
justicia social que tienen.
Siendo conscientes de que ningún organismo
público ni responsable político alguno han cumplido nunca con la
obligación de que nadie esté en la calle habiendo viviendas vacías, la
“clave de bóveda” de la maniobra es que al IVIMA se le pueden exigir
responsabilidades por ello, pero a Cáritas no.
Por si el asunto no era
suficientemente vergonzoso, antes de la entrega desalojaron a gente de
algunas de las viviendas que Cáritas afirma tener la intención de
alquilar (a unos 200€)… ¡a familias desahuciadas!
En
el plano internacional Cáritas ha sido puesta en tela de juicio en más
de una ocasión. Los machetes enviados por la organización a Ruanda,
utilizados en el genocidio de 1994, y la colaboración con los asesinos
de Madeleine Raffin, responsable de Cáritas en la región de los Grandes
Lagos, han sido algunas de las acusaciones que detalla Jean-Paul Gouteux
en su libro Apología de la Blasfemia. En la recta final de las guerras
que trocearon Yugoslavia a finales de los años 90, los camiones de
Cáritas Internacional fueron utilizados para transportar armas desde el
puerto de Ancona hasta el norte de Albania como publicó en su día el
Corriere de la Sera.
En
marzo de 2013 ha renovado por cuatro años más la presidencia de Cáritas
española Rafael del Río Sendino, el que fue Director General de la
Policía entre enero del 83 y noviembre del 86 y Director de Seguridad de
Iberia posteriormente. En el cuerpo desde 1962, fue ascendido por José
Barrionuevo, y estuvo en el ojo del huracán durante la investigación
sobre los GAL, siendo interrogado por las circunstancias que rodearon el
asesinato de Santiago Brouard, y llegando a un punto en que la
acusación popular pidió su encarcelamiento por encubrir el terrorismo de
Estado. Sus faltas de memoria fueron también noticia durante la
investigación de la desaparición de Santiago Corella, el “Nani”. Desde
luego, teniendo en cuenta quién dirige la institución poco puede
sorprender quién colabora con ella.
Intermón&Oxfam
En
este caso, bajo una apariencia totalmente laica y una actividad de
proyectos de cooperación, “comercio justo” y denuncia social, se encubre
el control más o menos directo de la Compañía de Jesús (su nombre
original fue “Secretariado de Misiones y Propaganda de la Compañía de
Jesús”) y la colaboración en el “Consejo Asesor” de algunos de los
principales responsables de la situación social que sufrimos.
El
nombre de Antonio Gutiérrez, exsecretario general de CCOO, ex-diputado
del PSOE y ex-asesor de la Fundación Caja Madrid, será conocido por
muchos, aunque es probable que no tantos se acuerden de que fue el
responsable en el año 97 de un acuerdo con el primer gobierno de Aznar
por el que se redujo la indemnización por despido, por poner un solo
ejemplo.
Ramón
Forn sin embargo es un nombre que no sonará a nadie. Este asesor de
Intermón, relacionado con ESADE, es socio-director de McKinsey Spain,
consultoría que lo mismo hace informes para Iberia relacionando salarios
y productividad que justifiquen los últimos ataques de la compañía
contra los trabajadores, que analiza sistemas sanitarios, como hizo en
2001, para acabar concluyendo (¡cómo no!) que era necesaria la
introducción del sector privado en el sistema sanitario público.
Mckinsey también recomendaba “complementar” las coberturas con seguros
privados.
Pero
los casos de Inocencio Arias y de Rafael Arias Salgado formando parte
del consejo asesor de Intermón son especialmente sangrantes. Inocencio
Arias fue Director General del Real Madrid y durante su estancia en la
entidad deportiva los neonazis de Ultrasur se paseaban con total
libertad por las instalaciones compadreando incluso con la directiva,
que les compraba la lotería de navidad, a pesar de las decenas de
sentencias acumuladas por agresiones y tenencia ilícita de armas. Pero
si por algo se le recuerda es por ejercer de embajador en la ONU del
gobierno cuando Aznar envió tropas a Iraq, aventura neocolonial que ha
defendido siempre como “legal y legítima”.
