Lo que consumimos proviene muchas veces del otro lado del planeta, donde
la explotación de personas, animales y medio ambiente es un común
denominador. Además, en su transporte dejan una gran huella contaminante
tras de sí ¿Conoces de dónde procede cada alimento y cómo llega hasta
tu mesa?
Tengo una bolsa de frutos secos delante
de mi que compré en un gran supermercado y estaba de oferta. Los
pistachos son de Turquía, las almendras de Chile y las avellanas de
Irán. ¿Cómo sale rentable tal producto?
Las leyes sobre alimentos dañinos,
pesticidas peligrosos, ingenieria genética, explotación animal y
condiciones de trabajo varían entre países. Podemos vivir en un país
rico y avanzado que tiene unas leyes que se consideran éticas sin ser
conscientes de que esa riqueza se sustenta, en parte, de productos que
consuminos procedentes de países en los que se contamina, explota y
extorsiona a seres humanos, animales y recursos naturales.
Buques gigantes pero invisibles
Las grandes multinacionales subcontratan
otras empresas en países empobrecidos para llevar a cabo el trabajo
sucio cuyo coste no supone problema alguno para la gran empresa. Tras
esto, las mercancías se mueven por el mundo mayoritariamente por medio del transporte marítimo en contenedores, que es el pilar de toda nuestra economía y un grandísimo desconocido.
En el libro El noventa por ciento de todo de Rose George se sacan a la luz la realidad de estos barcos gigantescos que parecen sacados de la ciencia ficción.
Ahora mismo hay más de 100.000 de estos buques surcando los océanos.
En algunos podrían caber 18 millones de iPads o un plátano para cada persona que vive en Europa. En 2009 los 15 mayores de estos barcos emitieron más gases de efecto invernadero que 760 millones de coches. Cada año dos mil marineros mueren en el mar y se pierden dos barcos al día como consecuencia de la piratería.
Ahora mismo hay más de 100.000 de estos buques surcando los océanos.
En algunos podrían caber 18 millones de iPads o un plátano para cada persona que vive en Europa. En 2009 los 15 mayores de estos barcos emitieron más gases de efecto invernadero que 760 millones de coches. Cada año dos mil marineros mueren en el mar y se pierden dos barcos al día como consecuencia de la piratería.
Las consecuencias planetarias de
estos viajes de productos y alimentos son nefastas, pero hay algo que
mantiene este negocio siempre a flote: es muy barato. Según
Rose George, el transporte marítimo es tan barato que, en el plano
financiero, tiene más sentido que el bacalao escocés viaje miles de
millas hasta China para que lo corten en filetes y luego lo manden de
vuelta a las tiendas y restaurantes de Escocia, que pagar a escoceses
para que lo corten ellos mismos. Un periódico escocés denominó ‘locura’ a
esta práctica, pero en realidad es sólo eso, transporte marítimo”.
Materias primas
Si seguimos esta cadena hacía atrás y
llegamos a los países productores vemos que buena parte de nuestras
materias primas y elementos de primera necesidad a escala industrial
procede de países empobrecidos. Aquí tenemos algunos ejemplos:
El azúcar de caña se obtiene mayoritariamente de Brasil, donde el problema de la deforestación no para de crecer.
Además, la explotación de tierras campesinas que son compradas por
grandes multinacionales como monocultivo (para exportar a países como el
nuestro) provocan hambre, ya que estas poblaciones pierden su sustento y
se ven obligadas a trabajar para otros en pésimas condiciones. Se trata
de un problema que existe desde la colonización (o la invasión más
bien) de América Latina y otros países.
El aceite de palma, el más usado en el mundo, procede de países como Malasia e Indonesia
donde la gran deforestación está acabando con sus bosques y amenazando a
especies de animales como el orangután o el tigre de Sumatra. Se usa en
snacks, pastelería, aperitivos, precocinados, cosmética…etc. Indonesia es el país peor parado, la mitad de la producción mundial de aceite de palma proviene de allí. Un informe de Ecologistas en Acción
recogía datos de las marcas, empresas y multinacionales que forman
parte de este negocio. Además, ahora puedes saber qué productos lo
contienen ya que, según la normativa de etiquetado europeo que se implantó este mes, el
etiquetado de los alimentos deberá indicar el tipo de aceite (hasta
ahora ‘aceite vegetal’ era lo normal para referirse a todos ellos sin
especificar).
La soja es el cultivo transgénico por excelencia.
Desplaza poblaciones enteras y erosiona gravemente los suelos,
contribuyendo una vez más a la deforestación, destrozando, junto con las
materias primas ya mencionadas, los pulmones del planeta. Los grandes
productores son China, Brasil, Argentina y Estados Unidos. Con ella se
hace tofu, soja texturizada, bebida de soja, tempeh, yogur de soja,
aceite de soja, salsa de soja, miso, etc. La proteína de soja también la
encontramos en panes, fórmulas infantiles, bebidas dietéticas, helados,
mayonesas, productos lácteos, comida rápida…etc. El aditivo E-322 es
leciticina de soja y se encuentra en muchísimos productos. Es destacable
que el 75% del cultivo de soja es empleado como alimento de animales para nuestro consumo.
En cuanto al cacao, el 40% de la producción de cacao mundial procede de Costa de Marfil, donde aún se llevan a cabo prácticas de esclavitud infantil.Una investigación llevaba a cabo por la BBC en el año 2010
demostró que la esclavitud infantil podía estar presente incluso en los
productos etiquetados como de comercio justo. Esta investigación es la
continuación del documental El lado oscuro del chocolateque emitió esa cadena.
Recordemos que esto es sólo en cuanto a
alimentación se refiere. Si hablamos de tejidos, combustibles,
cosméticos y materiales de todo tipo veremos que siguen un mismo patrón.
Lo que tenemos en el ‘primer mundo’ es nuestro por la explotación de unos países a otros. El libro Carro de Combate es un buen comienzo para empezar a investigar este tema.
¿Qué podemos hacer?
Es importante ganar conciencia sobre
estos temas porque nosotras somos directamente parte de esta cadena.
Somos la razón que lo justifica, el consumidor final. Existen
movimientos o redes como el slow food que
entre sus principios defiende el consumo local, fomenta los
restaurantes Km.0 e incluye una lista de productos locales certificados.
A nivel individual hay algunas cosas que podemos hacer para cambiar nuestros hábitos alimenticios y de consumo.
El consumo de alimentos de origen animal a nivel industrial es un gran contaminante. Puedes adaptar tu dieta a este hecho.
Busca sustitutos. Por
ejemplo puedes suplantar el cacao por algarroba (semillas o habas del
árbol de algarroba, típicamente mediterráneo ) o el azúcar por
la estevia, una planta que se puede producir en españa y que endulza más
que el azúcar (además es muy saludable) .
Elige dónde comprar. Busca alimentos locales e intenta evitar grandes superficies. Las cestas de grupos de consumo son una opción excelente.
Si compras alimentos de fuera intenta que sean ecológicos (aunque sean de lejos hay más probabilidad de que hayan cuidado más el medio ambiente) o de comercio justo.
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