Rafael
Arias Salgado, además de ser hijo de un ministro franquista y de
presidir PROSEGUR entre el año 83 y 85, fue el ministro de Fomento que
en abril del 98 desarrolló la famosa Ley del Suelo, con las
consecuencias sobre los precios de la vivienda conocidas por todos. Hoy
preside Carrefour España (razón por la que no es extraño encontrar los
productos de Intermón en sus estantes) y World Duty Free Group, empresa
que se ha hecho con la concesión de las tiendas “Duty Free” de 11
aeropuertos españoles, entre ellos Barajas. Esta gestión le pertenecía a
la empresa pública ALDEASA hasta que su colega Rodrigo Rato la
privatizó cuando ambos eran ministros.
Con
este “material humano” no es extraño que el “comercio justo” que
patrocina haya caído rápidamente en manos de multinacionales como
Carrefour, o que hayan suscrito convenios con Sol Meliá, propiedad de la
familia Escarrer (una de las 10 fortunas más grandes de España), que
construye en México en zonas de alto valor ecológico, enajena el agua
potable en Costa Rica para regar campos de golf como el del Resort
Paradisus en Playa Conchal, devasta bosques de manglar y presiona a los
gobiernos para que deroguen las leyes de protección de estos
ecosistemas, por no hablar de la explotación semiesclavista de sus
trabajadores.
Creo
que se puede convenir sin esfuerzo que si esta gente es la que asesora a
la ONG es imposible que su acción vaya encaminada a nada que se parezca
a la justicia ni a la igualdad, siendo responsables de la brecha social
abierta en sentido opuesto a esos términos.
Fundación Española de Banco de Alimentos (FESBAL)
Pero
sin duda la institución caritativa más mediática últimamente es la
FESBAL. A esto ayudó el premio Príncipe de Asturias a la Concordia en
2012 votado por un jurado en el que se encontraban Rodrigo Rato y Alicia
Koplowitz entre otros. Como vemos, la presencia de estos sujetos en el
impulso caritativo es constante, y una muestra más es el nombramiento de
la señora Ana Botella como presidenta honorífica del Banco de Alimentos
de Madrid. Aprovechando su nombramiento impulsó la inversión de su
patrimonio en la SICAV Gescartera en el año 2001.
La
FESBAL tiene una vinculación con el Opus Dei estrecha. El desarrollo de
la organización fue gracias al impulso de un empresario barcelonés y
del sacerdote de la Obra José María Sanabria, como así lo relata su
actual presidente, Jose Antonio Busto Villa en una entrevista a la web
de Torreciudad publicada en la página oficial del Opus. Otro de los
indicios de esta relación lo tenemos en que el anterior y el actual
presidente del Banco de Alimentos de Valladolid, Mariano Posadas y Jose
María Zárate, son socios supernumerarios.
Conviene
saber que la FESBAL no reparte comida directamente a los pobres, algo
que con frecuencia se soslaya. En la memoria del Banco de Alimentos de
Madrid de 2011 podemos comprobar que son parroquias, conventos y
monasterios en más de un 90%. Pero dentro de los pocos centros que no
son religiosos podemos sorprendernos al encontrar a dos instituciones
antiabortistas, la Fundación Vida y Provida-Alcalá. Tampoco se explica
por qué reparten alimentos en el Seminario Redemptoris Mater del Camino
Neocatecumenal o en los colegios que los Legionarios de Cristo poseen en
El Plantío (Mahadahonda) y en La Moraleja, de mujeres y hombres
respectivamente.
Lo que sí vemos es que han recibido para ello 40.000
euros de la Comunidad de Madrid, 24.687 del Ayuntamiento de Madrid y
3.100 del consistorio alcalaíno. En el verano de 2012 ya fue un
escándalo el hecho de conocerse que en una residencia femenina de
Granada regentada por las monjas franciscanas de Nuestra Señora del Buen
Consejo estuviesen dando alimentos procedentes de la FESBAL a las niñas
a las que cobraban más de 600 euros por alojamiento y manutención.
En
definitiva, queda claro que las instituciones religiosas siempre serán
firmes defensoras de la autoridad, y por tanto del orden establecido. En
ocasiones algunas organizaciones están encubriendo su vinculación a la
Iglesia eludiendo así su responsabilidad en la actitud de aquella. La
caridad, como hemos visto, está impulsada por quienes sostienen el statu
quo, ya que no cuestiona el origen de la pobreza y contribuye a la paz
social.
Las necesidades básicas para no caer en la exclusión no podemos
dejarlas en manos de la misma gente que provoca esa miseria y debemos
reinventar mecanismos de solidaridad que atendiendo estas necesidades
continúen generando o recuperando conciencia de clase y espíritu de
lucha.
Ver también: "El Opus Dei y los bancos de alimentos"
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